"Pues es que no nos queda más remedio que ver el fútbol". Así se expresaba anoche mi mujer a eso de las 22'30 cuando, después de un par de comprobaciones infructuosas, vimos que las prácticas de contraprogramación habían sido puestas de nuevo en marcha por varias cadenas, mientras que en TVE1 se emitía el España-Croacia. Y es que, ante la ¿previsible? migración de telespectadores hacia el evento futbolístico, el resto de cadenas (con honrosas excepciones) renuncian a su parrilla y meten programas de relleno esperando el final del partido.
Es algo que ya sufrimos durante la temporada, especialmente con las competiciones europeas. Y ahora que viene el Mundial, sólo podemos esperar más de lo mismo.
Asumo que para las televisiones "en abierto" los telespectadores somos un mal necesario, y que sus verdaderos clientes son los anunciantes. Y, por lo tanto, no tienen ningún problema en maltratarnos. Da igual si una serie nos gusta, si no alcanza unos niveles requeridos de audiencia (¿requeridos por quién? Pues por los anunciantes, claro) la eliminan o la marean en la parrilla vilmente (y de paso te llaman pirata). Y lo mismo pasa con el fútbol: da igual si te gusta una serie (en este caso, Los hombres de Paco; sí, me gustan, qué le vamos a hacer) y te sientas puntualmente a verla. Si hay fútbol de por medio, te tienes que tragar un especial "El Neng de Castefa". O el fútbol. O apagar la televisión.
El otro día leí (no me acuerdo dónde, perdón por no dar la referencia) lo de que el modelo televisivo se está asimilando al modelo "restaurante". Puedes tener "menú del dia" o comer "a la carta". Si comes (y pagas) a la carta, tienes derecho a exigir más. Pero si comes "menú del día", te toca apechugar con lo que te toque. Supongo que será así. Pero creo que es equivocado. A medio plazo, creo que incluso un "menú del día" puede esforzarse por satisfacer a sus clientes, ¿no?