Es increíble cómo una serie puede cambiar de una temporada a otra, y ‘Harry’s Law‘ es el ejemplo claro de ello. La serie de abogados creada por David E. Kelley ha hecho borrón y cuenta nueva, olvidemos a los personajes y al contexto de la primera temporada porque ya no tienen cabida aquí; es como si tuviéramos delante a una serie completamente nueva, donde Harriet Korn (Kathy Bates) sigue siendo la cabeza visible, pero todo lo demás poco o nada tiene que ver con lo que hemos visto en los episodios anteriores.
Y si os digo la verdad, creo que con ello ha salido ganando (en calidad, no en audiencia). La primera temporada, a mi juicio, fue bastante buena; el pequeño bufete de abogados/zapatería que se montó en un barrio marginal daba pie a muchas situaciones, algunas de ellas excesivamente dramáticas y otras divertidas y absurdas como pocas. Pero nada comparado con “el caso” que se han sacado de la manga para los primeros capítulos de esta segunda temporada. Dejamos atrás las pequeñas disputas, los rifirrafes entre vecinos y los enfrentamientos entre bandas para irnos a un juicio por homicidio de trascendencia nacional.
A Malcolm se lo han quitado de en medio sin contemplaciones, y aunque Jenna y Adam siguen en la serie, sus apariciones se han reducido hasta tal punto que bien podrían haber sido eliminados de un plumazo. Poco o nada aportan, y mucho menos tienen una trama propia como en la primera temporada, algo que puede echarse en falta sobre todo en el caso de Jenna. Lo bueno es que no da tiempo a pensar en estas cosas; lo nuevo de ‘Harry’s Law‘ ha llegado con tanta fuerza que te olvidas completamente de todo lo anterior, y el nuevo caso es tan apasionante que prácticamente no puedes pensar en otra cosa.
Con la llegada de Harriet a las nuevas oficinas, compartiéndolas con Thomas Jefferson, y la aparición de Oliver solicitando ayuda para un caso de homicidio, la serie inicia una trayectoria ascendente que no deja de avanzar en los tres capítulos que llevamos. El personaje de Harry sigue siendo tan apasionante como antes, con sus paridas a destiempo, sus preguntas cojoneras y esos monólogos frente al jurado de quitarse el sombrero, pero lo mejor de esta temporada es que le han puesto un némesis a su altura: la Fiscal Roseanna Remmick, que en sólo tres capítulos ha demostrado que está dispuesta a todo por ganar un juicio.
Sin embargo, lo que creíamos que iba a ser un caso que ocuparía toda la temporada ha quedado resuelto en los primeros compases del año, y no sé muy bien cómo evolucionará la serie a partir de aquí. Es evidente que con este primer caso se ha descuidado un poco a los personajes, y toda la atención se ha centrado en el caso, pero lo cierto es que si siguen por esta senda no será necesario incorporar tramas de peso al reparto, y la serie no perderá ni un ápice sin ello. En cualquier caso, sus audiencias están siendo tan desastrosas que sería un milagro que llegara viva a Navidad; pero de ésta sí que no me bajo. Drama del bueno, oiga.
En ¡Vaya Tele! | ‘Harry’s Law’, una de abogados ligeramente diferente
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