En algún momento de 1990, Frank Miller, autor de las novelas gráficas Sin City y The dark knight returns, fue apartado de la producción de Robocop 2, cuyo guión había escrito. Poco después, al ver los (mediocres) resultados en pantalla, juró que jamás cedería los derechos para la adaptación cinematográfica de Sin City.
A pesar de las jugosas ofertas con que le tentaran los estudios, el dibujante y escritor mantuvo su juramento durante casi quince años.
Hasta que recibió una llamada de Robert Rodríguez, quien le retó con una propuesta que Miller fue incapaz de resistir: vendría el dibujante a la base de operaciones de Rodríguez en Austin, Texas, para rodar una escena a cuatro manos. Sólo sería cosa de un día.
Si a Miller le llegaba a gustar el resultado, harían un trato.
Miller quedó estupefacto con la experiencia. En un gigantesco estudio, Rodríguez filmó a los actores Josh Hartnett y Marley Shelton contra una enorme pantalla verde, con las cámaras de vídeo de alta definición de su propiedad. Luego editó el material, le aplicó efectos especiales y al final le añadió la música.
Todo, en un día.
Por supuesto que hicieron un trato. El corto de tres minutos pasó a convertirse en la escena inicial del filme Sin City, que se estrena hoy en los Estados Unidos. Rodríguez le dio el crédito de co-director a Miller (lo que le trajo serios problemas con el sindicato) e invitó a Quentin Tarantino a dirigir una escena.
Wired tiene la historia completa.