Las prolongaciones de las sagas causan ambivalencia entre los aficionados del terror, con secuelas a menudo ignoradas por el público general pero que pueden causar un mediano fenómeno de culto. También se puede generar rechazo, que incluso se vuelve preventivo ante la perspectiva de un descarado intento cínico de explotar un clásico original.
Esta semana hemos tenido que lidiar ante uno de esos casos, con una franquicia que ha tenido una película totalmente icónica e imprescindible con secuelas que son solamente reconocidas por los más cafeteros, y ahora tiene una precuela intentando llevar sus ideas a la actualidad. De algún modo, ha sido difícil resistir la tentación de ‘La profecía’.
Este niño es un demonio
Richard Donner nos ofreció hace casi 50 años una inmaculada obra de terror demoniaco al calor de ‘El exorcista’, con Gregory Peck de protagonista de la función. Una exploración de los demonios de la mitología cristiana, así como otros muy humanos y terrenales concernientes al terreno familiar. Un clásico todavía cautivador que se puede ver en streaming a través de Disney+.
El diplomático Robert Thorn espera en Italia el nacimiento de su hijo junto a su esposa Kathy, pero esta da a luz a un bebé muerto. A escondidas de ella, el político intenta dar el cambiazo por un bebé huérfano. Pero Robert se irá dando cuenta de su error cuando el joven Damien crezca y empiecen a suceder cosas malévolas alrededor de él, asentando el camino a una terrible profecía sobre la llegada del Anticristo.
No es difícil ver cómo esta película intenta explotar el fenómeno de terror de ‘El exorcista’, con una temática similar y una inquietud realmente tenebrosa. Incluso su temática sobre los miedos sobre la paternidad resultan bastante similares, en ocasiones hasta derivativos. Pero como heredera resulta realmente sensacional.
‘La profecía’: un escalofriante clásico
Donner hace aquí su primer trabajo de gran relevancia, asentando su camino como uno de los mejores artesanos de cine popular de los setenta y ochenta. Eso sí, los títulos posteriores se distancian del género de terror, que aquí hace magníficamente con oficio y con buena voluntad dramática.
El trabajo de Peck resulta fantástico, como no cabría esperar de otra forma, y la película termina de volverse icónica gracias a su banda sonora, con un genio como Jerry Goldsmith sacando magia de dentro suyo. Una de las partituras más icónicas de la historia del cine para una película escalofriante y debidamente canonizada a la que parece haberle llegado una digna sucesora.
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