La llegada de 'Nosferatu' cierra una etapa de resurrección del género de vampiros en la que hemos visto desde 'El último viaje del Demeter' a 'Renfield', pasando por 'Abigail'. Si embargo, hay una película mucho más rotunda este año que la sobrehinchada película de Robert Eggers. Injustamente maltratada pese a estar dos meses en el Top 10 de Max, con varias semanas en el número uno y ser una estupenda serie B de vampiros llena de ideas de puesta en escena.
Basada en la novela homónima de Stephen King, 'El misterio de Salem's Lot' narra la historia de un pequeño pueblo del noreste de Estados Unidos que se enfrenta a una plaga vampírica, una horripilante versión de la novela que rompió la tradición vampírica clásica e inspiró múltiples adaptaciones a lo largo de los años, haciendo referencia, modificando y subvirtiendo las expectativas sobre las criaturas de la noche, que se extienden rápidamente por el municipio. A medida que más ciudadanos son asesinados y transformados en chupasangres, los protagonistas se unen y hacen todo lo posible para acabar con la fuente de la corrupción. Esto les lleva a enfrentarse al misterioso señor Barlow.
Esta nueva adaptación es imperfecta, incompleta, pero más que coherente con la obra original y la tradición de cine de vampiros que inspiró, especialmente las mejores muestras de los 80 como 'Noche de Miedo' o 'Jóvenes ocultos'. Pero aunque llega tras una adaptación icónica de Tobe Hooper (que tuvo su propia secuela), un remake previo de 2004 muy fiel, la precuela exquisita de 'Chapelwaite' y un spin off de fantasía como 'Castle Rock' temporada 2, nunca intenta ser mejor que ellas, y su postura no es otra revisión fiel del texto, sino más bien un homenaje al tipo de no muertos de otra era, como el director explicó "una película para ir al autocine".
La mano de James Wan
La crítica no la ha recibido bien, quizá por su tono con más humor y enfoque camp, y no ser una versión demasiado fiel debido a sus menos de dos horas de duración. Esto deja una necesidad de resumir que no impide la vocación de reverencia a la novela de Stephen King que empieza desde el logo, reproduciendo al de la primera edición de la novela de 1975, el mismo año en el que está ambientada la película. Ya desde los créditos se nota que hay una voluntad de comprimir la máxima información del texto en el mínimo de tiempo, por ello abunda más la información visual que los diálogos y sorprenden detalles como el uso básico del color de Gary Dauberman, llevado a un extremo casi digno de Mario Bava.
'El misterio de Salem's Lot' bordea con la irrealidad en el contraste cromático de cálidos y fríos, indicando con el rojo peligro, aunque provenga de fuentes focalizadas como luces de coches, exageradas al extremo. Esto va a ser una constante estética en la fotografía, rodada en un lujoso 2.39:1 y lentes panavision, en la que el color es exagerado, anacrónico y a favor de la sensación de cine de vieja escuela que busca constantemente. Un código consciente, presente en interiores y exteriores, que se intensifica o cambia según el grado de tinieblas, pero que siempre define la noche y las amenazas, la atmósfera y la conexión con el mundo del cómic, limitado a cuatro colores planos.
El ritmo vertiginoso para pasar de una escena a otra permite infinidad de artificios de narración con sencillos juegos de transiciones de todo tipo, jugando con la forma, o el humor mordaz, el punto de vista y fundidos cargados de significado, como esa cama del niño enfermo que se transforma en una bolsa de sangre. Hay también una constante resignificación de los elementos de fondo, creando distancia y doblando la información del encuadre, como la escena del enterrador, a quien vemos en el acto cotidiano del almuerzo en primer plano, mientras el funeral sucede mucho más atrás en una separación deliberada, como si fuera secundario y lo mundano, lo más King, el elemento de interés.
