El pasado jueves tuve la oportunidad (cosas de estar en casa ajena y tener que renunciar a la rutina televisiva habitual de series sin anuncios) de ver durante un rato ¿Sabes más que un niño de primaria?, el concurso por el que Antena 3 ha apostado durante este verano para el prime time de los jueves, importando el formato de la FOX americana.
Se trata, básicamente, de un entretenimiento sin mayores pretensiones. Y, desde mi punto de vista, un entretenimiento bastante eficaz (orientado a un público objetivo determinado, claro) Y, además, blanco, para todos los públicos. Y eso, hoy en día, es tan difícil de encontrar... Es evidente que no es un concurso "serio" de cultura general. No tiene tensión competitiva. En realidad, se trata de un divertimento que se hace a costa de unos padres que van más a hacer el "show" que a conseguir grandes premios. Tampoco asumen mucho riesgo: con la ayuda de los comodines (¿soy yo, o aunque cada comodín se llama de una forma son todos básicamente lo mismo, es decir, que el niño de turno le saca las castañas del fuego al padre torpe?) no necesitan ni siquiera contestar correctamente a ninguna pregunta para llevarse unos cuantos euros. Pero, mientras tanto, han sido objeto de las chanzas de Ramontxu durante un ratito.
Y en eso se pasa el rato. Llega un padre, contesta dos o tres preguntas, hace uso de sus comodines y se retira cobardemente cuando se queda sin ellos (más vale pájaro en mano...), diciendo a cámara aquello de "No soy más listo que un niño de primaria". Y tan contentos.
Mención aparte merece la figura de Ramón García, Ramontxu. Pasan los años pero él parece el mismo que llevaba, con su mismo tono, el "Qué apostamos" o el "Gran Prix". Podrá gustar más o menos, pero me parece un presentador muy eficaz, capaz con su estilo de darle vida a programas insustanciales en sí mismos como éste.
Por último, algo que me llamó la atención: los niños que responden correctamente vuelven a sus pupitres saludando ante la ovación del público. Gente a la que se le aplaude por tener conocimientos, y no por contonearse, discutir a gritos o contar su vida privada. Eso sí es una novedad.
Lo dicho, un programa sin mayores pretensiones que el de entretener durante un rato a mayores y pequeños. Y con la capacidad de sentar delante de la misma pantalla a niños y adultos. Cosa que, si nos ponemos a pensar, no es tan sencillo. Quizás por eso no le está yendo mal.
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