Esta semana ha dado comienzo en Telecinco Supervivientes, la "nueva" apuesta de la cadena por un reality show de "famosos". Y es que el programa ni es "nuevo" (importación directa, en su versión "famosos", de la cadena rival, Antena 3) ni los concursantes son tan "famosos". El día del estreno, de un rato que ví, fui incapaz de reconocer a varios concursantes. Sólo ví a una ex-Operación Triunfo, a un padre de un ex-Gran Hermano, a una ex-Gran Hermano Vip, a otro ex-OT,... en realidad, soy incapaz de identificar (ni viendo nombre y foto) a Aída Yespica, Esmeralda Marugán, Jordi Roselló, José Luis Luna o Verónica Hidalgo. Y del resto... Pepe da Rosa Junior y Marta Valverde, recién llegados de La Batalla de las Estrellas (programa de esta misma cadena allá por mediados de los 90, y uno de los estandartes de aquella primera época), Pipi "ex-Terelu" Estrada o Marlene Mourreau (por cierto, expulsada en el minuto 1 - como se ve en la foto, ella ya dió de sí todo lo que se proponía ofrecer, ¿para qúe seguir?)
En fin, lo mejorcito de cada casa. Cuestión de la oferta y la demanda, supongo. Cuantos más programas de "famosos" hay, mayor es la demanda y la calidad media de los famosos, lógicamente, desciende. Puro equilibrio de mercado. Y ahí tenemos a nuestros "famosos de pacotilla". El programa, por lo demás, nada nuevo. Cambiamos la costilla flotante de Paula Vázquez por la calvorota de José María Íñigo (este tipo merece comentario aparte: le pongan donde le pongan el tío desprende una profesionalidad que ya quisieran para sí ni la mitad de los que pululan por nuestras pantallas con ínfulas de "presentadores"), la melena de Nuria Roca por el ubícuo Jesús Vázquez... y poco más. El programa, de tanto repetirse, aburre. ¿Aporta algo esta nueva edición?
La verdad, prefería mil veces la versión de "no-famosos" que empezó a emitir Telecinco hace unas temporadas. Los personajes nacían y morían con el programa: los espectadores no teníamos una imagen previa de ellos que condicionara su comportamiento, ni a ellos les esperaba una presencia pública después que les obligase a ser falsos en el desarrollo del concurso. Además, el criterio de selección primaba que fueran verdaderos "aventureros" (o al menos con cierto espíritu), en vez de tratarse del primer rostro semi-conocido que acepta la oferta.
En definitiva, una muestra más de la falta de imaginación de los programadores. Y una forma fantástica de alejar telespectadores de Telecinco, ya que no solo nos tenemos que encargar de evitar las "galas" de expulsión y similares, los resúmenes diarios... sino también las referencias constantes que alimentarán al magazine mañanero, al magazine de tarde y al magazine de noche.
Lo dicho, para Supervivientes, nosotros.