Por qué todo ha cambiado con el "fatsuit": el éxito de Brendan Fraser reaviva una polémica que empezó en la comedia y se ha trasladado al drama de Oscar

Por qué todo ha cambiado con el "fatsuit": el éxito de Brendan Fraser reaviva una polémica que empezó en la comedia y se ha trasladado al drama de Oscar

Tenemos que hablar del "traje de gordo"

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Brendan Fraser en La Ballena The Whale

Dirigida por Darren Aronofsky, 'La ballena (The Whale)' ya es de por sí una película controvertida. Basada en la obra de teatro de Samuel D. Hunter, 'La ballena' ha recibido críticas dispares, casi visceralmente enfrentadas; muchos han alabado su emotividad pero no han faltado especialistas que la han considerado próxima a la pornografía sentimental. En lo que todos coinciden es en alabar el magnífico trabajo de Brendan Fraser al frente del reparto, papel por el que recientemente recibió el Oscar como mejor actor protagonista.

Debería decirse otro tanto del extraordinario trabajo de Hong Chau, en el papel de la cuidadora del protagonista, portentosa actriz que no tuvo tanta suerte en la ceremonia. Pero aquí vamos a centrarnos en la polémica surgida a raíz del papel de Fraser y la necesidad de llevar una prótesis para interpretar al protagonista. Un asunt que nos conduce directamente al siempre espinoso, sobre todo últimamente, tema del fatsuit, que explicaremos a continuación.

No son pocos quienes consideran que en un momento como el actual el hecho de que actores y actrices tengan que disfrazarse para interpretar a personajes con obesidad resulta no ya anticuado y anacrónico, sino directamente gordófobo y ofensivo. Como en tantos otros casos, una tempestad en las redes no es más que una tormenta en un vaso de agua pero representa para nosotros una oportunidad idónea para profundizar en el tema, desconocido para muchos y, por tanto, idóneo para declamar opiniones incendiarias e innecesariamente alarmistas.

Luces y sombras del fatsuit: ¿chanza o realismo?

En opinión de quien esto firma, el mayor problema del "fatsuit" no tiene que ver con la ofensa o con la gordofobia sino con la posibilidad de que los actores obesos o de constitución robusta se queden sin un trabajo ideal para sus características físicas, siendo reemplazados por actores más delgados que emplean este traje especial con la combinación adecuada de maquillaje y prótesis.

Considerando este factor, la polémica de 'La ballena (The Whale)' resulta tremendamente fácil de desmontar. Ningún productor en su sano juicio contrataría a un actor con obesidad severa, un paso más allá de la obesidad mórbida, que exceda los 200 kilos, dado que llegados a este punto, estas personas poseen un nivel alto de riesgo de fallecimiento, que es precisamente la historia que relata la película de Aronofsky.

Tampoco parece de recibo obligar a un actor a engordar hasta este punto poniendo en riesgo su salud, tal y como hicieron, dentro de unos niveles más razonables, Robert de Niro en 'Toro salvaje', Antonio de la Torre en 'Gordos' o, en el sentido opuesto, Christian Bale en 'El maquinista', que posteriormente ganaría bastante peso para su rol cómico en 'La gran estafa americana' ('American Hustle').

El movimiento body positive olvida con frecuencia que la obesidad puede llegar a ser una enfermedad, sobre todo traspasados ciertos límites, y el de la obesidad severa es uno de ellos. Las intenciones son buenas, pero corren el riesgo de ser malinterpretadas: así como debemos normalizar, en el cine y en la vida, la existencia de personas obesas o de constitución robusta que cuidan su salud y su cuerpo, no conviene pasar por alto el riesgo que conlleva una vida sedentaria o una alimentación inadecuada que, en casos extremos, pero desgraciadamente frecuentes, puede acabar con la muerte.

Un caso similar lo tendríamos a la hora de diferenciar a las personas de constitución delgada de la peligrosa sombra de la anorexia. No todos los cuerpos son bellos, no todos los cuerpos son saludables. Y detrás de una persona con un problema de obesidad hay mucho dolor, probablemente una depresión mal gestionada, un sufrimiento exagerado, un complejo de victimismo y una tendencia autodestructiva. El propósito de 'La ballena (The Whale)' es concienciarnos sobre estos problemas, no reírse de ellos. Particularmente, no encuentro nada más alejado a la gordofobia.

¿Merecía la historia de 'La ballena (The Whale)' ser contada? Yo creo que sí, de la misma forma que pienso que esta era la única forma de contarla. Hacerlo de otro modo (con una persona enferma, por ejemplo) habría sido un disparate, un despropósito y un riesgo innecesario. A este respecto, el actor Brendan Fraser ha declarado: "Si pudiéramos abandonar el prejuicio contra aquellos que viven con obesidad sería un paso en la dirección correcta. A menudo perdemos de vista que son seres humanos con pensamientos y sentimientos, y corazones y familias. Y esta es una historia que se desarrolla a puerta cerrada".

