La escasez de estrenos razonablemente correctos durante el verano hace que a las carteleras lleguen auténticos subproductos, basura cinematográfica cuyo sitio es la basura de una sala de montaje y no una sala de cine. Uno de estos bodrios es la cosa que he consumido con muy poco gusto por mi parte, pues yo mismo me lo he buscado, cuando había opciones mucho más saludables como ir a la playa o leer alguna revistilla de cine, donde, desgraciadamente, cada vez más abundan los cotilleos. Pero no, uno va por la calle con la chapita de cinéfago y eso implica ir con la barbilla tan alta como gastadas las retinas. Es un oficio muy duro y con muy pocas compensaciones, puedo asegurarlo. En fin, que fui a ver 'Aullidos' ('The Breed'), un telefilme pésimamente escrito, rodado y peor interpretado.
'Aullidos' cuenta la historia (es un decir) de cinco jóvenes (guapos, deportistas, divertidos, ocurrentes...) que llegan a una isla para pasar unos días en la casa de un familiar de dos de ellos. Estos dos son hermanos con personalidades muy diferentes y el viaje es, también, aparte de para divertirse y relajarse, para buscar una reconciliación entre ellos. El problema (y grave) es cuando, de pronto, comienzan a aparecer unos perros asesinos. Eso, como cualquiera puede imaginar, convierte la estancia en la isla en toda una cuestión de supervivencia. Más aún cuando el hidroavión en el que llegaron es lanzado a la deriva por los propios perros, con el propósito de dejarles sin escapatoria. La caza ha comenzado.
La caza del espectador, claro. Cuando uno sabe que va a ver una película de terror sin pretensiones, de jóvenes guapos que van a pasarlo mal frente a un enemigo que los va a ir matando uno a uno, pocas exigencias pueden mantenerse. Es muy poco lo que se le pide, para compensar lo poco que se le va a ofrecer y cuya finalidad última (y única) es entretener durante una hora y media. Unos sustos, unas risas y unos cuerpos danone. Sin embargo, aquí no nos proporcionan ni eso. Es tan penosa esta producción que, de verdad, resulta sorprendente que haya llegado a los cines. Los diálogos son de retrasado mental, los sustos se limitan a dos veces que unos perros saltan por donde no se los espera, y los físicos jóvenes y saludables ni siquiera se aprovechan. Es más, incluso se han olvidado de la clásica protagonista chillona de llamativos pechos. Pero bueno, temas freaks aparte, estamos a un alargado mal episodio de una mala serie de suspense y delirante trama.
Dándole más importancia que al nombre del director o de los actores, se dice bien claro que 'Aullidos' está producida por Wes Craven, un tipo que nunca ha hecho nada extraordinario pero se le menciona y él actúa como si así fuera. Su legado se resume en dos títulos: 'Pesadilla en Elm Street' y 'Scream'. Punto. ¿Y por eso tanto prestigio? En fin, tampoco es cuestión de tirarle piedras a un hombre que ya está más cerca de morir que de crear algo sobresaliente. Lo cierto es que su labor como producción (ejecutiva) no se ve por ninguna parte y es muy probable que sólo haya puesto su nombre a cambio de unos dólares para que este telefilme se estrenara en alguna parte. Quizá su verdadera intención era apadrinar a un director debutante que ha trabajado con él en algunas de sus peores películas. En ese caso, le ha salido el tiro por la culata porque el responsable de esta basura, Nicholas Mastandrea, es un inútil que no se merece vivir del cine. Su labor se refleja en un estilo totalmente televisivo, carente de garra, emoción o suspense. Su dirección plana y la película carece totalmente de ritmo, llegando a ser aburridísima. De carcajada limpia resulta la única escena en la que Mastandrea pretende salirse de sus cómodos zapatos a base de usar el 'estilo matrix' de forma gratuita y ridícula (un personaje disparando con un arco a un perro). Por nuestro bien, espero que lo manden de nuevo a dirigir segundas unidades.