Vocación de ser un viejo cómic en pantalla
Son los primeros detalles de que la dirección está enfocada a la pura narración visual clásica, mucho más sutil de lo que parece a simple vista. Por ejemplo, representa el paso del tiempo mostrando los efectos de la epidemia vampírica en el pueblo a través de un juego de imágenes desde el principio al final de la película, con la calle principal pasando de ebullición a desolación, ausencia y un cielo de luminoso a encapotado, dejando constancia en el contraste con los interiores de tiendas, talleres y bares, plasmando el vacío que permite entender lo que ha pasado con los habitantes, lleno de imágenes cotidianas, que encuentran más tarde su eco en el punto de no retorno.
Las desapariciones masivas se nos dejan intuir con cartas acumuladas en el buzón o las botellas de leche diaria sin recoger, de nuevo siguiendo la regla del "show, don't tell" a la perfección. Admás, hay un uso constante de la profundidad de campo para cargar cada imagen de información, incluso llegando a usar el Split diopter y, de nuevo, evocar el lenguaje del cómic. El uso del tebeos como fuente de reglas no es casual, es un préstamo de 'Jóvenes ocultos', pero también reconoce el origen de la idea de la novela que confesó King, las historietas de EC. Esta filia empieza por un juego meta donde lo que lee Mark Petrie incluye las "viñetas" que vemos representadas en la propia pantalla más adelante.
Mientras, el cura aparece leyendo una edición de la novela de 'Drácula', la otra gran inspiración de King, y es aquí donde llega la intersección de cómic y la novela donde parece encontrarse con la Marvel de 'La tumba de Drácula' de Marv Wolfman y Gene Colan. No por casualidad, la presente encarnación de Mark Petrie parece casi una versión de aquel Blade de las viñetas en miniatura. Pero además, esa referencia al papel se traduce en los colores planos, y otras deliciosas ideas de puesta en escena que responden a la narración secuencial, como la recreación de un artificio de siluetas anacrónico y simplicidad naïf, casi expresionista, acaso recreando un momento de 'Häxan' (1922), en el rapto de el pequeño Ralphie Glick.
Cine Drive-In con sello Carpenter
La muerte del niño, por cierto, es una de las escenas más brutales y perversas del año, evocando casi el placer sexual que deja implicaciones muy turbias en el sirviente de Barlow, un personaje que revela otra de las constantes visuales de la película, el uso de reflejos, quizá porque estamos en una película de vampiros. Straker siempre es presentado tras una un cristal reflectante, más adelante vemos sus apariciones dentro del marco de un espejo en diferentes momentos de la película. Un objeto que no deja de aparecer en el metraje como elemento de cambio de punto de vista, como forma de dinamizar el montaje de escenas de acción o también, por supuesto, para revelaciones vampíricas, como el ataque a Susan Norton.
Hay demasiados momentos de recursos visuales ingeniosos para enumerarlos, con un formato panorámico opuesto al aspecto que nos encontramos en la mayoría de estrenos en streaming. 'El misterio de Salem's Lot' no puede ser más diferente, distintiva y llena de posibilidades. De acuerdo, es una versión de tebeo de la novela, tiene un ritmo acelerado, sí, pero quizá sea necesario en estos tiempos de series repletas de episodios de relleno y sobreexplicaciones. Quizá merezca ver la luz su director's cut de tres horas, pero lo que nos ha llegado es capaz de ofrecer una alternativa dinámica llena de inventiva que la inquisición cinéfila, siempre en busca de la validación intelectual para justificar ver una película de género, no acepta.
Sin embargo, en esa búsqueda de respetabilidad y prestigio, el que desprecia una vuelta al vampiro animal e idealizado, no duda en llamar obra maestra a otra película reciente, cuyo guion y actuaciones son también erráticas o cuestionables y cuya puesta en escena se limita a la simetría, el plano-contraplano y el estatismo. Ante ello, no queda más que reivindicar una muestra rica en soluciones sintácticas que no abandona el cine popular, la serie B entendida según John Carpenter y la vieja escuela, con sus inconsistencias y su fascinación por las portadas de los 'Creepy', que ni siquiera se preocupa por dar subtextos forzados para demostrar que hacía falta un tercer remake de un clásico del cine de vampiros.
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