La mañana del lunes, a las 9:15 horas, Cuatro reponía (después de tantos años) los dos primeros episodios de la mítica serie V. Y a este mismo ritmo va a seguir emitiendo episodios a lo largo de toda la Semana Santa para después reducir la frecuencia a los fines de semana.
Qué recuerdos... como no podía ser de otra forma, la serie no ha envejecido bien: estética ochentera, efectos de su época (aunque, todo sea dicho, las naves se mueven con soltura en la pantalla), la acción que se desarrolla a saltos... sin embargo, en esta segunda revisión, es posible detectar elementos de una magnífica serie. Y es que son muchos los protagonistas de la misma, muchas historias cruzadas que tienen su vórtice en la llegada de los visitantes a la Tierra y en la relación que se desencadena entre ellos.
Y, sobre todo, la serie es un canto contra los totalitarismos. Los de antes de la serie, los de su época... y por qué no, los actuales. Observar las tácticas de la invasión, y compararlas con otras invasiones que en el mundo han sido, provoca ciertos escalofríos. El control de los medios, la represión de la clase potencialmente crítica, la imagen amable, la infiltración en la juventud, la incitación a las delaciones... todo cuadra. Quizás los invasores de nuestra época no sean lagartos y no coman ratas. Y quizás por eso debería darnos más miedo.
Afortunadamente, siempre surgirá una resistencia. Y como imagen de ella, la de uno de los personajes de la serie (un antiguo resistente judío ante el totalitarismo nazi) cuando pinta la V sobre los carteles de los visitantes. V de victoria.
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