Hacía tiempo que no me reía tanto delante de la televisión (ni siquiera con ‘The Big Bang Theory’, que ya es decir) y desde luego no pensaba que fuese a hacerlo anoche mientras veía la gala de los Goya. Teniendo en cuenta las ceremonias chapuza a las que TVE nos tiene acostumbrado, me cuesta creer que anoche nos ofrecieran una gala dinámica, entretenida y divertida, con pocos momentos para el aburrimiento y comandada de una manera brillante por Andreu Buenafuente.
No soy fan especial de Andreu ni de su programa, me parece entretenido y poco más, pero se ve que el cambio de guionistas y el estar en un ambiente más propicio para las bromas directas con el público hacen que gane muchos enteros. Si a esto le unimos una ceremonia sin cortes publicitarios y sin retardos como los de otros años, obtenemos como resultado la gala de anoche, con un ingenio televisivo patente desde el primer minuto de emisión.
Y es que quien viera anoche la gala estará conmigo en que el vídeo de presentación en que Andreu intenta llegar a tiempo a la ceremonia fue un absoluto derroche de ingenio, con la participación de actores y directores interpretando pequeños papeles en consonancia con el argumento de las películas estrenadas el pasado año. Un momento que merece ser destacado es aquél en que Andreu se monta en un taxi y Fernando Trueba se vuelve para preguntar: “¿A la derecha o a la izquierda?” con la consiguiente cara de espanto del presentador al comprobar la divergencia de los ojos del taxista.
No faltaron las bromitas con el público metiendo pullitas y pidiendo luego perdón o los pequeños detalles a lo largo de la gala que se hacen grandes en el conjunto, como la aparición del perro Pancho (el de la lotería) entre el público, que se mantuvo durante toda la ceremonia, el número musical a lo Neil Patrick Harris en los Emmy, el momento 3D en que la pantalla del fondo soltó una tromba de agua que caló hasta los huesos al pobre Andreu o el premio concedido por Santiago Segura a Belén Esteban y Maria José Campanario por “Mejor Montaje”.
También se tiró de morbo, of course, pudiendo ver a Penélope Cruz y Javier Bardem juntos en la gala o, el momento álgido de la noche, con la aparición en el escenario de Pedro Almodóvar después de la pelea hace unos años del director con la Academia de Cine. Me resultó un poco chocante ver cómo todo el público se levantaba, aplaudía y vitoreaba a Almodóvar cuando fue él quien abandonó la Academia tras una pataleta por verse superada su película por otra de Amenábar.
Muy grande también fue el momento en que Pocoyó apareció, gracias a la magia del ordenador, en el escenario para presentar el premio a Mejor Película de Animación, manteniendo una discusión con el presentador sobre si debía o no dar paso al ganador. Supongo que será por el amor que le tengo a Pocoyó, pero ver al personaje infantil gritando aquello de “Abogadoooo” hizo que me retorciera de risa en el sillón.
¿Hubo fallos y momentos aburridos? Unos cuantos. Para empezar, el discurso de Álex de la Iglesia entonando el “Pobre de mí” del cine español resulta un poco repetitivo, y un discurso tan largo como el suyo no hace sino aburrir a la audiencia. Por otro lado, creo que deberían poner un tope de tiempo para los premiados, porque no puede ser que cinco personas suban al escenario y que todos agradezcan el goya a su familia, amigos y hasta la niñera que le cambiaba los pañales de pequeño. A mí eso no me interesa.
Además, la lista de premios resulta demasiado extensa, e incluso en una gala sin cortes la ceremonia se prolongó más de dos horas y media; y eso sin publi es difícil de aguantar. Hubo varios fallos de sonido, escuchándose lo que no se debía en momentos inadecuados y con fallos de algún micrófono, y también se enfocó varias veces el teleprompter que ayudaba a Andreu a no perderse. A destacar también que, a pesar de que la realización fue en 16:9, TVE emitió la gala en 4:3, algo un poco chapucero.
En definitiva, parece que en TVE se apuntan a los avances del otro lado del Atlántico, con galas en riguroso directo y entretenidas para el espectador de a pie. Y al igual que allí, en España la audiencia también responde.
Vídeo | RTVE.es
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