Hacía tiempo que quería ver La chica del puente. Todas las películas de Patrice Leconte que he visto, tanto anteriores, como posteriores, me han gustado, incluso algunas, como El marido de la peluquera o El hombre del tren, se encuentran entre mis favoritas.
Así que esta noche, gracias a un programa, que lamentablemente se encuentra en vías de extinción, he encontrado el momento justo, para disfrutar de este film, que me ha parecido (y hoy sí que me da igual evidenciar mi tendencia a la exageración) MARAVILLOSO, así en mayúsculas, porque no se me ocurre una forma de expresarlo mejor.
Nada más empezar, con el monólogo de Vanessa Paradis, en su papel de chica triste, y desafortunada, he sabido que no me iba a dejar indiferente. La aparición de Daniel Auteuil, interpretando al lanzador de cuchillos, con el que habría de compartir la suerte, ha acabado de atraparme por completo, en esta deliciosa metáfora sobre el amor, y la elección del destino. Reconozco que la historia tiene algunos momentos muy previsibles, incluso haciendo un esfuerzo diría que inverosímiles, pero igualmente resulta sorprendentemente seductora. Los personajes transmiten tanta emoción, la fotografía, las ciudades elegidas, es realmente todo el conjunto, lo que la hace tan intensa.
Siempre teniendo en cuenta que la magnífica banda sonora de Angelo Badalamenti, envuelve las escenas dotándolas de magnetismo, de magia, de pasión, o incluso de la angustia necesaria, en esos momentos en que un cuchillo atraviesa el aire.
Una película que invita a soñar, despierta... y es que a ver quién se duerme ahora, con tanto entusiasmo acumulado.
