Tienes que tener cuidado, porque sabes que el Doctor esa maravilloso y brillante, pero es como el fuego. Acércate demasiado, y la gente se quema.
La octava temporada de ‘Doctor Who’ ha alcanzado su ecuador dividiendo a sus fans bastante más que la séptima. El tono (que recuerda más a la temporada de Nueve y hasta a algunas de las de la serie clásica) se ha vuelto un poco más adulto frenando la trama (que Steven Moffat había lanzado a una velocidad frenética con Matt Smith), centrándose más en los personajes y, sobre todo, deconstruyendo al Doctor. Doce es más alienígena y está más separado de los humanos porque es incapaz de empatizar y de entender sus emociones, y por eso también es más brusco (aunque el Doctor siempre ha tenido tendencia a exasperarse con quienes no pueden seguir su ritmo de razonamiento). Tras la humanización cada vez más acentuada de Diez, Once y Doce han ido volviéndose más extraterrestres, sobre todo el último en estos primeros compases de sus aventuras.
Que el Doctor no consiga conectar con los humanos todavía le da más peso a esas advertencias que las acompañantes de la era moderna de ‘Doctor Who’ han recibido siempre que empiezan a viajar con él. La cita que encabeza esta entrada, que Martha Jones le dice a Donna Noble en la cuarta temporada, es tal vez una de las que mejor encapsula esas advertencias, esa sensación de que el Doctor siempre va a acabar dejándote atrás, que no es posible seguirle el ritmo a no ser que hagas grandes sacrificios. Todas las acompañantes modernas los han sufrido al final de su etapa con el Doctor, y por eso era necesario que, en algún momento, alguien afeara al Doctor esa conducta. Y ese alguien ha terminado siendo Clara.
La rehabilitación de Clara
La “chica imposible”, que se había dedicado a salvar al Doctor en todas sus encarnaciones previas, apenas era más que un misterio molón en la séptima temporada. Once estaba intrigado por ella por esa cualidad de imposibilidad que la acompañaba, pero Clara no terminaba de asentarse como un personaje propio. Estar a la sombra de Amy Pond tampoco la ayudaba demasiado, y quizás por eso, Moffat optó por crearla como un misterio que necesitaba resolución, para separarla de la conexión emocional que unía a “la chica que esperó” con el Doctor. Lo que eso provocó es que, con el relevo de Matt Smith a Peter Capaldi, Clara necesitaba estar mucho mejor dibujada porque ella iba a ser nuestra conexión con la serie una vez tuviéramos que enfrentarnos a un nuevo Doctor.
En ese aspecto, no se le puede reprochar nada a Moffat y sus guionistas. Aparte de que Jenna Coleman y Capaldi tienen juntos un sensacional ritmo cómico, la relación entre Clara y el Doctor es mucho más compleja porque ella se da cuenta de la arrogancia y la suficiencia de él. Como bien apuntabais algunos de vosotros en los comentarios de la entrada sobre los dos primeros capítulos de la octava temporada, Clara viaja con el Doctor porque le divierte, porque es un pasatiempo aventurero en su vida, pero viajar con él no es toda su vida. Sólo lo hace esporádicamente, y quizás por eso ve con mayor facilidad esos rasgos de su personalidad que otras acompañantes podían pasar por alto.
Clara no puede. Lo que el Doctor cree que es algo bueno, un acto supremo de confianza (abandonarla en la Luna para que ella tome una difícil decisión de vida o muerte), para ella es un desprecio, una muestra de que el Doctor se toma todo esto como un juego, un puzzle que solucionar. En ‘Listen’, de hecho, Doce deja claro que no puede soportar no saber. Esa bronca de Clara que cierra ‘Kill the Moon’ ejemplifica ese tono más adulto de la serie, y pone en su sitio a un personaje que tiene el riesgo constante de creerse un semidiós.
Temporada de personajes
Curiosamente, estos siete capítulos que hemos visto de ‘Doctor Who’ han destacado no por buscar una nueva vuelta de tuerca a los Daleks (mezclados con ‘El chip prodigioso’), o intentar dar un nuevo impulso a la serie después del 50º aniversario, sino por el acento puesto en el desarrollo de los personajes. Clara es la que se ha visto más beneficiada de esto, claro, y no sólo por la capa extra que ha adquirido su relación con el Doctor. El proceso de enamoramiento con Danny Pink casi merecía centrar la segunda temporada de ‘Dates’, con sus malentendidos, sus dificultades para hacer algo con la atracción que sienten uno por el otro y esos pequeños momentos más humorísticos. Ésta está siendo la temporada de Clara, lo que no hace más que acrecentar los rumores de que también será la última de Jenna Coleman en la serie.
Doce, por su parte, aún tiene bastante que aprender en sus interacciones con los humanos. El enfado de Clara lo deja confundido y hasta parece que un poco herido, y Capaldi ha vendido a la perfección a este Doctor que a veces mantiene esos estallidos de energía de Diez y Once, pero que es más reposado y con un lado más peligroso siempre a punto de asomar. Aunque ande por ahí, de fondo, la trama de la Tierra Prometida, esta octava temporada no se ha preocupado tanto por las historias a lo grande, sino que ha buscado que éstas siempre estén al servicio de sus personajes. En ese aspecto, ‘Listen’ está ya en el panteón de los mejores episodios de ‘Doctor Who’ porque logra mezclar una trama intrigante, e inquietante, con la exploración de la insaciable curiosidad del Doctor y de la humanidad de Clara. Doce está siendo un bienvenido cambio de ritmo para ‘Doctor Who’.
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