Hay un conocido experimento neurocientífico que consistía en descubrir los parecidos y diferencias de un mono con un ser humano. Mientras que un mono replicaba la acción que veía en un ser humano. La acción era comer un bocadillo. Cuando el mono veía al ser humano fingir que lo comía, no reaccionaba más que con indiferencia. ¿La moraleja del experimento? Los monos, a diferencia de los hombres, carecen de imaginación.
Me sorprende a veces al servicio de qué ponen ciertos escritores de los medios su imaginación. He leído con variada frecuencia, y no solamente en esta lengua, un montón de odas antiintelectuales. Por antiintelectual no me refiero a quien no disfrute de cierto cine, sino a quien, activamente, se opone a la intelectualización (es decir.: a la teoría, al estudio) de las películas más minoritarias.
Hay un par de artículos muy agotadores, y escritos desde el pesimismo y el optimismo, que han reabierto el debate en la comunidad cinéfila y que a mi me han irritado bastante. Trazaré, en líneas general, un resumen de los lamentos y celebraciones.
El primero está escrito por Andrew O’Hehir para Salon. En tono solemne, con una languidez emocional sorprendente, asegura que el cine ha muerto porque la cultura (la crítica, el público y sus gustos más variados) han ido desapareciendo. Por el camino O’Hehir menciona la novela última de JK Rowling y el auge de las series de televisión. Esta tesis la vengo leyendo desde hace ya tiempo y hasta me la comí con patatas, pero es mentira, claro.
El segundo, firmado por Jason Bailey, está escrito sin complejos. Dice que no está muerta, que es más “divertido”. Realmente, después de la lectura, no sabía yo donde meterme. O’Hehir confunde.: la televisión está aprovechando una estupenda coyuntura industrial para experimentar con sus posibilidades narrativas. Pero contaba ya con una vasta tradición de calidad en la televisión europea, que el escritor de Salon ignora, muy vasta y profunda, y con precedentes muy interesantes en la propia televisión estadounidense.
Y después, el símil de Rowling es incorrecto. O’Hehir está hablando, todo el tiempo, de la única legitimidad posible que él concibe: la del mercado. A mi esa legitimidad no me importa cuando veo una película. El cine, como todo el arte, tiene el juicio implacable del tiempo y para el tiempo y los críticos el mercado suele ser anotación histórica y no legitima ni significa nada. Tamaña obviedad induce a O’Hehir a hablar, todo el tiempo, de negocios y ventas y no de cine: bien está, pero es su problema, no el de la comunidad cinéfila, con posibilidades de lectura, global, inteligente y llena de inabarcables textos e inteligencias a lo largo de la red.
El caso de Bailey parte de la misma premisa.: el mercado y sus gustos (muy poco imaginativos, dicho sea de paso, puesto que todo lo que celebra son películas con un tipo concreto de representación violenta y simplificada). En ese sentido Bailey habla desde el mercado y para el mercado: solamente así se concibe que hable de películas norteamericanas y confunda éxitos de taquilla, trabajo para estudios con sus condiciones de producción y distribución en diversos monopolios con calidad cinematográfica. A mi, realmente, no me importa.: pero si que me molesta que algún lector bienintencionado y descuidado caiga en esa trampa, con una retórica típica de vendedores, ajenas al estudio. Que Bailey no conozca la obra de Tsai Miang-Liang, Kiarostami, Carax, Ruiz o Godard ni las coloque entre sus listas de lo mejor del año es su problema, no, desde luego, el mío. Que Bailey ignore lo que sucede en Cannes y los demás circuitos, es, de nuevo, su problema, no el mío.
Problema mío es que algunos lectores que podamos compartir, siendo honestos no muchos por la cuestión idiomática pero también esta expansión educativa que vivimos permitirá que si sean, si se me permite conjeturar, unos cuantos, piensen que la razón por la cual Hitchcock y Hawks eran buenos eran sus condiciones de trabajo. Habrá que deshacer esta falacia, pero hablaré, antes, de un hombre inteligente.
Enfadado como estaba, me encuentro con las sabias palabras de Richard Brody. Vuelvo a lo que decía a lo de antiintelectual. A lo largo de mi vida, he leído, incluso oído, las mismas acusaciones acerca del cine más, digamos, complicado.: que era snob, que era “un coñazo” y que la gente que lo disfrutaba no se “conmovía” por las “verdaderas” historias llenas de “vísceras y emoción”.
