Desde hace ya bastante tiempo, siempre que se habla de un nuevo proyecto televisivo observo un denominador común: siempre hay al frente un comunicador conocido, por no decir una vieja gloria. Siempre se barajan los mismos nombres y parece que no exista vida más allá de un a, b, c de rostros televisivos. Hace mucho tiempo que no nos sorprenden con caras nuevas, que no descubrimos alguien con desparpajo, una Luján Argüelles o una Anna Simon que muevan de su sitio a presentadores vitalicios.
Y me parece que eso hace falta en nuestra televisión. Nueva gente capaz de llevar las riendas de un programa con soltura, que sea joven y su cara aún no nos suene. Necesitamos que cuando se prepare un nuevo proyecto sus responsables no piensen sólo en Carlos Sobera, Jesús Vázquez o Jorge Javier Vázquez. Hace falta ya un cambio generacional de estos dinosaurios catódicos que, desde luego, no pasa por la reinserción laboral de glorias noventeras como Carlos Lozano o Manel Fuentes.
Yo entiendo que cadenas y productoras no quieran arriesgarse y prefieran plantarnos un rostro conocido antes que otro anónimo. Pero quizás a veces ese viejo conocido ya cansó a la audiencia con proyectos (y fracasos) anteriores y su presencia produce más hastío que atracción, y en cambio el anónimo refresca el panorama y no tardará en hacerse popular más que unas cuantas emisiones si aquello funciona. Al fin y al cabo el propio hecho de salir en la tele ya te otorga el rango de famoso.
Parece que la vía más común ultimamente es comenzar como reporteros de programas tipo ‘España Directo‘, el cual ha sido una cantera de la que han surgido gente como Samanta Villar, Quico Taronjí o Emilio Pineda. El trabajo como reportero puede dar tablas, pero tampoco es una labor de gran lucimiento del comunicador, o no debe serlo, pues en esos espacios debe primar la noticia sobre quien la da sino queremos caer en el ridículo de Paqui Peña. Estos reporteros suelen tener un perfil más periodístico y más serio, aunque bien es verdad que eso no quita para que un día puedan soltarse la melena y lanzarse al entretenimiento, y sino que se lo digan a Màxim Huerta que venía de informativos.
Pero realmente para dedicarse al entretenimiento, para realizar una labor como la que haría un Jesús Vázquez o un Christian Gálvez no hace falta, necesariamente, ser periodista. Entonces, ¿cuál es la vía? Siguiendo con los reporteros, parece que en el mundo del entretenimiento eso también es cantera, y de programas como ‘El intermedio‘ o ‘Sé lo que hicisteis’ hemos visto salir gente como Pilar Rubio, Tania Llasera o Paula Prendes. Pero claro, todas ellas con un mismo perfil de chica despampanante donde no hay margen para buscar otro tipo de comunicadores.
El otro camino para recibir una oportunidad televisiva en el mundo del humor pasa por ser monologuista, primero de bares y luego de Paramount Comedy. Pero la experiencia ‘No le digas a mamá que trabajo en la tele‘ demuestra que un buen monologuista no tiene porqué ser necesariamente un buen colaborador, y menos aún un buen comunicador. Y por último, claro está, puedes alistarte en ‘Gran Hermano’ o tener un affaire con un torero y una lengua viperina. O tener media carrera de periodismo y un novio futbolista. Pero no, no hablamos de eso, hablamos de verdaderos profesionales y no me apetece hoy adentrarme en el jardín del intrusismo laboral.
Parece que las vías están muy limitadas y no hay mucha opción a presentar un programa si no eres uno de los cuatro o cinco presentadores de siempre. Por eso me pregunto, ¿dónde están los nuevos comunicadores? ¿acaso están exentas de talento las facultades de periodismo y comunicación audiovisual de todo el país? Productores ejecutivos y señores de casting, pónganse las pilas porque hace falta savia nueva en la televisión, porque si el mundillo de la ficción está en auge, el entretenimiento está estancado en tres caras. Gente con talento hay por ahí esperando una oportunidad, désenla y todos saldrán ganando.
En ¡Vaya Tele! | Cinco presentadores que no encajan en nuestra televisión
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