Retomamos la sección de Críticas a la carta en Blogdecine con la última petición mayoritaria de nuestros usuarios. ‘Zombis Party (Una noche… de muerte)’ es la elegida y bien podría formar parte de una antología de despropósitos en la adaptación de títulos. Y es que, esta cinta dirigida en 2004 por el ingenioso Edgar Wright, tiene como título original ‘Shaun of the Dead’, en claro homenaje a la secuela ‘Dawn of the Dead’ (‘Amanecer de los muertos’ en España) filmada por George A. Romero diez años después de su exitosa revisión del género de los muertos vivientes.
Este título tan absurdo (no menos que el elegido para el mercado latinoamericano: ‘Muertos de risa’) no debió hacerle ningún bien en su exhibición allá por 2004 porque apenas consiguió repercusión. Un título que, por desgracia, pasó desapercibido y que, una vez más, gracias a Internet se ha recuperado y ganado fans por todo el mundo. No es para menos. Se trata de una película honesta, sin muchas pretensiones y muy divertida. Y, a pesar de lo que pudiera parecer, bastante original en su planteamiento lo que le otorga un resultado altamente recomendable.
‘Shaun of the Dead’ no esconde sus referencias y las integra a la perfección
‘Zombis Party (Una noche… de muerte)’ es una curiosa mezcla de géneros cuyo principal acierto es, precisamente, la fusión de comedia romántica con el subgénero de terror con muertos vivientes. Aunque se ha afrontado en innumerables ocasiones desde la perspectiva de parodia, pocas veces se ha logrado tan buena simbiosis a la hora de usar zombis, humor y no caer en lo fácil. Aunque también es cierto, que esta historia ideada por Edgar Wright y el protagonista y también guionista Simon Pegg (los dos principales artífices de esta interesante y divertida película) huye de la parodia, intentando contar una historia simple, una comedia romántica con un humor muy negro y sin mayores pretensiones. Busca más divertirse con el espectador que parodiar a los muertos vivientes. Y esto es de agradecer.
Como es lógico, la aproximación a los muertos vivientes destila guiños, más que homenaje puro y duro, a directores como el mencionado George A. Romero y también a John Carpenter, Peter Jackson y con más claridad a Sam Raimi (con sus respectivos y populares trabajos de hace dos décadas en el género).
La historia es bien conocida. Shaun un joven vendedor en la frontera de los treinta años, lleva una vida apática, acomodada y conformista sin querer dar el paso de madurez, ya que vive con Ed (Nick Frost), su mejor amigo, que es precisamente el mejor ejemplo de niño adulto que no quiere crecer. En este escenario, su novia decide romper su relación porque ve que no hay forma de cambiarle de su irresponsabilidad y monotonía (su lugar preferido es el Winchester, típico pub inglés, escenario clave en el desarrollo final del relato). Ante esta situación y con Shaun destrozado, abatido decide hacer todo lo posible para recuperarla. Aquí es cuando entran en liza los zombis. Una invasión de muertos vivientes en segundo plano que será la prueba que tendrá que superar con su inseparable amigo para rescatar a su novia y de paso a su propia madre.
‘Zombis Party’, el apocalipsis integrado en el medio de la cotidianidad
A partir de este momento es cuando la película ofrece su mejor cara. Comienzan a ganar presencia los zombis, la película gana en diversión, en humor y son los muertos vivientes los que hacen aflorar los sentimientos más sinceros de los personajes, a la par que generan las situaciones más absurdas y divertidas. Con diálogos ingeniosos y un ritmo más trepidante en un escenario de apocalipsis y de caos que va tomando protagonismo, pero que, ingeniosamente, la película ya nos ha ido mostrando en segundo plano, dejando que el espectador lo intuya mucho antes que los inadvertidos protagonistas. Y serán los zombis los que consigan, en una situación cómica, divertida y con gags bien dosificados, mostrar el camino de la madurez (siempre relativa) a Shaun, a la par que la vía para conseguir su objetivo: recuperar a su novia y darle un cambio de rumbo definitivo a su vida. Un apocalipsis en medio de una manifestación de cotidianidad.
Por supuesto, tanto Wright como Pegg sacan a relucir su universo multirreferencial. Con la música (discos de vinilo como armas arrojadizas entre discusiones sobre grupos) y, por supuesto, con el subgénero zombi en el cine, pero siempre destilando “buen rollo” y guiños simpáticos (sublime la imitación de Hal en ‘2001: una odisea del espacio’) . Y es que tanto el director como su protagonista consiguen plasmar en ‘Shaun of the Dead’ la historia de unos perdedores, unos adultos atrapados –conscientemente– en un comportamiento infantil, que les cuesta cambiar. Prefieren aislarse en la cerveza y en los videojuegos como evasión a la vida cotidiana.
Precisamente, este argumento de fondo (y con la cultura popular bien presente: música, videojuegos, cine…) es con el que ambos triunfaron años antes en la televisión británica con la serie ‘Spaced’ que fue la que los encumbró. Y consiguieron repetir la fórmula con este trabajo cinematográfico que repite ese espíritu además de lograr incluir a los zombis con notable ingenio para darle ese aire grotesco que contiene. Y ese tono grotesco se evidencia en el doble plano que nos presenta, el enfrentamiento de dos tipos de descerebrados, los vivos y los muertos.
‘Zombis Party (Una noche… de muerte)’ es, a pesar de su pésimo título en España, una película muy querida, bien recordada y que ha sembrado un hito cinematográfico de los que permanecen en el tiempo. Y eso que ha encontrado ciertas similitudes (o malas imitaciones) en ejemplos recientes (como ‘Bienvenidos a Zombieland’), lo que la convierte más si cabe en una pieza muy valiosa. La pareja formada por Wright y Pegg logró ofrecer una pequeña joya de la comedia británica que aún hoy sigue muy vigente. Y por suerte consiguieron repetir fórmula e inspiración en su siguiente trabajo: ‘Arma fatal’ (‘Hot Fuzz’, 2007), otra película muy meritoria.
Ver 83 comentarios