Antena 3 cerró el lunes pasado la segunda temporada de 'Pulseras rojas', después de que la ficción no consiguiera mantener los datos que alcanzó el año pasado y la cadena decidiera en consecuencia aumentar la dosis de episodios semanales. Así, hemos vivido una recta final de tres capítulos por semana, algo que ha mejorado ligeramente el share que la serie estaba alcanzando hasta el momento y que ha producido que nos despidiéramos de ella antes de lo que estaba programado.
En el ámbito nacional, 'Pulseras rojas' ha seguido la estela que ha marcado la mayoría de la ficción española la pasada temporada, mostrando signos de debilidad en número de espectadores. Pese a este dato, la ficción ha conseguido mantener el rumbo de lo que ya pudimos ver el año pasado. Tenía en contra la dificultad de manejar con acierto el paso de los años que había afectado a sus principales protagonistas pero, al igual que los personajes principales, 'Pulseras rojas' ha seguido creciendo, mostrando una serie con la misma esencia pero llena de matices nuevos y diferentes y donde hemos encontrado grandes aciertos pero también pequeñas sombras.
Vida y lucha de Lleó
La segunda temporada de 'Pulseras rojas' ha tenido un protagonista indiscutible en torno al que ha girado su historia principal. Por si quedaba alguna duda sobre la responsabilidad de un líder, Lleó es quien ha soportado toda la carga que ha permitido que la ficción continuara desarrollando su historia de forma convincente. A través de los ojos del líder, el mismo que se quedó en el hospital mientras el resto de sus amigos se marchaban el año pasado, hemos visto a los pulseras distanciados, y ha recaído en él la responsabilidad de volver a reunirlos para seguir la senda de lo que un día lograron como grupo.
Ha sido una forma inteligente de mostrar lo que ocurría después de la primera temporada, cuando los protagonistas se separaban tras lo que había supuesto conocerse. La separación afectó especialmente a Lleó, el único que seguía ingresado en el hospital y la evolución de su historia ha dado paso a un tramo final centrado exclusivamente en su decisión sobre continuar con la lucha o dejar de batallar contra el cáncer. Todo parecía indicar que nos adentrábamos en uno de los finales de temporada más trágicos que se recuerdan en el panorama de la ficción nacional, pero la esperanza volvió a encenderse cuando vimos a Lleó volver con los pulseras en la orilla de la playa, en una escena que solo podemos entender como un gesto por seguir aferrado a la vida, pese a que el cáncer haya ganado terreno a lo largo de la temporada.
Grandes aciertos y pequeñas sombras
'Pulseras rojas' no ha querido centrarse exclusivamente en el grupo protagonista y en esta segunda temporada hemos seguido viendo nuevos personajes que han revitalizado la serie. Lo cierto es que todas las incorporaciones regulares han permitido aportar ese complemento necesario para hacer la vida en el hospital más heterogénea y creíble. Las personalidades de Rym, Mariona, Dani, Lucas o Joan han encajado a la perfección con la esencia de la ficción, mostrando esa vida diaria en el hospital que a veces quedaba en un segundo plano con los protagonistas absolutos. También ha sido un acierto los cameos de actores secundarios como Asunción Balaguer y Lluís Homar, que se han dejado ver a lo largo de los episodios aportando su grano de arena particular a la montaña de talento con la que ha contado 'Pulseras rojas' desde su estreno.
No todos son luces para una temporada que ha arriesgado en algunos de sus episodios y que ha salido bien parada por ello (el flashback de Benito o el deseo concedido a Lleó de vivir otra vida). Pero hay ocasiones en las que 'Pulseras rojas' se ha terminado desviando ofreciendo episodios de relleno que han aportado muy poco a su desarrollo. El capítulo del secuestro del hospital fue uno de ellos que, unido a la trama de la tarta de marihuana, se convirtió en algo muy alejado del nivel que 'Pulseras rojas' estaba consiguiendo mantener hasta ese momento. Tampoco ha sido del todo satisfactorio la manera en la que Ignasi ha permanecido como la conciencia de Jordi, ya que su aparición en algunas de las escenas o las necesidades que requería al margen del único que le podía ver han restado la importancia y credibilidad que tenía el uso de su recurso para el desarrollo de Jordi en esta temporada.
Algo parecido ha ocurrido con la chica en coma que ha aparecido y con la que Roc podía hablar en sueños, volviendo a recurrir a un recurso muy explotado en la primera temporada que le quita parte de su magia al mostrarlo de nuevo con alguien diferente. Como digo, son solo pequeñas sombras que no ha impedido que dejáramos de disfrutar con 'Pulseras rojas', que ha conseguido que los espectadores crecieran con su historia al igual que la ficción ha madurado a lo largo de toda su segunda temporada. En esta ocasión, la ficción ha ofrecido tramas más duras y atrevidas, abandonando con paso firme ese toque infantil que ahora ha recaido en el nuevo grupo formado por Mariona, Dani y Lucas.
La promesa de una tercera temporada
Albert Espinosa, el creador de 'Pulseras rojas', ha manifestado su intención de realizar una tercera temporada de la serie cuando sus protagonistas sean mayores. Estas declaraciones se mueven en torno a su deseo de mostrar las diferentes etapas de la vida y cómo estas se ven marcadas tras el paso por el hospital. Veremos cómo evoluciona esta intención que podría ver la luz a partir de 2015. Si esto sucede, y valorando el transcurso que 'Pulseras rojas' ha tenido en su segunda temporada, podríamos encontrarnos ante una ficción que siga madurando acorde a la edad de sus protagonistas principales, dando pasos de gigantes hasta convertirse en una serie de altura dispuesta a arriesgar y brindando una calidez como muy pocas otras saben ofrecer.
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