Hablaré por mi, que para algo soy yo quien opina, y diré una cosa.: es mentira. No he visto películas más hermosa, ni he llorado mejor (de manera sabia, sabiendo que la emoción no era tramposa sino legítima: basada en la empatía y no en la manipulación) que con el cine de Roberto Rossellini y Vittorio de Sica; gracias al ‘Desprecio’ (Le Mépris, 1963) de Jean Luc Godard he alcanzado un grado (pequeño, pero imprescindible) de sabiduría sobre el amor, las rupturas y la manera de dirigir con verdadera imperfección; creo que Kiarostami y Bergman han expandido los límites de lo que yo entiendo por “habla” y la lista es larga.
La cultura es algo profundamente colectivo puesto que aprendemos de inteligencias y recomendaciones y también acostumbramos a nuestro gusto al aprecio de cosas distintas, formando nuestra inteligencia en la discusión con la teoría. Y eso es bueno.: las mejores experiencias son las más inesperadas. Las que nos obligan a buscar otras palabras en la crítica. Así que basta ya de mentir.: el cine minoritario tantea emociones, expande imaginaciones, la única razón es que no lo hace en lo establecido, por eso lo llamamos arte y no artesanía.
Lo que recuerda Richard Brody es verdad: la razón por la que Hawks y Hitchcock son memorables no tienen mucho que ver con las razones de mercachifle que da Bailey. Tienen que ver con la manera en que dirigían y expandían el lenguaje, el estilo y también la moral que habitaba en sus películas; por eso fueron celebrados por críticos con sensibilidades muy afines al Arte elevado como fueron Manny Farber o los franceses de Cahiers. Por esa razón, y no por otra.
Y miente O’Hehir, o se miente a sí mismo, respecto a esa “cultura cinéfila” a la que da por fallecida. No creo que esto sea verdad respecto a la comunidad cinéfila. Pondría como ejemplo la comunidad aquí reunida, bastante curiosa y heterodoxa, con usuarios muy interesados en muy distintos géneros y nacionalidades del cine (y con la que yo he tenido mis interpelaciones, positivas y negativas, como debe ser), pero es que la red está tan llena de gente que completa y facilita la filmografía de cineastas excluidos y nada legitimados por el mercado que resulta sonrojante decir más.
Creo, en pocas palabras, que la nueva cultura no existe, para nuestra suerte, al ritmo de una cartelera predecible, cada vez más tosca y que sí ha perdido la relevancia debido a unas condiciones de distribución cada vez más basadas en el éxito de producciones demasiado aparatosas y en el monopolio y con una oferta limitada que invita a racionalizar las visitas al cine (además, naturalmente, de otros factores, pero estos tienen que ver con el sistema en el que vivimos y sus retribuciones).
Lo que, en cambio, creo que es el futuro son las filmotecas y las miradas al pasado y las reposiciones. ¿La razón? La cinefilia de este siglo XXI está reconstruyendo un pasado rico y tienen una memoria en la que late mucho cine y es por eso que no morirá. Es una tesis que vienen delineando, entre otros, Jonathan Rosenbaum y Adrian Martin, pero baste echar un vistazo a lo que más se pide en esta bitácora. Y lo diré por última vez.:
Vivimos tiempos privilegiados. Y están en red.
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Harry Powell
El Niño: Cuando El Crítico no está en plan "todo-el-mundo-me-odia-nadie-me-comprende-" nos brinda posts tan interesantes como éste.Siga así.
Saludos.
ruben_seronda
Es bastante sencillo a mi modo de ver, y no se trata sólo en el cine, especialmente en este, pero también en la música y la literatura. Los dictados del mercado hacen listas homogeneas y las estadísticas muestran sólo la punta del iceberg, las cifras, altas y rentables, pero no la mayoría, sino la mayoría concentrada en una misma cosa.
En cartelera o en las listas de ventas de libros o de discos, salen siempre los mismos nombres, y conceptos similares y extendidos.
El error tal vez es querer ubicar lo intelectual en los mismos canales por los que se mueve el ocio por el ocio. Durante años acudí a las jornadas que se celebran cada año (durante estos meses otoñales precisamente) en Santiago de Compostela, al Cineuropa (que cumple este años sus 25 ediciones) y el caso es que igual que yo por entonces, otros muchos hacían cola para ver películas de Buñuel, Aki Kaurismaki o Theo Angelopoulos por citar algunos.
