Las expresiones televisivas suceden cuando menos te lo esperas. Un día estás viendo una serie, sucede algo inesperado que trasciende y aparece un concepto. Así surgió el concepto de salto del tiburón en los años setenta, cuando un personaje de ‘Happy Days’ literalmente saltó por encima de un tiburón mientras hacía esquí acuático. Era cuestión de tiempo que un impacto parecido volviera a suceder, sobre todo en estos tiempos de redes sociales, y ocurrió cuando HBO emitía ‘Juego de Tronos’. ¿Pero qué demonios era ese episodio que estaban viendo los espectadores? Pues una boda roja.
Los lectores de los libros de George R. R. Martin ya sabían que esa ‘Red Wedding’ tendría lugar con algunas modificaciones, así que la expectación era mayor para ellos que querían disfrutar al ver como se desfiguraban las caras de sus amigos y familiares mientras veían el episodio. En un abrir y cerrar de ojos, los guionistas cogieron el tablero y tiraron todas las fichas al aire, cambiando las reglas del juego. ¿Quién podía imaginar que la serie tomaría semejante rumbo? Antes de ver o leer ese capítulo, donde correrían la sangre y los impactos, nadie. Y, como la expresión se empleó por Twitter y por los blogs de forma masiva y al instante, se creó una expresión nueva para el diccionario de todo teléfilo.
El revulsivo de un medio conservador
El significado de boda roja tiene su origen en la naturaleza de la ficción en general. De forma subconsciente, el espectador cree conocer las reglas básicas de las narraciones porque tenemos asimilados ciertos recursos, estructuras y personajes. En este aspecto, mientras que ciertas obras cinematográficas o literarias se permiten el lujo de sorprendernos, la televisión es una disciplina muy conservadora. Los guionistas raramente liquidan una trama o personaje que les funciona por miedo a perder espectadores, que pueden considerar que ese elemento era clave en la serie. Hay una costosa inversión de por medio, el espectador está profundamente entregado y hay que satisfacerle si se quiere mantener a la audiencia a lo largo de los años.
Por esto no es habitual que se cambien las reglas del juego cuando la partida ya está empezada, como ocurrió con ‘Juego de Tronos’, porque el espectador es una especie con ciertos hábitos, que ve la televisión por equis razones y cambiar las reglas puede suponer romper un contrato implícito. Pero la ficción de HBO destruyó de forma definitiva las expectativas del espectador, revelando que habían puesto en primer plano unas figuras que no eran protagonistas y que literalmente cualquier cosa podía pasar a partir de ese momento.
Así podríamos definir una boda roja como ese episodio donde los guionistas rompen los esquemas que tiene asimilados los espectadores para dejar fluir las tramas hacia límites insospechados. No necesariamente debe tener connotaciones violentas como pasaba en el episodio ‘The Rains of Castamere’ de ‘Juego de Tronos’, pero sí debe haber un factor sorpresa y un impacto claro en el espectador. También marca un antes y un después en la vida televisiva de esa ficción pero no tiene una connotación negativa como ocurría con el salto del tiburón. Simplemente, comienza una partida distinta con una consecuencia muy clara: el espectador ya no sabe qué normas rigen la sala de guionistas.
Más bodas rojas
Probablemente el instante donde quedó claro que el concepto había tomado relevancia y podía usarse fue cuando el actor Graham Phillips leyó el guión del quinto episodio de la quinta temporada de ‘The Good Wife’. Según él, se trataba de una boda roja como bien explicó en Twitter.
Después de la emisión del capítulo, que oportunamente se titulaba ‘Hitting the fan’, se pudo entender porqué lo decía. Podía intuirse por donde irían los tiros porque el final de la cuarta temporada ya dejó entrever que la abogada Alicia Florrick tenía una ambición que iba más allá de lo que imaginábamos los espectadores, pero igualmente sorprendió. Al espectador le cuesta asumir que las reglas cambian y fue un episodio muy tenso, dramático y que marcó un punto de inflexión en la serie.
Desde entonces ha habido más bodas rojas y no es casual que justamente se trate de finales de temporadas, más que nada porque es el momento perfecto para colisionar tramas, dar respuestas y proponer nuevos interrogantes. Me refiero al desenlace de la tercera temporada de ‘Revenge’, que tuvo más giros que minutos, revelaciones chocantes y también llevó a la villana Victoria Grayson hacia límites insospechados, transportando la ficción a otro nivel.
El otro caso es el de ‘Hannibal’ y la conclusión de la segunda temporada. ¿Acaso creíamos que por conocer los libros de Thomas Harris sabíamos hacia dónde iría la trama? Pues Bryan Fuller nos dio nuestra ración de impactos y planteó una tercera temporada que ni podemos imaginar cómo se va a desarrollar y hasta qué punto ha dinamitado los nexos de unión con la obra original.
Y la grandeza de este concepto es que tiene carácter retroactivo: se puede aplicar tanto a ficciones venideras como a otras pasadas, ahora que podemos calificar esta situación con la etiqueta de boda roja. ¿Acaso se os ocurren más ejemplos, series que se hayan marcado un episodio de impacto que haya marcado un antes y un después, que haya alterado las reglas en mitad de la partida?
En ¡Vaya Tele! | Diccionario teléfilo
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