No siempre se puede estar en la misma onda en 'First Dates'. Sergio es un chico al que le encanta liarse la manta a la cabeza y ha pensado que Cristina era demasiado tímida y reservada para su gusto.
Polos opuestos
Sergio es un disfrutón, se sube a un escenario y ya la ha liado. Tiene 21 años, vive en Candeleda (Ávila), estudia y a la vez trabaja de camarero. Liga mucho pero ahora busca alguien de verdad, "no para un rato". Carlos Sobera le caló desde el principio: "A mí también me pasa lo mismo, soy un hombre objeto".
Tras la mala experiencia de que su novia le engañara con su mejor amigo, vino buscando algo más romántico, como 'El diario de Noa'. Alguien que no fuera celosa, ni le llamara 20 veces, sino que le dejara su espacio.
Su cita es Cristina, de 20 años y madrileña. Le encanta irse de compras con sus amigas y busca una relación duradera. A Sergio se le cortó el rollo nada más empezar, cuando le preguntó qué estudiaba y ella le contentó que se estaba sacando el carnet de conducir: "Invéntate algo, pero no me digas eso".
Él le contó que sus plan era ser educador canino y mientras tanto estaba trabajando en un bar de copas. Cristina no es muy de salir de fiesta, porque lo hizo una vez y ya no le gusta. Tampoco coincidieron en su afición por viajar, ya que Cristina le tiene pánico al avión.
Sergio se definió como una persona muy espontánea y sentía que Cristina no iba a ser capaz de seguirle el ritmo. Ella le contó que había sido entrenadora de baloncesto aunque lo terminó dejando, y por mucho que él la animaba a seguir echando currículums de eso, ella se cerró en banda.
Al final, solo coincidieron en su color favorito: el morado. A Cristina le gustó su estilo y le pareció muy mono, pero no fue suficiente para convencer a Sergio de tener otra cita, ya que él buscaba alguien más impulsivo.
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