A principios de los años 40, la editorial Detective Comics empezó a hacer una distinción entre sus publicaciones que seguían el canon de su universo superheróico y las que se desviaban del mismo, etiquetándolas con el nombre de "Imaginary Stories". Una práctica que, en 1989, derivó en la creación de un sello conocido como "Elseworlds", bajo el que se lanzarían estas historias ambientadas en realidades alternativas.
La primera de ellas fue 'Gotham: Luz de gas', que enfrentó a Batman con Jack el Destripador durante la época Victoriana. Tras ella, llegaron grandes obras como la notable miniserie 'El clavo' de Alan Davis o el genial 'Superman: Hijo Rojo' de Mark Millar, que jugaba con la idea de que el Hombre de Acero, en lugar de en Estados Unidos, aterrizó en una granja ucraniana durante la época estalinista de la Unión Soviética.
'Batman Ninja', la nueva aproximación animada a la mitología del Cruzado Enmascarado gothamita, podría ubicarse perfectamente dentro de esta línea —conocida en nuestras tierras como "Otros mundos"—, trasladando a Bruce Wayne y demás personajes habituales al Japón feudal en un filme visualmente notable y desbordante de estilo, pero cuya delirante narrativa podría resultar indigesta para todos los que esperen una aventura convencional del hombre murciélago.
Pocas palabras pueden describir mejor a 'Batman Ninja' que "auténtica locura". El guión de Kazuki Nakashima, responsable del libreto de la igualmente demencial 'Terra Formars' de Takashi Miike, condensa en poco menos de hora y media todos los tópicos habidos y por haber del anime que, una vez pasados por el filtro de la cultura nipona tradicional, dan lugar a un espectáculo grotesco cuya impostada solemnidad deja claro que no se toma a si mismo en serio en ningún momento.
Para mantener intacta su capacidad de impacto, no merece la pena entrar en detalle sobre el demencial amasijo de situaciones, giros y escenas —algunas para el recuerdo— que salpican el relato; pero cabe remarcar que esta producción, dirigida por Junpei Mizusaki, atesora esa estimable virtud que la convierte en un viaje sin retorno en el que la sorpresa hace acto de presencia una y otra vez cuando parece que no hay cabida para otra vuelta de tuerca.
Hay que reconocer que, sin su magnífico tratamiento visual y estilístico, 'Batman Ninja' no resultaría una experiencia tan gratificante y, probablemente, haría de su visionado un pequeño calvario para el espectador menos abierto a este tipo de productos. Es gracias a los alucinantes diseños de personajes de Takashi Okazaki —'Afro Samurai'— y a una animación fluida, vistosa y, por momentos, un tanto arriesgada, que la cinta se mantiene en pie; invitando a perdonar sus muchos excesos argumentales.
'Batman Ninja' es uno de esos largometrajes a los que hay que enfrentarse con cierta predisposición y con la mente lo más abierta posible. De cumplir con estos requisitos, nos encontraremos con un divertimento más que decente envuelto con una factura sencillamente espectacular; aunque, independientemente de nuestra voluntad para digerir disparates, es más que probable que, mientras circulan los títulos de crédito finales en pantalla, no podamos dejar de preguntarnos con cierta estupefacción qué narices acabamos de ver.
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