Por desgracia, los problemas que atañen a la misoginia, la cultura de la violación o la explotación de mujeres están a la orden del día. Muchos medios de comunicación siguen hablando -de forma más o menos correcta- de todos estos asuntos con una constancia que da verdadero miedo, como si fueran lo más normal de este mundo.
A numerosos hechos de actualidad, se unen también en la representación de estas problemáticas tan serias las ficciones. En el caso del audiovisual, tenemos cada vez más ejemplos que se dedican a contar este tipo de historias.
En la ficción televisiva, este 2017 ha sido un año de reconocimiento y visibilización de muchos de estos temas. Los Emmy han premiado a 'Handmaid’s Tale', una distopía sobre la dominación del hombre sobre la mujer, y 'Big Little Lies', un drama sobre las violencias de las masculinas.
Otra de las series que más se ha dedicado a la exploración de las violencias machistas salió de la mano de la única ganadora de la Palma de Oro. 'Top of the Lake' se estrenó en Cannes en 2013, con producción neozelandesa y con Elisabeth Moss, uno de los grandes rostros femeninos -y con personajes de una fuerza encomiable- de la televisión reciente, a la cabeza.
La primera temporada relató cómo Robin Griffin -Elisabeth Moss- investigaba el caso de la desaparición de una niña de doce años embarazada. A través de la investigación, se desvelaban muchos otros problemas subyacentes, ocultos y terroríficos: violencias machistas, cosificación, violación, homofobia o narcotráfico.
'Top of the Lake: China Girl' es la continuación de la serie de Jane Champion, también presentada en Cannes y que consta de seis capítulos. Su historia sigue las líneas con las que la ficción neozelandesa comenzó: feminismo, patriarcado y misoginia disfrazados de drama policial.
En esta temporada, al protagonismo indiscutible de Elisabeth Moss se le une en el reparto ni más ni menos que Nicole Kidman. Por tanto, en la ficción conviven las dos actrices ganadoras del Emmy 2017 -mejor actriz de serie de drama y de miniserie-. También en el reparto se dan cita Gwendoline Christie -Brienne de Tarth en ‘Juego de Tronos’-, Clayton Jacobson, Alice Englert, Ewen Leslie o David Dencik.
Aquí comienzan los SPOILERS...
De Toplake a Sydney
Para la continuación de la serie, la acción se traslada a Sydney, donde Robin intentará purgar sus miedos y traumas. La importancia del paisaje, representado en grandes planos generales que reflejaban el abismo interior de los personajes que poblaban Toplake, pasa al espacio urbano y dinámico de la ciudad australiana para mostrar la imperfección de los que rodean a Robin.
Allí, la aparición del cuerpo de una chica china desconocida será el detonante de otra nueva investigación que esta vez centrará el foco en la prostitución ilegal, la trata de personas, el proxenetismo y la gestación subrogada, sin olvidar el marcado cariz de representación de los abusos masculinos que la ficción atesora desde su primera temporada.
El diálogo sigue siendo clave como marca de los juegos de poder entre hombres y mujeres, de la manipulación de muchos de los personajes masculinos. También se convierte en un reflejo de la misoginia y cosificación generalizada de la mujer, con su máximo exponente en las reuniones en la cafetería de un grupo de jóvenes que puntúan a las trabajadoras sexuales con las que se acuestan.
La detective, además de investigar el entramado que destapará la aparición del cadáver, tendrá que hacer frente a sus fantasmas. A raíz de esto conocerá a Mary, la hija que tuvo tras su violación y que fue dada en adopción. Sus padres, a punto de divorciarse, componen una desestructurada familia cuya cabeza indiscutible es Julia -Nicole Kidman-, que ha dejado a su marido para estar con Isadore,
El personaje de Julia es quizá el más interesante de toda la temporada, porque marca el tono y los matices que Jane Champion se esmera en imprimir a la historia. Julia nombra en una de sus escenas a Germaine Greer y la influencia que supuso para ella, y el hecho no es casual: Greer es una de académicas feministas más importantes del final de la segunda ola, que se acerca a lo queer y es fundamental para entender el feminismo actual.
En contraposición a Julia encontramos a Alexander o “Puss”, tal como le llaman, el novio de Mary, un librepensador muy pagado de sí mismo y venido a menos. En sus palabras encontramos otra faceta que ‘Top of the lake: China Girl’ se empeña en mostrarnos, y que también es real: cómo incluso muchos hombres que se dicen feministas son, en realidad, los que extorsionan a las mujeres y se aprovechan de ellas.
La gran virtud de esta segunda temporada, tal como ocurriera en la primera, es la sutileza con la que todos estos sucesos y situaciones que deberían ser traumáticos se presentan de forma fría, apartada, incluso elegante. Es esta intención de alejarse la que permite a 'Top of the lake: China Girl' ser un muestrario de muchas de nuestras vergüenzas actuales. Porque, en muchos casos, es más fácil ver lo malo desde lejos.
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