Brendan Fraser y Adrien Morot Brendan Fraser y Adrien Morot

Darren Aronofsky va más lejos afirmando que estas declaraciones no tienen sentido, dando a entender que lo que proponen sus detractores es un imposible (al menos a las circunstancias actuales): "Una de las primeras llamadas después de elegir a Brendan fui con mi maquillador, Adrien Morot. Le pregunté: ¿Podemos hacer algo que sea realista? Porque si va a parecer una broma, entonces no deberíamos hacerlo". Morot ganó otro Óscar por su trabajo en 'La ballena (The Whale)'.

La película podrá gustar o no (a mí me gusta, me llega, me conmueve, con sus excesos y sus defectos), pero lo que queda claro una vez vista, es que resulta ridículo llegar a la conclusión de que la intención de Aronofsky era burlarse y contribuir a la exclusión y el escarnio de las personas obesas.

Nos metemos en otro jardín: el chiste, la mofa y la befa

En una entrevista reciente, el siempre polémico Juan Soto Ivars afirmaba que lo peor de esta época es que nos tomamos el humor en serio. Yo llegaría más lejos: no considero que ahora seamos más sensibles y solidarios, pero sí más narcisistas. Pues en el momento actual ocurre algo que antes no se daba: una persona anónima puede obtener una efímera popularidad o generar un titular simplemente quejándose en nombre de una minoría o manifestando una ofensa personal o colectiva. Esto resulta goloso y también peligroso.

De este modo, y sin dejar de reconocer la cabida de la crítica legítima, razonada y fundamentada, me atrevería a afirmar que la mayoría de las críticas que ha recibido 'La ballena (The Whale)' por su supuesta gordofobia no buscan empatía ni solidaridad con las personas obesas sino que aspiran a generar disidencia, polarización y ruido, a promover enfrentamientos, buscando notoriedad en base a una pataleta sin sentido. También creo que la mayoría de estas personas enrabietadas llanamente no han visto la película de Darren Aronofsky.

Sumerjámonos entonces en la piscina del humor, la broma y la incorrección política, tristemente reivindicada ahora por los voceros de la extrema derecha. Al pensar en el fatsuit a muchos nos viene a la cabeza la imagen de un humor popular, grueso y fallero, cuando no directamente a Los Morancos vestidos de mujeres, embutidos en sendos trajes holgados, intercambiando chascarrillos mientras avanzan por la orilla de una playa. Es una imagen grotesca, sí, pero el humor muchas veces tiene la obligación de ser grotesco, de deformar la realidad.

Los Morancos

Hace poco, Rowan Atkinson apuntaba que la ofensa constituye una parte importantísima del humor, y razón no le falta. Otra cosa es que la diana de estas ofensas sean los más débiles. Sin embargo, no considero que ni siquiera en el caso de Los Morancos la finalidad sea la de infringir daño a las señoras maduras y obesas que, dicho sea de paso, constituyen una parte fundamental de su público objetivo y son las que más disfrutan con este tipo de parodias.

La chanza forma parte de la naturaleza carnavalesca, pagana y fallera de estos shows, en el que los humoristas principales intercambian máscaras y realizan interpretaciones de varios personajes o estereotipos para producir un efecto distorsionador y burlesco. Una vez más, me atrevería a afirmar que esta distorsión tiene una finalidad más integradora y solidaria que ofensiva o maligna.

¿Quién marca los límites de la mofa, esto es, de la burla, y de la befa, es decir, el humor grosero e insultante? Si decimos que son los espectadores, concluiremos que estos límites resultan abiertamente subjetivos.

Un fenómeno relativamente reciente y hasta hace poco aplaudido por el público

Aunque parezca mentira, el uso del fatsuit en cine y televisión es relativamente reciente y hasta hace poco se limitaba a la comedia. Una película como 'La ballena (The Whale)' hubiera sido imposible de rodar hace unos años sin caer en la caricatura, que es precisamente lo que, según sus palabras, quería evitar su director. Precisamente el terreno de la caricatura es donde más uso se le ha dado al fatsuit. ¿Pero es una caricatura en sí misma denigrante y ofensiva?

Ryan Reynolds con un fatsuit

Veamos algunos en casos. Comedias como 'Amor ciego' ('Shallow Hal', 2001) o 'Solo amigos' ('Just Friends', 2005') utilizaban el fatsuit porque en ellas el actor o la actriz protagonista experimentaba una transformación. No habría resultado creíble emplear a un intérprete diferente, pues precisamente en esa dicotomía residía el quid y la gracia de la película. Curiosamente, ambas películas eran lo contrario de lo que parecían: utilizaban tramas con fatsuit para desarrollar sátiras que condenaban la cultura del cuerpo y de la imagen.

