Por razones que no vienen al caso (relacionadas con un reloj y un periódico, averiguad el resto), me encontré, acompañado de dos colegas cinéfagos, viendo la francesa 'Algunos Días en Septiembre' ('Quelques Jours en Septembre') en lugar de la norteamericana 'Déjà Vu', y, a los pocos minutos, ya supe que había sido un gravísimo error. En esos momentos siempre me acuerdo del típico dilema de salirse o no de la sala. Ya has pagado, así que, ¿para qué perder más tiempo sufriendo con una basura de película? Será que siempre espero ver algo rescatable o será que ya tengo asumido que estaré dos horas en el Cine, lo que importa es que me quedo ahí, trantando de tomármelo lo mejor posible. Como digo, afortunadamente, estaba con dos amigos y si a eso le sumamos que no había nadie más en la sala (¡¡ahora sé el motivo!!), pues os podéis imaginar que no nos cortamos un pelo a la hora de despacharnos, a gritos, con el responsable de este pedante bodrio. Incluso hablamos de la maldita fiesta de fin de año. Por cierto, ¿a dónde iréis vosotros?
'Algunos Días en Septiembre' se centra en la búsqueda de Elliot, un agente de la C.I.A que tiene información valiosísima para diversos frentes tanto políticos como económicos. Su deseo es reunirse con su hija, Orlando, y su hijastro, David, para lo que pide ayuda a Irène, una antigua amiga y colaboradora. Sin embargo, en el tablero también está William Pound, un asesino a sueldo con problemas mentales que busca a Elliot.
Y resulta que la película es un incomprensible (por los medios y los actores de renombre que hay en el reparto, no por la trama, tan idiota como todo lo demás) cúmulo de escenas estúpidas, mal escritas, mal rodadas y peor interpretadas. Un completo despropósito. Especial mención merece la increíble concepción del enfoque que tiene el director. Sí, sí, he dicho enfoque. Porque este realizador tan "cool" que es Santiago Amigorena se ha debido empapar de Wong Kar-Wai el fin de semana anterior a rodar su bodrio y ha pretendido imitarle de alguna forma, consiguiendo que el espectador tenga que mirar hacia otra parte fuera de la pantalla si no quiere acabar ciego. Además, el hombre lo justifica con una escena en la que el personaje de Binoche se quita las gafas diciendo "me gusta hacer esto, me da otra visión del mundo" (¡¡no, no me lo he inventado!!); sin embargo, los planos subjetivos que deberían venir después de ese gesto no aparecen, sino que vemos a Binoche con los ojos de otro personaje y también está todo desenfocado. Y más aún, hay escenas desenfocadas donde Binoche ni siquiera está presente. Ya digo, para que no le vuelvan a dejar una cámara más en su vida. Ni un bolígrafo, en realidad. No vaya a ponerse a escribir más diálogos como ése en el que compara a los norteamericanos con los dinosaurios. Hay que joderse.
Por supuesto, por la pantalla van pasando Juliette Binoche, cuya visión del personaje se limita a poner cara de estreñida y reír alocadamente, además de hacer ruiditos con la boca, John Turturro, que hace de asesino gilipollas que llama a su psicólogo al móvil para contarle tonterías, Sara Forestier, que "interpreta" a la hija abandonada de Elliot pero podría estar haciendo cualquier otro papel y no notaríamos la diferencia, Tom Riley, que tiene el placer de encarnar al personaje más imbécil de todos, y, por último, Nick Nolte, que sale dos minutos y parece que quiera morirse nada más aparecer. A saber los motivos por los cuales estos actores se han dejado manosear por Amigorena. ¿Sólo dinero? Debe ser eso.
En definitiva, porque me niego a perder más tiempo con este insoportable bodrio, 'Algunos Días en Septiembre' es una de las peores propuestas cinematográficas del año, realmente lamentable. A pensar ya en otra película...