Salas y teatros con público desde los 18 en adelante, con gran presencia de los de veintipocos.
Esa generación a la que se supone ya no interesa revisitar el pasado, atender a lenguas lejanas, leer subtitulos e investigar sobre el comunismo de la Rumanía de Ceaucescu, la vieja Yugoslavia retratada por Kusturica o los problemas de la clase obrera británica contada por Ken Loach o Mike Leigh...presenciaba y sigue presenciando con gran interés ese cine y esa cultura.
Actualmente además de internet acudo muy a menudo a bibliotecas nodales y municipales y descubro con gran alegría que tengo que esperar para poder llevarme cierta película de Victor Ericie o de Eisenstein...y que no están precisamente cogiendo polvo en una estantería considerada reliquia...sino que todo el rato están en movimiento, pasando por muchas manos y ojos. Que hay verdadero interés.
El dilema es ¿No corrompería acaso el mercado este arte? ¿No es un logro que permanezca relegado al verdadero interés "individual"?
Creo que por una parte nos gustaría ver en los Yelmo (o la cadena de cines que cada cual tenga a mano o a su gusto) las películas de ciertos autores que no siguen las reglas comeriales...
...pero a lo mejor sería tan preocupante ver que de repente a todos nos interesan Los Hermanos Karamazov, La rebelión de las masas o las reflexiones de Ernesto Sábato.
A veces que ciertas cosas permanezcan como reliquias personales y haya que buscar y rebuscar es mucho más gratificante que esa reliquias estén en primera plana, masificadas y expuestas a la tergiversación y apropiación de la masa.
Simplificando y resumiendo mucho. No me importa para nada compartir con mucha gente y muchos amigos nuestro disfrute con Batman o El señor de los Anillos...ese lugar común...pero me gusta igualmente que a la hora de la verdad cada uno tenga sus filias y sus fobias hacia Woody Allen, Akira Kurosawa o unos ensalcen el cine argentino y otros prefieran de largo el francés.
Todos necesitamos lugares en los que coincidir con todo el mundo y con cualquiera...y lugares en los que sólo coincidir con ciertas personas o incluso quedarnos solos.
Time Paradox
Yo creo que en el cine (o la televisión) todo se puede intelectualizar, el problema está en saber qué merece la pena hacerlo y qué no. Se puede intelectualizar Harry Potter? Sí, merece la pena hacerlo? No. Pero ahora bien, por qué el famoso mago llena salas y no lo hace por ejemplo "El Irlandés"? Creo que es simplemente un tema de distribución y publicidad, no creo que el público sea tonto o más vago, porque ahí están la televisión (os imagináis capítulos de "Game of Thrones", "Homeland", "The Newsroom"... en cine???) y la literatura para desmentirlo. El cine está muerto, sí, tanto como el Rock and Roll, y el que quiera entender que entienda.
eluyeni
La verdad suele ser gris, así que me parece que ambos autores tienen su parte de razón. Y el problema compartido de los dos artículos es que pretenden establecer una especie de "veredicto" simplificador. Que si bien llegados a ese reduccionismo me hacen estar más cerca (por pura esperanza) del segundo que del primero (aunque a mí todo eso de "la revitalización televisiva" me acabó pareciendo otro camelo más), no puede obviarse la falta de análisis y la cultura de consumo rápido que denuncia en Salon.
Lo que es una verdad incuestionable (y que dure), gracias al cielo, es su último párrafo.
Salu2 ;)
(PD: Me ha gustado su artículo, porque en gran parte recoge mi solicitud a su "tema de debate" que nos pedía en su hilo de 'Respuestas')
rant
Es curioso como algo tan "nuevo" como el cine, en tan pocos años, haya creado opiniones tan diversas y excluyentes entre si, siempre parece haber eruditos que creen poder sintetizar y simplificar la realidad del medio y hacer previsiones de futuro, cuando se nos ha demostrado una y otra vez que este es un medio en constante evolución y más desde que vivimos en un mundo globalizado a través de las TIC (tecnologías de la información y la comunicación) De aquí unos años cuando consumir cine por internet y de pago sea lo más normal del mundo ya veremos si la cultura del cine ha muerto, creo que entonces Hollywood deberá recuperar unos estándares mínimos de calidad para competir con el cine internacional "mano a mano"
Hoy en día por suerte existen cada vez más "circuitos" (cosa que creo que se demuestra con una generación joven de directores que si bien hacen un cine que no acostumbra a dar beneficios económicos siguen rodando películas y cuentan con un público propio, más entregado si cabe que el de las grandes producciones) y eso del gusto de las masas es algo cada vez más disperso, todo aquel que no sea capaz de degustar un cine distinto al que esta habituado no creo que sea realmente un amante del cine ya que un amante del cine lo que de verdad le apasiona es la capacidad que tiene este de expresar sentimientos,ideas, imágenes...de una forma distinta a lo que estamos acostumbrados, al verdadero amante del cine lo que le gusta es ampliar horizontes y descubrir nuevas formas de "sentir" el cine dentro del cine.
