Quizá porque me he acercado a ella sin ninguna pretensión o porque la mayoría de las series que han llegado este año no han conseguido entusiasmarme. Lo cierto es que ’666 Park Avenue’ es uno de los pocos dramas nuevos que, junto a ‘Last Resort’, me mantiene con esa motivación necesaria para seguir viendo episodios sin dejarla en el camino. Toda una sorpresa, sobre todo si tengo en cuenta que era una serie que no me seducía después de observar algún que otro adelanto que la cadena ABC ofreció de ella.
Ahora que ‘666 Park Avenue‘ es una realidad parece que, como ocurre en su historia, debe enfrentarse a las consecuencias de convertir la idea de una serie en realidad. Así, ’666 Park Avenue’ vive en estos días las peores consecuencias a las que una ficción puede enfrentarse: unas bajas audiencias que rozan la justificación de una próxima cancelación y el daño de unos decorados que han sido destruídos tras el paso del huracán Sandy por la costa este de Estados Unidos. A estas alturas a ’666 Park Avenue’ solo le faltaría encontrarse con una huelga de guionistas (o de actores) para que tuviera un kit completo de desgracias que parecerían estar pensadas por el mismísimo diablo televisivo.
El precio que hay que pagar por ver tus sueños convertidos en realidad. Una premisa con la que ha comenzado a jugar ’666 Park Avenue’ desde su episodio piloto. Empezaré por destacar lo que me parece menos atractivo de la serie, una característica que comparten sus cuatro protagonistas. En primer lugar se encuentra esa pareja joven que llega al edificio Drake para cumplir sus sueños, un dúo que no me provoca interés aunque lo considero necesario para que el espectador arranque con ellos la historia de la ficción y también, en el caso de Jane, para adentranos en el perturbador pasado que se esconde en el edificio.
Les siguen con algo de ventaja los personajes interpretados por Terry O´Quinn y Vanessa Williams, el primero aún con la maldad del humo negro de ‘Lost’ corriendo por sus venas y la segunda con ganas de ser más bruja de lo que hasta ahora le permiten sus guionistas. Salvo Gavin, que se aprovecha de ser la principal figura malvada que parece controlar al Drake, el resto de protagonistas no consigue avanzar mucho o, al menos, no hacia una dirección que afecte a mis emociones.
Todo lo contrario que lo que ha ocurrido con esas historias centradas en algunos de los huéspedes que se alojan en el lujoso edificio. El hombre que ha perdido a su mujer y está dispuesto a asesinar para recuperarla, la mujer que vive una eterna juventud en soledad después de matar a un buen número de hombres que le han roto el corazón o la periodista que, en busca del éxito, es capaz de inventar historias que se convierten en realidad. Son estas tramas, bien presentadas y con presencia más allá de un solo capítulo, con las que más he disfrutado, tratándose de uno de los principales motivos por el que ’666 Park Avenue’ merece la pena.
Apostando por un terror suave que sabe distanciarse de ‘American Horror Story’ (aunque la serie se aprovecha de su tirón), ’666 Park Avenue’ también está dispuesta a dar algún que otro susto, aunque en este caso se trate de fantasmas que aparecen por detrás o asesinos que persiguen a los protagonistas. Otro de los puntos remarcables de ’666 Park Avenue’ se encuentra en esos homenajes que dedica a algunos de los clásicos de terror de la historia del cine, ya sea a través de breves pesadillas o con tramas que duran varios episodios (como es el caso de los pájaros que se esconden tras las paredes), unos detalles que decoran una serie que, sin llegar a ser una joya, aparece como un entretenimiento semanal muy a tener en cuenta.
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