'Zohan: licencia para peinar', prohibido verla con expectativas

'Zohan: licencia para peinar', prohibido verla con expectativas
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Adam Sandler vuelve con lo mismo. Este cómico estadounidense repite la fórmula con la que más éxito de taquilla (que no de crítica) obtiene. Y ahora, de nuevo de la mano de Dennis Dugan (tras la espantosa 'Yo os declaro marido y marido'), protagoniza un film que se encuentra libre de toda pretensión, y que de ninguna manera se dirige a espectadores que busquen en ella más que un rato de evasión, humor vulgar y en definitiva, entretenimiento.

Zohan (Sandler) es un superagente israelí, una suerte de macho-alfa cuyo mayor reto es capturar al Fantasma (John Turturro), un terrorista mediático. Cuando es dado por muerto tras una lucha con éste, aprovecha la ocasión para materializar lo que siempre ha sido su sueño: viajar a EEUU y convertirse en estilista. Tras varias desavenencias, consigue empezar a trabajar en el salón de belleza de Dalia (Emmanuelle Chriqui), una atractiva palestina.

La principal novedad respecto a otras chorradas que ha protagonizado Sandler, es que viene con una propuesta menos vacua (es un decir), y ciertamente estar acompañado en el reparto por el gran Turturro y Chriqui, es infinitamente mejor que, por ejemplo, con Kevin James y Jessica Biel. 'Zohan: Licencia para peinar' (como siempre, en nuestro país se lucen con el dichoso título) es un canto al humor zafio, a aquel de "caca-culo-pedo-pis" que siempre, por desgracia, funciona. A pesar de esto, su tono carente de complejos la hace sorprendentemente disfrutable, en cuanto a que lo que muchas veces (hablo de la filmografía de Sandler) ha sido gags antipáticos, aquí son más llevaderos, más comprensivos con la paciencia del espectador. Me atrevería a decir que el hecho de que Judd Apatow esté en los créditos como guionista, es un punto a favor considerablemente evidente.

En cuanto a Sandler, es un tipo que defiendo y seguiré defendiendo. A pesar de que aparece en un truño tras otro, siempre va a contar con una segunda oportunidad por mi parte. En 'Embriagado de Amor', la marciana comedia romántica de Paul Thomas Anderson, demuestra que con una buena dirección de actores, sus limitados recursos actorales pueden sentar bien en pantalla. Lo mismo digo si hablamos de 'En algún lugar de la memoria'. En la película que nos ocupa, su registro cómico está bien aprovechado, porque aquí cuenta con un look no convencional, y ha de tener diálogos con un acento exótico (no sé cómo habrá quedado en la versión doblada; en V.O. queda gracioso).

Por supuesto, no podía faltar el colega Rob Schneider, en el papel más logrado que le he visto en comedietas de este calibre. Y es que Schneider hace un personaje cargadísimo de tópicos (taxista árabe, para qué queremos saber más), pero que asombrosamente divierte. De Emanuelle Chriqui no tengo mucho que decir. Me agrada que esté en pantalla, aunque como comprenderán, es más por mi condición de heterosexual que por la interpretación que ésta realiza.

Como ya saben, hay muchos chistes, que tienen como referencia, por lo general, en 'Agárralo como puedas', sobretodo porque Zohan es un agente secreto casi infalible, que en algunos aspectos se parece al personaje de Leslie Nielsen. De todas formas, la influencia principal es sin duda 'Borat', ese personaje de Kazajstán construido por el cómico británico Sacha Baron Cohen. Algunos gags son calcaditos, en cuanto a la adaptación de Zohan al "país de los sueños" que pretende ser EEUU. Los chistes pueden hacernos reír o no, pero desde luego hasta el más escéptico puede quedarse perplejo al darse cuenta de que la película no le está desagradando tanto como pensaba. Le dará vergüenza reconocerlo, pero así será: la hora y cuarenta minutos que dura el film no se le hará tan insoportablemente tediosa como suele ocurrir con las películas de Sandler. Y en la segunda mitad, cuando reaparece Turturro, la cosa mejora notablemente. Aparece Mariah Carey en un papel autoparódico, pero está ciertamente desaprovechado. Lo peor es la moralina del sueño americano que se intenta inculcar, donde parece que en EEUU todo el mundo ha de llevarse bien, por mucho que uno sea palestino y el otro israelí. Se agradece el intento, de todas maneras, porque por lo menos refleja una sana intención de relajar la tensa visión que se suele tener de este conflicto.

En otras palabras: 'Zohan: Licencia para peinar', con un argumento absurdo y un desarrollo surrealista, cansino y predecible, golpea a nuestros prejuicios, no chirría tanto, y se deja ver. Lo cual ya es mucho decir. Si encima entretiene, aunque sea con el himno a la vulgaridad que constituye, ya está por encima de bastantes pseudo-comedias que desde luego flaquean muchísimo en cuanto a calidad. El entregado protagonismo de Sandler es positivo.

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