En episodios anteriores de esta review: ‘24‘ fue una serie revolucionaria que consiguió enganchar a los espectadores de todo el mundo, pero no estuvo tan lejos de ser cancelada tras la emisión de apenas 13 episodios. Jack Bauer se convirtió en un mito ya no sólo de la televisión, sino en general, pero el personaje interpretado por Kiefer Sutherland sufrió una transformación brutal respecto a su aparición inicial.
Ya comenté que uno de los aspectos más apasionantes de ‘24’ fue ver la forma en la que transformaba la evolución habitual del héroe para ir más allá y abordar el ciclo vital completo, y no de una aventura, de un personaje tan fascinante como Jack Bauer. Yo llegué a adorarlo, sentir pena, odiarlo, empatizar con él, escandalizarme por sus actos y apoyarle como si me fuera la vida en ello con una facilidad tan pasmosa que a veces me costaba entender cómo lo lograban. No obstante, es más fácil entenderlo a poco que uno reflexione seriamente sobre ‘24’ y las, a grandes rasgos, tres etapas vitales (cuatro si nos ponemos exquisitos) de su protagonista.
Jack Bauer, de héroe a Dios
Creo que nadie puede discutir que la función de la primera temporada es establecer a Jack Bauer como un gran héroe de acción. Consigue cosas increíbles y acaba salvando al mundo… pero no a su familia. El héroe nace, pero al mismo tiempo se remarca que su recorrido vital no ha acabado allí. Además, se aprovecha para remarcar la amistad-pique entre él y Tony Almeida (personajes tan similares como opuestos, pero ya llegaremos a eso) y se crea a la primera némesis (la mítica Nina Myers) que ha de eliminar para conseguir ir más allá de ser un héroe glorificado más.
Dando ya el salto a la segunda temporada, Bauer es un hombre herido pero vital para resolver una nueva amenaza contra Estados Unidos. El elemento político, ya presente con anterioridad (y cuya importancia se disparará más adelante), coge aún más fuerza para que la naturaleza bigger than life de su protagonista se refuerce. Sin embargo, Bauer aún no ha terminado de definirse, lo que impide que pueda eliminar a su némesis e incluso le lleva a morir. Sí, Jack Bauer muere en esta temporada… para resucitar y volver desde los muertos, salvar la situación y quedarse a nada de ese nuevo nivel.
Ese salto personal se produce en la tercera temporada, en la que el protagonista pierde directamente toda atadura moral propia de un héroe positivo: Jack se ha vuelto adicto a la droga, no duda en matar a sangre fría a Nina y, en general, asume que todo vale por el bien mayor. Ya resucitó, pero aquí pierde su humanidad, tanto para lo bueno (ser el puto amo que aniquila cualquier amenaza) como lo malo (amenazar con acabar con la vida de la hija gran villano tras lo que pasó él con la insufrible Kim Bauer).
El ejemplo más paradigmático es la situación a la que se enfrenta Tony Almeida en los últimos episodios: Michelle ha sido secuestrada y tiene que saltarse toda ley existente para intentar salvarla. Vamos, lo mismo que Jack había hecho en incontables ocasiones. Sin embargo, ‘24’ no duda en aprovecharse de ello para remarcar el estatus superior de su protagonista sobre el resto: Jack Bauer ni es humano ni responde ante las leyes humanas, mientras que al resto les toca fastidiarse y apechugar con las consecuencias de lo que han hecho.
Jack Bauer es el Dios de ‘24’
Siempre que escucho alguna crítica sobre la cuarta temporada no pueo evitar pensar en que es algo relativamente comprensible: Jack Bauer es un ser tan sobrehumano que sólo la interferencia directa del presidente en funciones (anda que no haría cosas peores Charles Logan) justifica que esta temporada no acabase en el episodio 17 o 18 (por decir una cifra). El problema es que queda la sensación de ser la mejor estructurada de todas, algo que viene a cambio de que el factor sorpresa, algo imprescindible en el atractivo de ‘24’, decae.
Parece que los productores se dieron cuenta de eso, por lo que decidieron apostar a lo grande en la quinta por el factor ‘todo el mundo es prescindible’ y se cargaron a varios personajes muy queridos por la audiencia con una facilidad pasmosa. Además, la amenaza resultaba algo que se salía de los esquemas del protagonista: ¿Cómo puede ser el gran villano el presidente de la nación que juró defender? Y además metiendo de por medio la rivalidad personal con la aparición de su mentor (odio a muerte hacia él tras matar al gran Tony Almeida).
