Hace menos de un año os comentaba lo que me había parecido 'Las Colinas Tienen Ojos', remake del conocido film de Wes Craven de los 70, dirigido por un Alexandre Aja en plena forma. La rapidez con la que hicieron su secuela ha sido realmente pasmosa, y hay que decir que a pesar de que el film original también tenía su secuela, dirigida de nuevo por el inefable Craven, ésta que hoy nos ocupa no es un ramke de aquélla, sino una continuación del film de Aja. Evidentemente los personajes son otros, aunque alguno de los actores ha repetido interpretando a otro personaje distinto, como es el caso de Michael Bailey Smith, que las dos veces se ha puesto del lado de los "malos", pero como el maquillaje no le hace reconocible, pues no vemos que es el mismo actor.
Su simplísimo argumento nos lleva al mismo desierto de la primera parte, donde se están haciendo unos experimentos científicos. Hasta allí llegarán un grupo de soldados de la Guardia Nacional que harán un alto en su camino para dejar una mercancía. Una vez en el lugar descubrirán que en las montañas viven nuestra más querida familia de mutantes, producto de experimentos atómicos en la zona, los cuales se divertirán un rato con ellos, y de la forma más sangrienta posible, porque si no, no hay película.
Lo primero que se echa en falta en este prescindible secuela es la mano de un director con garra, o sea, no tenemos al Aja de la primera entrega. En su lugar nos han puesto a Martin Weisz, director alemán de prestigio gracias a su inédita por estos lares 'Grimm Love', y que con esta película se estrena en el mercado norteamericano. El director no saca ningún provecho del material que tiene entre las manos, eso si consideramos que algo de lo que hay aquí da para hacer una buena película, cosa que sinceramente dudo. Pero ni siquiera se exprime, por así decirlo, el paisaje desértico o el interior de una mina, escenarios que en manos de otro director con más personalidad se hubieran convertido en una verdadera pesadilla.
Tal vez el mayor problema de la película reside en su más que estúpido guión, escrito por el propio Craven y su hijo. Dejando a un lado las más que obvias referencias a la invasión de Irak, que ya empieza a cansar tanta crítica barata y cogida por los pelos, el film tiene unos diálogos de lo más absurdo y unos personajes a los que poco les falta para ser unos completos descerebrados, recién salidos de una película de terror para adolescentes. Las situaciones comunes se repiten hasta la saciedad, y prácticamente te sabes el orden en el que van a ir cayendo los soldados uno a uno, y la forma en la que van a ser eliminados, por no hablar de la dichosa manía de dejar un final abierto, y totalmente innecesario, con vistas a una nueva entrega, por si las moscas.
El plantel de actores es mejor no nombrarlo, y quienes se llevan la palma son evidentemente los que hacen de mutantes, que se ve se lo han pasado mejor que el resto. Del grupo de inútiles soldados (porque encima los tienen que retratar a todos como unos verdaderos inútiles) sólo destaco la belleza de la actriz Jessica Stroup. Ya se sabe que para este tipo de películas no es encesario realizar una grandísima interpretación llena de matices con personaje supercomplicados, pero ¿por qué narices los actores de todo este tipo de películas son siempre tan rematadamente malos? ¿va en consonancia con la calidad de la película?
En fin, no os entretengo más, la película es verdaderamente mala, hasta llega a aburrir, a pesar de algún efectillo conseguido. Una última cuestión que se escapa a mi comprensión: lo lógico es que este film se titulase entre nosotros 'Las Colinas Tienen Ojos 2' ¿no? ¿a qué ha venido ese ridículo título de los malditos? Como el primer film no tuvo demasiada repercusión en nuestro país, ¿habrán intentado colarnos que nada tenía que ver con el mismo? Bueno, si es así, razón no les falta, uno es altamente disfrutable y el otro es simplemente penoso.
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