'Queer' es tan ambiciosa como abrumadora. El director de 'Rivales' y 'Call Me By Your Name' hace otra película sobre el deseo con un Daniel Craig remarcable

'Queer' es tan ambiciosa como abrumadora. El director de 'Rivales' y 'Call Me By Your Name' hace otra película sobre el deseo con un Daniel Craig remarcable

La cara B de las pasiones de Luca Guadagnino no replica las sensaciones extraordinarias y nos mete en un viaje de ayahuasca

1 comentario Facebook Twitter Flipboard E-mail
Queer 2024 Daniel Craig Drew Starkey

La carrera de Luca Guadagnino parece estar en un momento tan curioso como inesperado, atravesado entre la vanguardia en las formas del cine y el impulso por llevar una autoría clásica con bastante artesanía, cogiendo guiones varios a los que aplica una impronta particular y de los que extrae sus varias obsesiones. Y dichas obsesiones incluyen el deseo, la represión de impulsos, la fricción de los cuerpos.

Es el elemento más común entre películas que van cambiando de tonos, ambiciones y estilos, a pesar de contar con unos colaboradores muy fieles con los que ha encontrado un ritmo de trabajo muy prolífico. Es así que favorece leer sus dos últimos estrenos, muy pegados en el tiempo, como versiones especulares de una misma inquietud, dejando a ‘Rivales’ como la cara más excitante y su nueva cinta, ‘Queer’, como la más surrealista.

Pero era inevitable que esta última, que se encuentra ahora mismo en salas de cine españolas, fuese radicalmente diferente. Adaptando la novela homónima de William S. Burroughs, y tomando también detalles de otras obras como ‘Yonqui’ o incluso toques de su biografía, nos encontramos a un Daniel Craig desafiante y arriesgado dando vida al autor en un peculiar cruce entre el cine romántico y la aventura psicotrópica.

El querer y el desear

El William de la película se encuentra, como muchos otros varones homosexuales estadounidenses durante la represiva década de los 50, en la calurosa Ciudad de México, donde puede explorar más abiertamente su sexualidad mientras lleva a cabo su trabajo literario. Allí conoce a un atractivo joven (casi una versión lozana de sí mismo) al que interpreta Drew Starkey con el que desarrollará tanto una obsesión como una relación turbulenta marcada por la pasión pero también por las barreras colocadas en orden de preservar la intimidad y la libertad.

Es algo que vemos que mortifica al protagonista, cuyos anhelos quedan también reprimidos por su temor a comunicarse abiertamente. Ahí entra el catalizador de lo más parecido a una trama que tiene la película, con William leyendo sobre una misteriosa droga psicoactiva conocida como el yagé, aunque también llamada popularmente ayahuasca, cuyo subidón le permitiría desarrollar habilidades telepáticas, pudiendo acceder a los pensamientos de otros sin tener que comunicarse verbalmente.

Claramente es una cualidad que nuestro protagonista desearía poseer, evitando así caer en algún traspiés vergonzoso o exponerse demasiado a otras personas. Craig brilla claramente en esta versión propia de Burroughs donde la represión convive a veces con exposiciones al ridículo cuando baja la guardia, encontrando un punto tragicómico que ayuda a anclar el interés en la estructura literaria que mantiene la película.

‘Queer’: un mal viaje psicotrópico

Queer 2024 Luca Guadagnino

Estas ambiciones más desatadas contrastan con la pulsión más directa y explosiva de ‘Rivales’, de igual modo que las formas de Guadagnino han ido cambiando con cada proyecto. Casi es difícil trazar continuidad con otras exploraciones sensoriales como ‘Call Me By Your Name’ o una también provocadora ‘Hasta los huesos (Bones and All)’. De hecho casi resulta difícil de creer que los mismos responsables de hacer su trepidante triángulo amoroso en una pista de tenis, como el guionista Justin Kuritzkes, el director de fotografía Sayombhu Mukdeeprom o los compositores Trent Reznor y Atticus Ross, nos hayan entregado este viaje sudoroso y alucinado por la selva latinoamericana.

Por supuesto son dignos de mención esos detalles visuales de Mukdeeprom, como esos difuminados de los cuerpos para resaltar los anhelos y la rotura emocional de sus personajes, o unos Reznor y Ross llevando el sonido hacia la odisea abstracta y ruidosa que recuerda a artistas de culto como Phil Elverum. Menos defendible es el ritmo y la interpretación que el italiano hace del material que tiene entre manos, brillando más en una de sus clásicas exploraciones de la intimidad que cuando trata de ponerse expansivo y trascendental.

Aunque tiene la adecuada actitud al no tomarse en excesiva seriedad el material de Burroughs, uno de sus tres capítulos sufre de excesiva intensidad además de trampantojo narrativo. Su manera de embarrar lastra todas las emociones que era capaz de sugerir, y en su intento de enfatizar el surrealismo se aproxima a una versión menor de lo que David Cronenberg ya plasmó en su versión de ‘El almuerzo desnudo’. Una divagación casi innecesaria que mantiene a Guadagnino como un autor todavía inestable, aunque no carente de interés, que probablemente va a seguir demandando nuestra atención. Si tan solo pudiera dejar de pensar en leernos la mente para su propio interés.

En Espinof | Las mejores películas de 2024

En Espinof | Las mejores películas románticas de la historia

Inicio