Hace unos días hablaba de la película de David Lean, aprovechando que se estrenaba en nuestro país la versión que ha hecho Roman Polanski, director siempre interesante, aunque nunca se sabe lo que va a terminar ofreciendo, y en ese aspecto, uno se puede esperar cualquier cosa, pues su obra está llena de grandes películas ('El Quimérico Inquilino', 'Frenético'), y de otras verdaderamente vergonzosas ('La Muerte y la Doncella', 'La Novena Puerta'), pasando por las que se quedan a medio camino ('Piratas', 'El Pianista').
No diré nada de su argumento porque, primero, le he hecho recientemente, y segundo, ¿quién no se lo sabe de memoria?, aunque al respecto hay que decir que en esta nueva versión se han suprimido ciertos pasajes del libro, quizá con vistas a no cometer los fallos de guión que contiene la versión de Lean. Ahí han demostrado ser inteligentes. Y sin emabargo tanto director como guionista tratan la historia contando con que el espectador ha leído el libro, por lo que dan por sabidas algunas cosas y eso es imperdonable, no se puede contar hasta ese punto con la complicidad del espectador.
También, y ciñéndome a ciertas declaraciones del guionista, Ronald Hardwood, en las que decía que tanto él como Polanski vieron la versión de Lean, y llegaron a la conclusión de que se podía hacer mejor, lo gracioso del asunto es que lo han hecho copiando planos y secuencias exactamente igual, y creo sinceramente que no es una buena forma de superar la otra versión; algo también imperdonable, pues Polanski tiene su propio estilo, sin necesidad de andar plagiando a otro, por muy referente que sea, y dicho sea de paso, mejor director. En el trabajo interpretativo es donde encontramos lo mejor de esta floja película; Ben Kingsley haciendo de Fagin está sencillamente genial en todos los aspectos, sorprendentemente caracterizado, le da un toque de humanidad a un personaje miserable y casi odioso, desde luego el mejor de todos, muy por encima del de Oliver Twist, a quién interpreta Barney Clark, y que no está tan mal como cabría esperar, aunque en algunas escenas adolezca de una inexpresividad latente en algunos primeros planos. El resto del reparto está bastante bien, y sumados a una impresionante dirección artística (la película fué rodada en un gran estudio de Praga), no podemos quitar nada más bueno de una película que, como dice el propio Polanski: 'He hecho un film que pudieran ver mis hijos'.
Y lo ha demostrado. Desde el hecho de reducir la historia a la mínima expresión, por eso no funciona sin antes haber leído el libro, hasta la puesta en escena, bastante impersonal y falta de vigor, por no hablar de la ausencia casi total de emoción, sólo palpable en una secuencia final bastante bien filmada, pero que en el resto no existe, quitándole así toda la fuerza a la historia.
Un Polanski frío y demasiado correcto que nos ha servido una película igual de fría, por mucho que la bonita banda sonora de Rachel Portman se empeñe en demostrar lo contrario, y que probablemente no pase a la Historia, además es de esas que se olvidan enseguida. Quizá en los próximos Oscar haya nominaciones para Ben Kingsley y para los decorados, que eso sí, serían merecidas.