La propuesta que os traemos hoy dentro del brutal menú que propone el Atlàntida Film Fest es una pequeña película sobre una pequeña gran historia: el esfuerzo de una joven anónima parisina por hacerse un hueco en una industria musical que comenzaba a sustituir los elementos orgánicos por sintetizadores. Llegaba 'El sonido del futuro'.
Tócala otra vez, Alma
Si eres lo suficientemente viejo como para haber pasado tardes en casas de gente escuchando discos de importación, es posible que lo tuyo con la ópera prima de Marc Collin sea amor a primera vista. O escucha. Sorprende que en su debut, todo un veterano de la música como miembro de Nouvelle Vague, se decante por la misma canción que reventó las salas con el 'Clímax' de Gaspar Noé hizo hace apenas cuatro días.
A pesar del buen gusto musical del director, de los personajes femeninos (y alguno masculino) y del ritmo de la película, que no consigue atascarse y aligera todo lo que puede, la intención de Collin es demasiado insistente y forzada. Los primeros veinte minutos de película sirven únicamente para apreciar la hermosura de nuestra protagonista femenina, que no termina de sacar un proyecto adelante. De repente, primer personaje masculino y ZAS!, ya estamos en las sucias aguas del machismo de la industria musical.
Ese punto de vista juega en contra y a favor. Cualquiera que haya estado metido en el mundillo del espectáculo sabe que estas cosas y estas gentes pueden pasar por ser así, pero no conocer ninguna de las motivaciones de ninguno de los personajes, los deja un tanto desnudos. Como su relación con los personajes de Clara Luciani o el de su amigo perdidamente enamorado pero que aguanta detrás de la barrera.
Inspirada por algunas pioneras de la música electrónica, como Delia Derbyshire o Eliane Radigue, la película cuenta con ligereza los contratiempos de una joven compositora de sintonías para publicidad perdida en la realidad del negocio musical de los años setenta, en algún lugar entre los primeros éxitos de Jean-Michel Jarre y el advenimiento de la nueva ola. Las elecciones de los discos que suenan en la película son de un gusto exquisito y los sintetizadores son muy cinematográficos, pero se intuye también cierto amateurismo y también algo de complacencia para con sus personajes e historia.
Tanto como para jugar con el título de 'El shock del futuro', la obra del futurólogo Alvin Toffler que hablaba del shock provocado por un un gran cambio en un período de tiempo especialmente corto. La referencia tal vez está grande, pero queda muy bonito en el póster y la música, ciertamente, acompaña. Aunque lo único que tenga de ciencia ficción la película sea el temazo que se marcan en un par de minutos dos completas desconocidas. Pero eh, estas cosas, pasan.