El que podría ser el mejor escritor de ciencia ficción, el polaco Stanislaw Lem, falleció ayer a los 84 años en una clínica cardiológica de Cracovia.
A partir de la novela más conocida de Lem, ‘Solaris’, tan magnífica como críptica, tan complicada como seductora, de la cual recomiendo su lectura a cualquiera; se habían realizado dos adaptaciones cinematográficas. La primera, del director soviético Andrei Tarkovski, de 1972 y la segunda de Steven Soderbergh, de 2002.
Aunque otras películas de Tarkowski son muy pesadas de ver, para mí ‘Solaris’ es casi una obra maestra, bastante a la altura de tan impresionante libro. La de Soderbergh no está mal, para ser lo que es. Respeta bastante bien algunos de los hallazgos de la primera. Probablemente, el público que se acercara a las salas viendo en el cartel naves espaciales y la cara de pan de George Clooney, se esperaría otra cosa y saldría decepcionado. Pero quien tuviera una pequeña idea previa de lo que iba a ver seguro que la disfrutó.
Además de una obra excelente de ciencia ficción, ‘Solaris’ es una creación psicológica, profunda y sesuda. En el planeta al que se dirigen los astronautas, un mar inteligente rige las vidas de quienes lo pisan. Los recuerdos y los seres amados vuelven como si existieran de verdad, pero guiados por los pensamientos de aquellos que los rememoran. 'Horizonte final' (‘Event horizon’, 1997), una película de ciencia ficción normalita, aunque con algún buen momento, trata un poco por encima este aspecto.
Como siempre hay alguien dispuesto a puntualizarlo todo, me adelantaré diciendo que el lugar de nacimiento de Lem pertenece hoy en día a Ucrania, pero en 1921, cuando nació el autor, era parte de Polonia. Por eso le he llamado polaco. Ocurre tres cuartos de lo mismo con el lugar de nacimiento de Tarkovski. En su momento, formaba parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Hoy en día es Rusia.