Me han hecho falta seis capítulos de Dirt para caer en las garras de Lucy Spiller y, francamente, ya estaba perdiendo la esperanza y estaba empezando a creer que la serie no iba a gustarme. En un época en la que proliferan como protagonistas las malas personas, yo necesito que los personajes muestren una fisura, una debilidad o algo verdaderamente excepcional para poder engancharme a ellos.
Desde el primer momento me cautivó la inteligencia de House, la ternura de Hank (Californication) y empaticé a la perfección con Dexter. Pero con Lucy Spiller lo he tenido más complicado, he aguantado porque me dijisteis que valía la pena y ahora puedo confirmarlo. No faltará quien opine que las series de este corte hacen apología de los males de nuestra sociedad, allá cada cual con su estrechez de miras, yo las veo como una ficciones tremendas que exploran campos que nos son cercanos y que nos interesan.
Desde mi punto de vista, resulta hipócrita defender los sucesos en los informativos y pretender que la ficción sea un remanso de paz y felicidad. Tampoco es cuestión de simplificar, un borde no es de por sí un personaje interesante y, de hecho, hay bordes bastante recientes que a mí no han terminado de gustarme, como Shark o Denny Crane (Boston Legal).
Parece que, en general, se siguen aceptando mejor los malos que desarrollan sus personajes en contextos típicamente perniciosos, como la mafia, corrupción policial y ambientes de ese estilo. Pero que un personaje sin virtudes tenga éxito en un ámbito cercano y conocido no suele contar con simpatías entre los que intentan ver en ello algo más que una ficción.
Por mi parte, espero que se siga indagando en los defectos, en la maldad, porque estoy un poco cansada de las series amables como todas aquellas que vimos en los ochenta y en las que todos eran felices pese a vivir circunstancias personales complicadas. En España, las ficciones nacionales ya han incorporado a personajes que, de ordinario, serían odiosos, pero lo hacen en comedias y parece que no se atreven a darles un lugar en el drama. Cuando lo hagan, el asunto ya estará pasado de moda y los americanos habrán inventado otra fórmula. Y a propósito de esto, ¿qué será lo próximo?
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