El pasado año tuve la suerte de estar en una mesa redonda dedicada al llamado Cine LowCost, en un excelente ciclo comandado por Miqui Otero y Desirée de Fez que entre sus aciertos tuvo la labor importante de proyectar 'Mamá es boba' (1997), la excelente primera película del no menos talentoso Santiago Lorenzo y dar mesas redondas y charlas a voces tan distintas como las que componen Filmin o a mesas redondas con cineastas como Carlos Vermut cuya 'Diamond Flash' (2011) pasa a ser, merecidamente, parte del cine de culto, en su sentido más estricto.
El tema de la mesa redonda, en la que compartí espacio con Quim Casas y Jordi Costa, era el de la relación de la crítica con el llamado cine LowCost y en la que la coincidencia discursiva fue más o menos similar. Los veteranos críticos de cine se deshicieron en elogios a cineastas radicales, tradicionalmente marginados, como Jim Jarmusch, y recordaron los peligros del "hype" o la maquinaria publicitaria de "expectativas" generada alrededor de productos industriales que suelen confundirse con "acontecimientos culturales".
He pensado mucho en estas jornadas cuando he leído un artículo en signo contrario escrito por Pablo Vázquez para La Paz Mundial. Hay muchos aciertos en dicho artículo, pero empezaremos por las confusiones o reservas que tengo con su texto.

Al evaluar el llamado cine low-cost habla Vázquez de que "siempre será cutre" con una simpleza y sentido práctico que parecen ignorar elementales lecciones de estética. Bajo el indudable influjo de Vermut, el joven cineasta Pablo Hernando ha filmado y proyectado ya 'Cabás' (2012), una radical, hermosa e imperfecta primera pieza que anuncia una carrera con un gusto lumínico, una pasión compositiva y un sentido estético absolutamente por encima de cualquiera de las películas hechas con miles de millones de dólares invertido sin gusto y sin inventiva. ¿Qué clase de argumento es, por otra parte, cutre, una palabra que ya es de por sí precariedad expresiva y juicio carajillero?
Aunque luego da sobradas muestras de alto sentido común, Vázquez tiene un rarísimo concepto de libertad y habla de la autocensura del lowcost. Como ejemplos de "libertad" pone sexo, violencia y "temas tabú" (resulta divertido que escoja películas cuya versión de los hechos no desencaja nada con la de la versión oficial de los mismos y que no se cuestionan nada políticamente). Sobre el gore ¿Desde cuando ha sido una explosión de libertad ahora que ya no hay censura alguna? Y ¿el sexo por secuencia es también un valor de dicha libertad?
Es precisamente la libertad estructural y representativa la que pone en juego y cuestión el llamado cine low-cost, la narrativa, la de seguir convenciones y estéticas preestablecidas. Es decir: libertad es combatir las formas dominantes, que en este punto y momento son las formas del mercado. ¿Qué es la libertad en el arte? ¿Una serie de ingredientes cuya dosis aumenta esa ensalada o ese platito precocinado que huele a "libre"? Es desconcertante, desde luego.
Dónde si que creo que da en el clavo Vázquez es en lo referido a las cuestiones económicas. Aún siendo de muy bajo coste, el low-cost necesita una mínima garantía económica. Ciertamente, no va a salvar a la industria sino que va a oxigenar su ya de por sí maltrecha creatividad y trato financiero e impositivo. Y puede servir de cantera a cineastas nuevos.
Pero los problemas que tendrán seguirán siendo monetarios. Y ahí es donde Vázquez comete la última ingenuidad de su artículo, al decir que es la Serie B de toda la vida, cuando todo el mundo sabe que las películas llamadas serie B eran films de presupuesto menor pero distribución garantizada que los estudios colocaban en un tipo de pases dobles para rentabilizar sus inversiones. Al ser una maniobra comercial, se garantizaba, al menos, la visibilidad del proyecto.
Es decir: el low-cost, que tiene que inventarse plataformas, espectadores y hasta lugar en los medios no tiene absolutamente nada que ver con el cine de serie B, que nace de un excedente de producción que necesita rellenar espacios tras las inversiones hechas en grandes vehículos para estrellas, y que tiene un espacio, aunque menor, y una posibilidad de éxito, una oportunidad clara.
En un clima de capitalismo corporativo en entredicho y en un país en el que la piratería provoca daños económicos palpables a las industrias culturales mientras la juventud vive en un estado notable y palpable de absoluta precariedad socioeconómica y laboral, el cine low-cost es una oportunidad, pero también una lucha.
Y no debería terminar enseguida.
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j.l.l.deznan
Una mesa redonda con Pablo Muñoz y Jordi Costa...creo que habría necesitado traductor.
filmman
Aquello sobre que el LowCost es cine barato no hizo gracia pues hoy en día todo es caro, pero en el fondo Vázquez tiene algo de razón. Una peli de presupuesto menor se podrá llamar de serie B o de low cost, que queda más de hoy, pero en esencia económica es lo mismo, una peli de presupuesto menor, esto es, barata :)
Y sí la serie B estaba colocada de antemano en el programa doble, el LowCost puede estarlo en Internet sin necesidad de copias, y sin que el tiempo de metraje habitual en proyección condicione al director, en encartes de publicaciones específicas, etc.
