Aunque la versión seriada de ‘Snowpiercer: rompenieves’ se encuentra en muchas partes del mundo en Netflix, es una producción del canal americano TNT, que parece muy determinado en su promoción omnipresente, probablemente pensando en la relación con la marca Bong Joon Ho, el director ganador de un Oscar de ‘Parasite’, que debutó en el cine hablado en inglés con la afamada película de 2013.
El film se basaba en una novela gráfica francesa, y hacía hincapié en sus temas de desigualdad de clase, con los vagones del tren como excusa perfecta para explorar el orden jerárquico social de forma satírica y, en el caso de Joon Ho, con ánimo didáctico de su propia cosecha. Siete años después de que se ponga en marcha esta especie de Arca de Noé humana, los pobres viven en condiciones infrahumanas y horribles en la cola del tren, con niveles ascendentes de privilegios y lujo.
Asesinato en el Noé Express
Es decir, ‘Snowpiercer’ nos contaba la diferencia entre los asientos en los vagones de clase turista y los de preferente, dramatizando la premisa con 1.001 coches que transportan a los supervivientes alrededor de una Tierra cubierta de hielo y gastando, por el camino, un buen pellizco de presupuesto, que en la serie no parece remitir. Sin embargo, el camino hasta la producción ha tenido más obstáculos de lo que parece y el resultado final se ha resentido por ello.
‘Snowpiercer’ sigue los pasos de la revolución que ya vimos en el film y, para justificar el formato de serie, se pone en marcha una trama con una premisa sacada del cajón viejo de las ideas más recurrente, un misterio de asesinato. Alguien ha sido horriblemente asesinado en uno de los vagones delanteros, lo que hace que la burócrata Melanie Cavill (Jennifer Connelly), reclute a Andre Layton (Daveed Diggs), un detective que vive en la cola, para resolver el caso.
Este tipo de pacto en medio del apocalipsis podría ser algo que le proponen a Snake Plissken, pero ojo, en vez de ser chantajeado con un veneno, Layton acepta porque obtener acceso a los vagones de clase alta le proporcionará información crucial que ayudará a los habitantes de la cola a organizar la rebelión. Así, su rol de detective le permitirá vislumbrar peleas estilo cúpula del trueno, vagones discoteca, acuarios y secretos sobre la gestión que exponen conceptos de comentario social aquí y allá, no diferentes a los vistos en ‘Elysium’ (2013).
Alerta máxima en el supertrén
El cambio climático, tensiones de clase y otros conceptos que podrían tener bastante fuerza gracias a un paralelismo oportuno, dado que viven confinados y hacinados, para la situación actual del mundo. Sin embargo, su gran concepto está tratado de forma tosca y sin ninguna sutilidad, su enfoque es aparatoso y, aunque tiene bastante violencia —el uso del frío exterior como castigo da lugar a escenas bastante cafres— se pierde en una colección de personajes sin carisma y, a excepción de Jennifer Connelly, un casting muy endeble.
A las interrelaciones entre personajes poco inspiradas se suman algunos momentos de vergüenza ajena, como un cochambroso montaje en paralelo de una escena de sexo que salta por los aires cualquiera atisbo de confianza en lo que ‘Snowpiercer’ puede ofrecer al espectador en sucesivos episodios. Es curioso que la serie tenga más de un paralelismo con la serie de los 70 ‘Supertrén’ (Supertrain) que fue un sonoro fracaso y está considerada una de las peores de la historia.
Como en ‘Snowpiercer’, en el supertrén se mostraban piscinas, sala de cine, discoteca y otros lujos y también se incluía la trama de asesinato a lo Agatha Christie, que hace pensar que quizá se hayan inspirado en aquella, lo cual, viendo el inicio, es una suerte de fracaso poético. No obstante, TNT ya ha renovado la serie para una segunda temporada, lo que muestra una gran confianza en lo que parece un proyectil direccionado a toda velocidad hacia el desastre.
Puedes ver la serie, capítulo a capítulo en Netflix.
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