Eddie Murphy en El Profesor Chiflado

Algo parecido ocurría con el remake de 'El profesor chiflado' ('The Nutty Professor', 1996) aunque sus chistes fueran más gruesos, incluso chuscos. Sin embargo, la voluntad de crítica se mantenía, las intenciones eran las mismas. La película de Tom Shaydac utilizaba los chistes de gordos para condenar esa misma cultura, de la misma forma que 'Os declaro marido y marido' ('I Now Pronounce You Chuck & Larry', 2007) se valía de los chistes de gays para desarrollar un discurso de aceptación y tolerancia.

Gordo Cabron

De esta manera, se dirigía al público que más se divertía con ese tipo de bromas y hacía un llamamiento a la reflexión. Me parece una estrategia muy inteligente. Cierto es que, películas como 'Norbit' (2007), también con Eddie Murphy, o las entregas de la saga 'Austin Powers' (1997-2002), con un villano estrella bautizado en España como "Gordo Cabrón" ("Fat Bastard" en el original), eran bastante menos sutiles, pero nuevamente su naturaleza de fábula grotesca y delirante las alejaba completamente de la realidad, incluso para un público joven.

Las series de humor. Capítulo aparte

Las series merecen, valga la redundancia, capítulo aparte en este análisis forzosamente sesgado. Dada la multitud de capítulos y en ocasiones de temporadas, de personajes que posee cualquiera de ellas, los guionistas se ven obligados a desarrollar todo tipo de conflictos, entre los que se encuentran los cambios físicos. El fatsuit facilita este cambio, pues, nuevamente, no tendría sentido contar con otros actores.

La Que Se Avecina

Normalmente, este cambio físico refleja un conflicto en el que el personaje descuida su modo de vida y esto provoca un cambio de apariencia, tal como tantas veces ocurre en la realidad. La misma película que sirve de excusa para estas reflexiones relata la misma historia desde una perspectiva dramática, relacionando obesidad con depresión, dejadez o el peor de los casos, un propósito autodestructivo. Nuevamente, no se trata de personas de constitución robusta, sino de personas de constitución atlética o delgada que descuidan su salud a partir de un acontecimiento desafortunado y doloroso, por ejemplo, una ruptura romántica o la pérdida de un ser querido.

Aunque el caso más reciente ha sido el de Miren Ibarguren en 'La que se avecina', recordaremos que el fatsuit ha sido utilizado en series tan aplaudidas e inofensivas como 'El príncipe de Bel-Air' ('The Fresh Prince of Bel-Air'), 'The Big Bang Theory', 'Friends', 'Monk', 'Aquellos maravillosos 70' ('That '70s Show') o la película basada en la serie 'El gran Alberto' ('Fat Albert') que, entre otras cosas, era una producción educativa que buscaba concienciar sobre la aceptación de la diversidad física hace ya 40 años.

También se han dado casos en los que los fatsuits han sido objetos de la reproducción de un sueño o profecía ('Click' con Adam Sandler) o la parodia de un personaje famoso (Tom Cruise haciendo de sosias de Harvey Weinstein en 'Tropic Thunder').

Para terminar, echo mano de un gag clásico. Con todo esto creo haber demostrado en parte que no todos los gags con fatsuit tienen una naturaleza ofensiva y buscan la marginación y la estigmatización de las personas obesas… de hecho, son muy escasos los que tienen este objetivo. Naturalmente, el lector encontrará algunos casos más evidentes que otros y debe llegar a su propia conclusión. Ahora viajemos a 1983, fecha del estreno de la magnífica 'El sentido de la vida' ('The Meaning of Life').

En uno de los sketches más memorables, Terry Jones se convierte en el señor Creosota, un enfermo de obesidad severa, que acude a cenar a un restaurante de alto copete. Devora los manjares sin parar mientras vomita a los camareros y finalmente acaba estallando en mil pedazos. Con esto, los Monty Pynthon no buscan hacer reír (de hecho, buscan incomodar) sino establecer una reflexión sobre la banalidad y fugacidad de la existencia humana.

Considero, honestamente, que quien pretenda cancelar un gag como éste no está bien de la cabeza. De la misma forma que dudo de todo corazón que una persona de 300 kilos pueda sentirse ofendida por una escena de estas características. Si una persona con la apariencia del señor Creosota, o de Fat Bastard, ve la película, pienso que tiene cosas más importantes que hacer con su vida que ofenderse, sentirse estigmatizado o arremeter contra el grupo de cómicos británicos. Entre otras cosas, buscar asistencia médica y tratar de salvar su vida. A veces es tan simple como eso.

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