No hay mayor grandeza que disfrutar igual de Wilder,Dumont o Rosales que con Whedon, Nolan o mi amado cine slasher.
grocasgrog
En mi opinión, se puede hablar de un cine complicado, pero no de un público más o menos inteligente. Lo malo del cine minoritario, complicado, etc está en los autores. Yo creo que los cineastas se dividen en dos tipos: los que creen que realmente hay un público más inteligente que otro, y el que sabe que la inteligencia es la excusa que dan los vagos para justificar la brecha que existe entre ellos y los que saben que pensar es gratis. Así, salen películas minoritarias conmovedoras y con grandeza, y otras pretenciosas y desastrosas, pasando lo mismo con las grandes producciones comerciales. Para dar ejemplos de contraste entre autores recientes y conocidos, hay el hecho de que se llegue a comparar El Caballero Oscuro con Los Vengadores o Alien con Aliens. Todas son películas comerciales, pero las segundas son las que hacen que veamos una división en el cine, al creer que su público es estúpido cuando en realidad es vago.
No todo es tan distinto. Yo veo cierta similitud entre "Blade Runner" y "Ciudadano Kane", por ejemplo, o "El Séptimo Sello" y "Rescate en Nueva York".
rafa.rebolledo
Desde que alguien analiza el cine actual basándose en "lo que hay en cartelera y en lo que vende" esa opinión ya no tiene ninguna validez para mí,
Hay demasiado cine, mientras más veo más me doy cuenta de lo mucho que me falta. Para saber de esto hay que estudiar, leer, ver películas, seguir viendo películas, filmar; no es tan sencillo como pararse enfrente de un cine y como hay pura mierda decir que el cine ha muerto y ya está
Cada año salen películas que nos devuelven la esperanza y nos hacen ver que sí, que no estamos tan mal como parece, que se siguen haciendo buenas cosas a pesar de todas las adversidades y que el cine se sigue superando a sí mismo.
Hice una lista muy selectiva, según yo, de las mejores películas que he visto y ya llevo 300 títulos, de las cuales estoy seguro que ni 20 las vi en el cine. Ir al cine ya es para los que quieren estar con la novia o perder el tiempo 2 horas: para los que realmente nos gusta este arte, ahora consiste en sentarte en tu casa, en la soledad, y ver una tras otra las películas que están por cambiarnos nuestra forma de ver la vida
Siempre encontramos lo que buscamos, y yo sigo encontrando personas que su pasión por el cine es un padecimiento hermoso, personas que me hacer ver que no estoy solo y que no soy el único que está pensando todo el día en el séptimo arte
Hansel77
El problema no son los intelectuales, son los intelectualoides.
Como ejemplo de esta chorrada que digo podría valer el personaje de Bill Murray en Academia Rushmore. Ahí Murray es el jefe de estudios.. Por medio de los estudios y su intelecto llega a tal cargo,.. pero una vez ahí usa su intelecto y su conocimiento del sistema para promover sus propios intereses. Ahí es cuando se convierte en un intelectualoide. Porque, a pesar de su facha intelectual ( legítima o no ), ya no usa el intelecto ni el esfuerzo.. aunque lo publicite y promueva.. es básicamente un calientasillones con su buen despacho que practica el nepotismo.
Lo que en un principio era un protohombre del intelecto ( exagero, pero para no divagar ) se ha convertido en realidad en solo se mueve y pregona para su propios intereses.. y mira lo que consigue.. que subintelectuales como el personaje de Swarchtzman ( gran coeficiente inteletual pero para nada un chico listo ) se cree toda una escala de valores errónea y decepcionante.
La vida misma..