"Érase un hombre a una nariz pegado, érase una nariz superlativa". Si a este poema de Francisco de Quevedo le cambiamos hombre por mujer, y nariz por pecho, descubrimos a la protagonista del "Salsa Rosa" del pasado sábado. Una tal Sabrina (que al parecer es una famosa presentadora en el otro lado del Atlántico) cuya mayor virtud era tener un pecho operado hasta la desproporción, y que se sometió durante largos minutos al cachondeo general de "periodistas" y público (incluído los que desde casa enviaban SMS's).
Vaya por delante que respeto enormemente la decisión que cada uno quiera tomar respecto a su cuerpo. Si quiere ponerse una 180 de pecho, fenomenal. Respeto también (aunque un poco menos) que alguien vaya a exhibirse a televisión por dinero de una forma tan falta de contenido, a modo de "freak show".
Pero hay cosas que no puedo entender. Y ver a los supuestos "periodistas" del programa (y luego querrán que se les respete...) jugando con un sujetador de la susodicha, haciendo ver que era un bolso o poniéndoselo en la cabeza a modo de gorro, es una de ellas.
Sí, Telecinco es una cadena privada. Pero es fruto de una concesión pública. Creo que eso debería ser suficiente para poner determinados límites, y emitir durante minutos (aunque sea en sábado noche) una bazofia de tal calibre está, en mi opinión, fuera de dichos límites.
¿De qué vale tanto código de autorregulación, si en el resto de franjas horarias se hacen semejantes cosas?