La serie B tenía algo a favor y el LowCost tiene la era digital en cámara, disco y Red, no es poco y es cuestión de que haya imaginación para aprovecharlo, con una diferencia de planteamiento artístico que si es evidente.
‘Diamond Flash’ de Carlos Vermut, muy maja, pero casi que me gusta más 'Don Pepe Popi' :)
vah
Yo asistí hace poco a la proyección de 'Cabás', con posterior coloquio de Pablo Hernando y Desirée de Fez. Me llamó la atención una cosa que dijeron, y es que lo de "low cost" no les gustaba como título de este "movimiento" (por así decirlo) que se está dando, ya que no les hacía mucha gracia que el presupuesto de la película influyera en la valoración de la película por parte del espectador, ya que provoca cierta benevolencia que impide criticar la película de por sí. Esto es cierto hasta tal punto, que cuando el director preguntó que si había gustado la película, nadie tuvo las narices de decir la verdad (a la salida todo el mundo rajaba de ella -en mi opinión es un tostón con ciertos momentos muy inspirados-). En su lugar hubo un silencio incómodo.
También mencionó el director que no volvería ha hacer una película bajo esas condiciones. Por otro lado, comentando el tema de la película como "escaparate" para los productores, dijo que ningún productor le había contactado. Ésto para mí tiene un enorme significado, y es que estas películas solo pueden servir de escaparate si tienen un potencial comercial. Es decir, que me temo que si llega un joven Lynch de turno, probablemente se seguirá comiendo los mocos después de hacer una película. Y eso para mí es una verdadera lástima.
En fín, gran artículo, y espero que estos mini proyectos sigan aflorando, porque te puede o no gustar la película, pero lo que es innegable es el encomiable esfuerzo y trabajo que llevan a cabo estos chavales, un esfuerzo y un amor al arte que son palpables en cada plano de la película.
pablovazquez_1
Muchas gracias Alvy por haberte leído tu artículo con tanta atención y por querer continuar la discusión sobre un tema tan rico e interesante como éste. Paso ahora a responderte punto por punto. En primer lugar, el título del artículo de La Paz Mundial hace referencia a "Diez pequeñas mentiras sobre el low cost": lugares comunes y frases hechas que se dicen un poco a la ligera. "El low cost siempre será cutre" corresponde a uno de estos encabezados y como tal, no es una frase mía, sino un enunciado o tópico que pretendo analizar. Y lo hago reconociendo que aunque el dinero es inevitablemente determinante, me inclino a creer en la responsabilidad del autor de cine low cost de crear "estéticas, texturas y atmósferas que el cine convencional no pueda o sepa imitar". Esa sería mi reflexión y mi propuesta, y creo que coincide bastante con la tuya. No he podido ver todavía "Cabás", que me interesa muchísimo, pero si logra conseguirlo, enhorabuena a sus responsables. También creo que hay propuestas puntuales dentro del low cost español que sí lo han conseguido.
2) El tema de la autocensura. Reconozco cierto simplismo un tanto infantil –o mejor, adolescente- al hablar de sexo, violencia y "temas tabú" y obviar el enfoque crítico, que como bien señalas es siempre decisivo. Ya dijo Verhoeven que nunca hay que rodar una escena de sexo si sólo sugiere sexo. Pero esto era intencionado por mi parte, porque en ningún caso quería hablar de libertad creativa, de forma o de estructura, que creo que en el low cost hay de sobra. De hecho, la idea que pretendía subrayar es que precisamente este exceso de experimentación es lo que echa por tierra constantemente los avances que hasta entonces había realizado la serie B convencional frente a las películas mainstream y que en algún momento llegó incluso a agotar ella misma por pura repetición. Y eso es justo lo que trato de decir: me parece como mínimo extraño que mientras el cine A abusa de los elementos que antes parecían relegados a las producciones marginales incluso en sus productos más inofensivos y adocenados, el low cost parezca imbuido cada vez más en ese limbo zen, mojigato y autotárquico.
3) El tema de la serie B y la distribución. Con esto no puedo estar de acuerdo. Si bien en sus orígenes sí era como dices, una película B complementaba a una de serie A, ha llovido mucho desde entonces. Y la distribución siempre ha sido un caballo de batalla que ha obligado a directores y productores a innovar, a ser creativos y a buscar nuevas soluciones. El concepto serie B habla únicamente de presupuesto y deberíamos mantener la distribución al margen, porque no es la misma en los años cuarenta, en la época de los videoclubs, en la época de la televisión por cable o ahora mismo. Porque es serie B tanto una película de Ulmer, una de Eric Rohmer, una de Robert Fuest, una de Roger Corman, una de Basilio Martín Patino, una de Luis Miñarro, una de Fred Olen Ray, una de Pedro Temboury o “Diamond Flash”. Con todos los matices que haya que añadir en cada caso, claro.
4) Suscribo completamente tus últimas palabras. Hay que continuar la lucha. Y que siga el debate!