Los dramas carcelarios siempre llaman la atención. Sobre todo en los últimos años cuando entre 'Prison break', 'Orange is the new black' y 'Vis a vis' tenemos una magnífica videoteca repleta de imágenes icónicas. Parte de mí deseaba que 'Supermax', la nueva serie de Mediaset que HBO estrenó la semana pasada antes de su pase en Cuatro, me diera de esa iconocidad. Lamentablemente, y a pesar de que lo intentó, no lo hizo.
También es verdad que, aun estando ambientada en un cárcel, la serie gira en torno a un reality extremo. 'Supermax' es una coproducción internacional que reúne a TV Azteca (México), TV Pública Argentina, los Estúdios Globo brasileños y Mediaset que cuenta con un reparto encabezado por Santiago Segura, Rubén Cortada y Cecilia Roth, entre otros.
Orlando Saslavsky (Segura), es un presentador venido a menos que encuentra la oportunidad de resarcirse como conductor de un programa de telerrealidad extrema en el que ocho concursantes convivirán en una prisión abandonada en medio de un desierto de sal. Todos estos concursantes están por sus propios motivos y todos tienen poco perder y fantasmas del pasado que se les presentarán de un modo u otro.
Las consecuencias funestas de un gran motín precipitaron el cierre de la cárcel, pero hay gente interesada en ella porque en sus entrañas se esconde un tesoro que muy pocos conocen. Así, Orlando, que conoce la historia, contará con un aliado dentro de la cárcel: Mercurio (Cortada), que se encargará de ir buscando pistas de la localización del botín. Allí se encontrará con otro jugador, Sandro (Antonio Birabent), organizador del motín y al que Mercurio reconoce por ser miembro de la misma banda.
Una premisa que no aguanta
La presentación de 'Supermax' es espectacular, con la gran decisión de comenzar con el susodicho motín. Luego los guionistas, encabezados por Daniel Burman, logran mantener el interés presentando el reality y a sus concursantes, pese a que considero que la presentación de Santiago Segura es algo torpe. Ahí ya no estoy tan seguro si es culpa del actor o del personaje, que es bastante peculiar en sí. El caso es que, aun con la grandilocuencia y delirios de grandeza de Orlando, al español no se le termina de ver cómodo en su papel. Una sensación que dura toda la serie.
Y para muestra tenemos su obsesión con Sunny (Laura Neiva) y los continuos "cómo has crecido, princesita" o todo lo relacionado con sus conexiones con los estudios centrales con la cadena. En el segundo episodio introduce un giro: Orlando ve que no recibe ni envía señal y atestigua, vía videollamada, que una facción armada ha tomado el canal a la fuerza.
Lo más apasionante de 'Supermax' no es tanto la historia que cuentan sino las exploraciones de cada personaje y sus circunstancias. A modo de flashbacks, aunque a ratos puestos con calzador y repetitivos, vamos conociendo el lado oculto de cada uno de los personajes y por qué han acabado concursando, o presentando en el caso de Orlando, el reality. Ahí sí que hay que alabar el trabajo de Burman.
Tras un estimulante comienzo, 'Supermax' se va desinflando episodio a episodio. Lo que prometía ser un thriller con acción, traiciones y exploración de las miserias humanas apenas logra aguantar la compostura durante sus diez episodios. Es más, ya en el cuarto episodio se nota cierto agotamiento en la trama y que no tenían clara la hoja de ruta en ese siempre peligroso ecuador de temporada.
Uno de los síntomas de esto se ve en la trama del reality y sus entresijos. De hecho, cuando se desvela que este "abandono" era un experimento para reinventar la televisión por parte del jerifalte de la cadena, queda anticlimático. Un giro que además de absurdo es tardío, realizándose cuando tanto concursantes como nosotros como espectadores ya estamos a otra cosa.
Creo que en 'Supermax' había potencial como para hacer una serie memorable. Tenía ingredientes de sobra para crear una historia intensa de suspense y, si bien tiene momentos muy lúcidos y por lo general es entretenida, no logra aprovechar todo lo que tiene a su alcance.
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