Y es que la quinta temporada no es sólo el cénit de la serie en cuanto a adrenalina y una necesidad de ver más episodios mayor a la de respirar, sino que encumbra a Jack Bauer como alguien capaz de salirse con la suya de cualquier cosa. Sin embargo, los guionistas de la serie fueron hábiles y vieron que ese estatus era insostenible más allá de aquí, de ahí que la temporada volviese a acabar mal: Jack Bauer expatriado a China para ser encarcelado y maltratado sin piedad.
La decadencia de Jack (y la serie)
Soy el primero en apoyar a cualquiera que diga que la sexta temporada es la peor, y es que se nota que no se sabe muy bien qué camino seguir a la hora de mostrar la cuesta abajo de un personaje tan establecido como Jack Bauer. Gran villano de temporada cambiante y sin suficiente credibilidad, palos de ciego por doquier. La propia serie se veía afectada por un protagonista ya no tan sobrepoderoso y que apenas contaba con auténticos aliados tras la escabechina de la quinta. Jack vuelve a ser humano, y la serie no sabe como adecuarse a ello.
En su momento fui el primero en lamentar que la huelga de guionistas nos dejase casi dos años sin nada nuevo de ‘24’. Sin embargo, esa impresión cambió tras ver ‘24: Redención‘, una (mediocre) película que tan sólo servía para dar un lavado de cara a un personaje que nunca dudó en recurrir a la tortura para conseguir información. Había que equilibrarlo para que no dudáramos ni un segundo en apoyar a Jack ante la primera dificultad que apareciese en su camino.
Sin embargo, dos decepciones seguidas (la segunda ya se la olían los productoras sin tan siquiera estrenarla) obligaban a tomar decisiones arriesgadas, aunque eso supusiera caer en un jump the shark de libro: La resurrección de Tony Almeida. Sí, se inventaron una excusa muy pobre para justificar que realmente no había muerto (cargándose así todo el dramatismo de su fallecimiento), pero el concepto era genial: Dos caminos paralelos colisionan y Tony se convierte en un reflejo de cómo acabaría cualquiera que quisiera ser como Jack. ¿Cómo? Pues mal.
El gran interés de la séptima temporada son los aparentes claroscuros de Tony Almeida, que no dejaba de ser una especie de ángel caído, y cómo eso afecta a un Jack Bauer que si no muere aquí es por una intervención quirúrgica de urgencia. Obviamente, Tony se ha pasado al lado oscuro cansado de ver cómo la vida le ha tratado y se aprovecha de su amistad con Bauer para sacar adelante sus planes. En realidad, no es que haya tanta diferencia con el Stephen Saunders de la tercera, pero es en el contraste con un Jack, que ahora ya enferma como el resto, donde hizo que el interés de la serie remontase de forma exponencial.
El fin de Jack Bauer
Ya sólo quedaba un paso natural para dar con el héroe que se convirtió en Dios para luego recuperar su humanidad y sufrir las consecuencias de la misma: Jack Bauer debía morir. Lo cierto es que la octava temporada empezó sin saberse que iba a ser la última, y quizá por ello resultó bastante débil durante fácilmente 10 o 12 episodios (es debatible cuántos fueron exactamente). La cosa estaba clara, pero no había narices de hacerlo, pero he aquí que ‘24’ volvió a ser tan entretenida y adictiva como antaño y la acción se encaminó con brillantez ante el necesario sacrificio de su protagonista.
Las inevitables dudan venían de la mano del deseo de FOX de llevar las aventuras de Jack Bauer a la gran pantalla (una idea tan atractiva como peligrosa) y al hecho de que los finales tan infelices son poco habituales. Lo primero se podía salvar con alguna aventura intermedia o incluso alguna precuela, pero la realidad es que no tuvieron cojones para dar el punto final perfecto a la serie. Además, el hecho de que el desenlace de ‘Lost‘ llegase apenas 24 horas antes (apenas da para algún chiste fácil eso) también quitó cierto brillo al cierre de ‘24’.
En definitiva, ‘24’ es una serie genial no sólo por su propia naturaleza peculiar o su capacidad para ser un entretenimiento adictivo como pocos, sino por su capacidad para construir un personaje tan rico en matices como Jack Bauer. La pega es que para ello no se mantuvo siempre el mismo nivel (algo inevitable) y que no estuvieron dispuestos a ofrecer el cierre adecuado. Fallos relevantes que no consiguen empañar la grandeza de ‘24’.
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