A veces la realidad es tan increíble que la ficción tiene que cortarse. Le pasa a películas como 'Gladiator' y es tan habitual que tiene un nombre

La necesidad de ser totalmente fieles a la historia es una discusión frecuente en el cine

Gladiator
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Cuando salió el primer tráiler de 'Gladiator 2', no faltaron los comentarios que afirmaban que quizás Ridley Scott se había pasado con el espectáculo esta vez. Entre la música rap y los barcos dentro del coliseo, la fidelidad histórica parecía lo último en la cabeza del veterano cineasta.

A escasos días del estreno de la película, no podemos asegurar que todo lo que aparece en ella sea realista, pero al menos eso que aparece en el tráiler sí lo es. Los coliseos eran verdaderos espectáculos del momento, y se atrevían a hacer filigranas como, efectivamente, llenarlo de agua para recrear batallas navales. Sin embargo, la percepción general del espectador medio es que es algo tan inconcebible que no puede ser verdad.

Comprometiendo la historia

Eso tiene un nombre. Se llama "Tiffany Problem" o "Tiffany Effect" y fue acuñado por la escritora de fantasía Jo Walton. Hace referencia a esas veces en las que la realidad es tan increíble que puede sacar al espectador totalmente de la ficción. En esos casos a los creativos les toca olvidar la historia y apostar por seguir el conocimiento popular.

Braveheart

El ejemplo más clásico es el que le da nombre. Tiffany es según Jo Walton un nombre que suena muy moderno, pero lo cierto es que ya existía desde la Edad Media. Sin embargo si una película o novela de la Edad Media estuviera protagonizada por una Tiffany el público pensaría que es ridículo. ¿La solución? Evitar mencionarlo por completo.

Es lo que muchas películas a lo largo de la historia han tenido que hacer. La 'Gladiator' original hizo una representación épica de las batallas de gladiadores, pero también muy convencional. Hay hechos reales como los coliseos siendo un espacio para anuncios de bienes y servicios que decidieron eliminarse de la película porque al espectador le parecería ridículo y muy difícil de creer.

Hay ejemplos de lo contrario. 'Braveheart' es una película a menudo denostada por historiadores por sus inexactitudes históricas. Una de ella es la presencia de la falda escocesa, que no se inventó hasta mucho más tarde pero decidió incluirse en la película para ir a favor del conocimiento popular.

Otro ejemplo se encuentra en 'Cloverfield'. En la famosa escena de la cabeza de la estatua de la libertad ésta es mucho más grande que su referente real. Esto se hizo porque los tests de audiencia no paraban de quejarse de que era muy pequeña. A pesar de que inicialmente usaron las medidas reales, tuvieron que seguir agrandándola tras cada proyección.

Northman

Hay directores que no hacen concesiones. Robert Eggers es un conocido amante de la historia que a lo largo de sus tres películas no se ha achantado en incluir detalles históricos hasta niveles enfermizos. De los curiosos dialectos del inglés que pueblan películas como 'El faro' o 'La bruja' a la representación certera de tradiciones vikingas, Eggers tomó decisiones como eliminar los cascos vikingos con cuernos porque, por famosos que sean en el imaginario popular, no llegaron a existir realmente.

Parece que en esta segunda vuelta Ridley ha seguido sus pasos, ya que 'Gladiator 2' se atreve con las muy reales batallas navales en los coliseos, por bizarras que le parezcan al espectador. Dicho sea todo, hace uno bien en mantenerse algo cínico, porque 'Napoleón' ya fue duramente criticada por historiadores por sus numerosas incosistencias. Ni corto ni perezoso, su respuesta en aquel momento fue decir que quejarse por eso era "una absoluta gilipollez".

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