Es curioso como el poster de esta 'Aullidos' es tan misterioso, dejando ver muy poco, entre unas rotas tablas de madera, lo que parece un animal negro con ojos rojos, y luego en la película no se tiene ningún reparo en mostrar a multitud de perros corrientes y sin agresividad alguna. Esto va, como ya alguno sabrá, por la ley no escrita de que en una película de terror se debe controlar mucho al 'monstruo' de turno. Sin embargo, aquí eso como si no fuera con ellos. Salvo en la primera y lamentable escena, donde algo que no se ve se lleva a una joven estúpida y atractiva, los enemigos de los protagonistas aparecen bien visibles casi todo el tiempo e incluso se le dedican multitud de primeros planos a plena luz del día. ¿Esto es malo? Bueno, no, a priori no. Pero cuando se supone que hay que temer al monstruo... y el monstruo es un pastor alemán con un pelaje tan bonito que dan ganas de acariciarlo... pues sí es malo. Estos perros no son esos temibles lobos que uno espera ver y que hubieran proporcionado algo de tensión. Estos perros son habituales mascotas de cualquiera de nosotros o de nuestros vecinos, bien cuidados, peinados y casi con cara amigable. ¿Quién va a tenerles miedo? En serio, es tan lamentable que sólo puede producir carcajadas. Hay una escena donde uno de los protagonistas va nadando y de pronto salen varios perros a perseguirle. Si cambian esa escena por una de la serie de Lassie en la que el perro nada para ayudar a un hombre que se ahoga, no se notaría la diferencia. No sé quién habrá sido el listo que hizo el casting de perros (si es que eso existe, que supongo que sí aunque suene raro) pero yo creo que se confundió y pensó que estaba eligiendo animalitos simpáticos para una de Disney.
Los perros hambrientos (se supone que lo están aunque físicamente se los ve muy bien alimentados) tienen como objetivo a cinco jóvenes, que son los protagonistas humanos (siempre bien peinados y luciendo físico) de esta basura. Del reparto sólo merece ser destacada es la relativamente famosa Michelle Rodriguez, la principal razón por la que me lancé a ver este bodrio y no otro con las mismas expectativas. Su personaje es de cartón, como los del resto, con frases incoherentes y estúpidas y comportamientos irracionales que no se quedan atrás, pero su evidente encanto (y su afición por mostrar los inicios de su carnoso trasero atado por un minúsculo tanga) la salva un poco del desastre. Del resto, pues decirles que hay una chica con pinta de drogata, un par de musculitos guaperas y el típico negro charlatán que no para de intentar hacerse el gracioso. Por supuesto, es el primero del grupo que muere, en justa correspondencia con los cánones más sagrados del género.
Antes del último párrafo, no quiero dejar de comentar uno de los temas más absurdos de la película: el mal que hace que los perros sean tan agresivos. Resulta que tienen la rabia pero no, porque estarían muertos. Memorable (por lo ridícula) la frase de uno de ellos al descubrir unos botecitos en una sala de laboratorio: 'han jugado a ser Dios'. Sí, creando perros asesinos. La típica broma de Dios. La traca final es que si uno de los simpáticos perros, que además son listos, conste, muerde a una persona, le transmite... algo raro. Algo raro porque en la película no se dice nada de lo que es ni de sus peligros o consecuencias. Lo único que se muestra es que sienten la presencia de los perros y tienen una actitud más agresiva de lo normal. ¿Alguien se atreve a dar un diagnóstico? Personalmente, me reí mucho con esto porque en lugar de empeorarles, les hacía más competitivos ante el peligro, con lo cual era mejor ser mordido que escapar de las fauces de los animalitos.
En definitiva, 'Aullidos' es una película lamentable, aburrida, con diálogos que parecen salidos de la mente de un colegial con problemas para el razonamiento más elemental y sin ninguna escena mínimamente destacable si no es para señalar su pésima factura o su ridículo planteamiento. Un auténtico despropósito que nunca debió salir del sótano de Wes Craven.