Suele ocurrir que cuando una serie nos deja huérfanos, tanto nosotros (espectadores) como ellos (cadenas) intentamos buscar otra que rellene parcialmente ese hueco. Generalmente las cadenas nos las intentan meter por los ojos sin mucho éxito; es el caso de ‘Lost‘, por ejemplo. Nos quisieron meter a ‘FlashForward‘ como auténtica sustituta de sus misterios y del fenómeno fan que traía detrás, pero los espectadores ya habíamos encontrado otra en la que volcar nuestra angustia: ‘Fringe‘. Este año nos ha abandonado otra de las grandes de esta década, ‘Friday Night Lights‘; quién me iba a decir que iba a encontrar su esencia de nuevo en la tercera temporada de ‘Parenthood‘.
Probablemente muchos califiquéis esta afirmación como una herejía. ¿Cómo es posible que una serie medianamente aceptable en su primera temporada y tremendamente insoportable en la segunda haya podido recoger la esencia de ‘FNL’? ¿Tan buena se ha convertido en apenas unos capítulos? Los que le disteis una oportunidad al principio, probablemente abandonasteis antes o después, pero los que hemos sabido aguantar con los Braverman estamos viendo recompensada nuestra fidelidad. Con creces.
El cambio de tono de ‘Parenthood‘ no es fortuito, se debe a la mayor implicación que está teniendo Jason Katims (productor ejecutivo de ‘Friday Night Lights’, ganador de un Emmy a Mejor Guión por su capítulo final, y el mayor responsable de la grandeza de la serie) en la nueva temporada, firmando sus guiones y creando esas escenas que lo dicen todo sin necesidad de decir una sola palabra, sólo con música y unos cuantos planos. Se nota perfectamente su mano en el montaje de estos capítulos y, cómo no, también en sus diálogos.
La historia que más me ha conmovido en este inicio de temporada ha sido la de Seth y Sarah, un argumento que ha sido recurrente en las dos primeras temporadas pero que sólo ahora ha sido verdaderamente atractivo. Nunca pensé que llegaría a empatizar con Seth, o a entender las dudas de Sarah en un camino que inevitablemente la llevaría a caer en los mismos errores, y probablemente han sido ellos dos los que nos han regalado las escenas más duras y descorazonadoras del año, desde la paliza de Seth en los contenedores, pasando por el beso hasta terminar en su amarga despedida.
En mi opinión, hemos pasado de ver una serie desquiciante en la que sólo criticábamos las decisiones de sus personajes a tener un bonito drama familiar en el que nos hemos convertido en cómplices de sus errores. Sabemos que lo están haciendo mal, pero también sabemos que probablemente en su lugar nosotros haríamos lo mismo, y sólo podemos desear que se recuperen lo mejor posible. Y en el tema de audiencias, que es el que realmente importa para la renovación, ‘Parenthood’ no lo está haciendo nada mal para tratarse de la NBC.
El encargo de capítulos para esta temporada ascendió a 18 hace un par de meses, pero aun así su temporada acabará ya el próximo mes de febrero. De cómo funcionen los estrenos de midseason depende su renovación, pero teniendo en cuenta que es el único drama que le funciona medianamente bien a la cadena junto a ‘Law & Order: SVU’ (y recientemente ‘Grimm’, sin que sus datos sean estratosféricos) y que a la cadena le vendría bien su renovación de cara a una futura sindicación, podemos respirar tranquilos al menos de momento. A ver qué tal se les da a los Braverman cuando vuelvan ya el próximo martes 3 de enero.
En ¡Vaya Tele! | ‘Parenthood’ vuelve para robarnos el corazón
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