La olvidada película de ciencia-ficción que fue uno de los mayores fracasos de la historia de Disney por culpa de su campaña de marketing

La olvidada película de ciencia-ficción que fue uno de los mayores fracasos de la historia de Disney por culpa de su campaña de marketing

Nadie echa de menos una secuela de esta película salvo Andrew Stanton, que sigue preguntándose qué es lo que pudo fallar

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Carter

En febrero de 1912, Edgar Rice Burroughs, que aún no había llegado a los 40 años (ni creado a Tarzán, eso sería ocho meses después), lanzó en la revista All-Story Magazine el primer capítulo de su nueva novela pulp sin demasiadas pretensiones. Poco imaginaba que 'Una princesa de Marte' no solo cambiaría el género para siempre, sino que, además, daría a pie a once libros más y crearía uno de los personajes más míticos para los fans de las aventuras galácticas: John Carter. Y sí, solo con la mención de este nombre los ejecutivos de Disney se ponen a sudar.

John Carter, ¡de risa se párter!

Año 2009. The Asylum (sí, la productora de cine trash y copias baratas al por mayor) estrena directamente en DVD la adaptación de 'Una princesa de Marte', protagonizada por el actor de telenovelas Antonio Sabato Jr y la ex-actriz porno Traci Lords. En lugar de respetar la obra original, los muy cucos tratan a John Carter como si fuera un tirador en la guerra de Afganistán que sufre un experimento del gobierno y acaba teleportado a otro mundo. La película era un semi-plagio de 'Avatar' (en Japón, de hecho, se llamó 'Avatar of Mars') y fue el desastre que todos esperamos de algo así.

Por eso, visto lo visto, los fans de Burroughs se alegraron cuando, un siglo después de la creación de la novela original, Disney decidiera adaptarla como es debido. 'John Carter' llevaba siete décadas intentando hacerse sin éxito (de hecho, estuvo a punto de ser la primera película de dibujos de la historia antes que 'Blancanieves'), hasta que finalmente la casa del ratón decidió poner encima de la mesa el dinero que hiciese falta hasta completarla. La película, dirigida por Andrew Stanton y protagonizada por Taylor Kitsch (que bombardeó aquí el resto de su carrera, encontrando refugio en la televisión), costó 264 millones de dólares, y en su momento fue la tercera película más cara de la historia, solo por detrás de 'Piratas del Caribe: en mareas misteriosas' y 'Piratas del Caribe: en el fin del mundo'. Actualmente "solo" es la vigésima.

Eso sí, si somos más justos y adaptamos las películas a la inflación, por delante habrían estado cuatro películas más ('Titanic', 'Spider-man 3', 'Enredados' y 'Harry Potter y el misterio del príncipe'). ¿Y el resultado? Bueno, creo que lo podéis adivinar solos, dado que nadie ha vuelto a hablar de la saga ni por casualidad, y eso que Stanton tenía planeado continuar al menos con dos secuelas más. Recaudó tan solo 284 millones de dólares en todo el mundo, e hizo perder a Disney en total unos 200 millones (recordemos que para dar beneficios, una película tiene que ganar aproximadamente el doble de lo que ha costado). Pero, ¿qué pasó ahí?

John, qué noche

Curiosamente no fue un problema de la producción, ni hubo más disputas internas de lo normal, ni nada parecido, más allá de una regrabación muy costosa para cambiar la secuencia inicial. Todo fue relativamente de perlas hasta que llegó el momento del estreno. Y allí, el departamento de márketing de Disney metió la pata hasta el fondo. De hecho, la persona que pusieron a cargo de la publicidad no había hecho márketing de películas en su vida... y se notó porque no fue capaz de imponerse a su director.

A esta inexperiencia se le suma que Stanton rechazó cualquier idea que viniera de Disney, escogiendo siempre las suyas propias. De hecho, ignoró todas las críticas y observaciones que le dieron cuando decidió que en el primer tráiler, emitido durante la Super Bowl, debía sonar una versión de 'Kashmir', de Led Zeppelin, una canción de 1975 que hizo que las generaciones más jóvenes directamente desconectaran de lo que les querían contar. Además, tomó una serie de decisiones catastróficas que van desde no poner ninguna referencia a Pixar, donde había dirigido 'Buscando a Nemo' y 'Wall-E' hasta omitir por completo las secuencias de acción o al elemento más distintivo de la cinta, el perro Woola. ¿El motivo? No quería que los espectadores fueran sabiendo lo que se iban a encontrar. Quería que todo fuera mágico. A su manera, lo fue.

Y ojo, tiene sentido que Stanton luchara su visión con uñas y dientes, porque para él era el sueño de una vida que llevaba planeando desde la primera vez que leyó la novela, mientras que para Disney era un blockbuster que debía dar lugar a una nueva franquicia. El problema es que, por mucho que Stanton fuera fan, el público general no sabía quién demonios era John Carter, aunque fuera una saga muy influyente en otras como 'Star Wars'. Para la gente de la calle no era una propiedad intelectual conocida, nadie se disfrazaba de él en Halloween, ¿quién se iba a emocionar solo con ver su nombre en un cartel?

Pero el director estaba convencido de que así sería. De hecho, la campaña de márketing casi al completo se basó exclusivamente en el nombre de su protagonista, como si eso fuera a movilizar al público, y el resultado fue un sonoro desastre. Tampoco es que a Disney le interesara demasiado levantarla del embrollo en que se había metido: por aquel entonces, Bob Iger estaba mucho más preocupado por la compra de Lucasfilm, que acababa de comenzar y le aseguraría tener en su poder la saga galáctica más importante de la historia. ¿Para qué quería dos? Todas las cartas estaban marcadas para 'John Carter', y su calidad daba lo mismo: el público ya había decidido en contra de ver algo que consideraban un plagio de 'Star Wars'.

Han pasado doce años desde esta hecatombe, y Andrew Stanton dejó de intentar abrirse camino fuera de Pixar, volviendo al redil para dirigir 'Buscando a Dory' y la futura 'Toy Story 5', además de participar en su equipo creativo. Sin embargo, ya ha rodado su siguiente cinta de ciencia-ficción en acción real, 'In the blink of an eye', cuyo presupuesto es mucho menor que el de 'John Carter' y, por suerte, no entrará en ninguna lista de los mayores fracasos de la historia. Si es que los experimentos, mejor con gaseosa.

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