Fué la noticia del día, de la semana, y quién sabe de cuánto tiempo más. El anuncio por parte de la banda terrorista ETA de un "alto el fuego permanente" provocó una cascada de acontecimientos que quién sabe hasta dónde llegará, y las televisiones de todo el país se volcaron en su cobertura.
Lo primero que me llamó la atención fue el "fondo de armario" que todas las cadenas tenían preparado. A buen seguro, esta noticia era esperada por los medios de comunicación y en los últimos meses habían venido trabajando en reportajes que pudieran emitir en un momento como éste. Así, salieron a la luz de forma casi inmediata reportajes sobre la historia de ETA, las treguas anteriores, las víctimas... Lo segundo que me llamó la atención (y que en realidad me molestó) fue la precipitación por parte de los medios informativos a la hora de hacer el análisis de la noticia. Antes incluso de que los principales partidos políticos hubiesen fijado sus posiciones, los medios ya estaban arrimando el ascua a su sardina (especialmente poco oportuno me pareció Gabilondo en Cuatro, que llegó a decir "El Partido Popular se equivoca gravemente" antes de las 3 de la tarde), contribuyendo a polarizar a la audiencia en un tema que quizás requiera un tratamiento más delicado.
Por último, y vinculado a este último párrafo, constaté (una vez más, no es que me sorprenda) que la objetividad no existe: todos los medios coincidieron en dar voz a las víctimas, pero cada uno se lo dió a las víctimas que le interesaban: aquellas que reforzaban su tésis de partida. Así, unos se centraron en las víctimas que niegan la posibilidad de una negociación, y otros en las que demostraban su esperanza por el fin de la violencia.
Afortunadamente, con el paso de los días, parece que va cayendo sobre el tema un discreto velo de coherencia y que políticos, víctimas y medios de comunicación van poniéndose en una sintonía más homogénea. Eso, sin duda, será bueno para enfrentar el proceso.
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