'Asesinatos en la radio', una película a reivindicar

'Asesinatos en la radio', una película a reivindicar
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Algo que siempre ha gustado mucho en Hollywood son las películas que rinden homenaje al cine clásico de una forma u otra, estando aún bien reciente el caso de 'The Artist' (Michel Hazanavicius, 2011). La cuestión es que hay que saber dar con el momento oportuno para estrenarlas y en 1994 varias cintas lo intentaron, pero el público no demostró demasiado interés en títulos como la excelente 'Ed Wood' (Tim Burton), la entretenidilla 'Me gustan los líos' ('I Love Trouble', Charles Shyer) o 'Asesinatos en la radio' ('Radioland Murders', Mel Smith).

Sin embargo, la que peor parada salió fue 'Asesinatos en la radio', una cinta que el mismísimo George Lucas había intentado sacar adelante durante más de dos décadas. Lo que finalmente vio la luz está algo lejos de ajustarse a la visión original del creador de 'Star Wars', pero tampoco se merece la recepción tan negativa que tuvo en su momento, fracasando estrepitosamente en la taquilla y siendo masacrada por los críticos. Ahora me gustaría dedicar unos minutos para reivindicarla, valorando tanto sus innegables virtudes como sus evidentes defectos.

Basada en una historia de Lucas, sus orígenes se remontan antes del estreno de 'American Graffiti' (1973) y estaba previsto que fuese él quien la dirigiera. El tiempo fue pasando sin que eso pudiera concretarse hasta que el proyecto acabó sepultado en el development hell, de donde son muy pocos los títulos que acaban saliendo. Eso cambió a principios de 1993 y a finales de octubre de ese mismo año arrancaba el rodaje con el poco experimentado Mel Smith tras las cámaras por la confianza de Lucas en que ésta supiera manejar el peculiar tono del relato, pero no fue el caso.

Los problemas de tono de 'Asesinatos en la radio'

Lo primero que hay que tener claro es que 'Asesinatos en la radio' es un singular cruce de homenajes –a las ficciones radiofónicas de la época y las screwball comedies- que no termina de funcionar por culpa de un guión en el que metieron mano demasiadas personas, más que probablemente por la inseguridad que se tenía en Universal sobre el tipo de película que estaban haciendo. Con todo, el error más grave es confiar mucho en los personajes, pero luego dedicar muy pocos esfuerzos a darles cierta entidad individual.

En una comedia puedes regalar diálogos inolvidables a personajes que quizá únicamente hagan acto de presencia con ese fin, pero a cambio tienes que contar con unos protagonistas suficientemente bien definidos como para que las locuras que les vamos a ver hacer –o padecer- tengan una mayor dimensión y así disfrutemos más con ellas. De hecho, también puedes hacerlo un poco sobre la marcha, pero en 'Asesinatos en la radio' prefieren sacrificar el desarrollo los personajes en beneficio de la acción, los afilados diálogos y la acumulación de situaciones absurdas.

Esto acaba volviéndose en su contra, porque en todo momento reina la sensación de que 'Asesinatos en la radio' podría haber sido mucho mejor de haberse centrado más en sus raíces en las screwball comedies, pero tampoco es el desastre que muchos quisieron ver en ella en su momento. Sí que se acusa también cierta sobreacumulación de personajes pero eso es algo imprescindible tanto para la parte cómica como para el misterio alrededor de los asesinatos –cuantos menos haya, más escasas son las opciones sobre la identidad del criminal- y que no daña al resultado final.

Una simpática comedia absurda

Imagen de

Lo que no consigue la meramente correcta labor tras las cámaras de Mel Smith sí lo logra el montaje de Paul Trejo, el cual convierte a 'Asesinatos en la radio' en un entretenimiento frenético en el que la mera idea de poder aburrirse resulta ridícula. Además, hay un puñado de gags que se aprovechan a las mil maravillas del clima de absurdidad reinante para arrancarnos varias carcajadas y compensar otras situaciones cuya comicidad resulta menos efectiva.

El reparto es otro de los grandes aciertos, aunque comercialmente jugase en su contra el contar con tantos rostros televisivos de la época. Lo más llamativo es el notable parecido de Brian Benben con Alan Rickman, pero que eso no os distraiga, ya que el maneja con gran acierto los tics característicos de este tipo de comedias y muestra un carisma bastante inesperado por mi parte. Algo menos afortunada resulta la labor de Mary Stuart Masterson, pero es suficientemente cumplidora como para que no resulte algo molesto.

Además, hay infinidad de cameos en 'Asesinatos en la radio' que llegan a convertir a la película en una especie de desafío intelectual para saber de qué nos suena tal o cual actor –la cosa pierde su gracia si nos limitamos a acudir a imdb a resolver nuestras dudas...-, pero la cosa no se queda en eso, ya que apariciones como las de Christopher Lloyd, que rodó todas sus delirantes escenas en apenas un día, o George Burns en su última aparición en la gran pantalla añaden diversión a la que quizá sea la película que haya visto que más se merece el calificativo de simpática.

Una escena de

Ya he comentado que estamos ante una película con unos fallos muy fáciles de identificar, pero 'Asesinatos en la radio' compensa con creces sus problemas para acabar convirtiéndose en un gran y absurdo pasatiempo que no merece estar tan olvidado.

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