Cuando muchos aún no hemos superado el impacto de la historia de Bill y Frank que nos brindó el que, probablemente, termine siendo el mejor episodio de la temporada, 'The Last of Us' continúa postulándose como la primera gran serie de 2023 con 'Por favor, sostén mi mano'; un cuarto capítulo que apuesta una vez más por el equilibrio entre emoción y espectáculo.
Después de hacer un breve —y necesario— alto en el camino con la historia de amor imposible de 'Mucho, mucho tiempo', el punto de vista de la producción de HBO vuelve a centrarse en su dúo protagonista para ir desarrollando y reforzando sus vínculos en un nuevo ejercicio de tratamiento de personajes para enmarcar cortesía de Craig Mazin y Neil Druckmann.
- A partir de este punto vamos a entrar en detalles sobre lo acontecido en el cuarto episodio de la primera temporada de 'The Last of Us', así que si aún no lo has visto y quieres llegar virgen, te sugiero que dejes de leer.
El efecto Bill
Tras la emisión de 'Mucho, mucho tiempo', fueron muchas las voces que se elevaron tildando su contenido de intrascendente y simple relleno —en ocasiones para tratar de disimular mensajes homófobos—; pero el idilio posapocalíptico y su agridulce final ha encontrado su razón de ser velada en 'Por favor, sostén mi mano'. La carta que Bill dejó a Joel ha hecho mella en el contrabandista, cuya actitud hacia Ellie está comenzando a cambiar drásticamente.
Los primeros compases del capítulo, además de en recordarnos que Ellie tiene en su poder un arma de fuego, se vuelcan en dibujar esta dinámica, aprovechando pasajes y líneas extraídos del videojuego original como los horrendos chistes del libro de la adolescente o la divertida escena en el coche al ritmo de 'Alone and Forsaken' de Hank Williams.
Por supuesto, la dicha dura poco en tiempos de Cordyceps, y durante una parada en su camino a Wyoming, un Joel extremadamente precavido y vigilante —que, de nuevo, ha tomado al pie de la letra su rol de protector subrayado por Bill en su misiva— planta la semilla de la desconfianza, cuyo fruto se recogerá más adelante tras verse obligado a tomar un desvío respecto al camino previsto.
El bloqueo de un túnel por un camión oportunamente colocado invita a nuestros héroes a sortear el obstáculo a través de Kansas City —en el videojuego este tramo se ambienta en Pittsburgh, pero entraremos en detalle en el artículo sobre las diferencias—. La ciudad, en ruinas, es un laberinto de calles desiertas, escombros y una atmósfera en absoluto halagüeña; sensación que confirmamos cuando un grupo de personas armadas tienden una emboscada a la pareja.
Tras colisionar contra un escaparate, Joel se enfrenta a sus atacantes mientras Ellie se esconde en una habitación contigua. Tras deshacerse de dos de ellos, parece que la situación está bajo control, pero un tercer individuo pilla por sorpresa al personaje de Pedro Pascal, obligando a Ellie a tomar cartas en el asunto y usar su pistola antes de que su compañero de fatigas muera asfixiado.
Es entonces cuando la relación entre ambos se refuerza. Joel trata de proteger a Ellie obligándole a regresar a su escondite mientras él acaba con la vida del asaltante, que ruega clemencia. A escondidas, mientras escucha los gritos y el último estertor del chico, se ve incapaz de contener las lágrimas, que seca rápidamente antes de reunirse con Joel y volver a hacer alarde de dureza y valentía.
En tierra hostil
Esta evolución en el arco dramático de Joel y Ellie nos aleja momentáneamente de ellos para enfocar nuestra atención sobre la realidad de Kansas. Al igual que ocurría en el videojuego con Pittsburgh, la zona está controlada por un grupo de personas armado y organizado que ha logrado deshacerse de las fuerzas de FEDRA y adueñarse la zona de cuarentena capitaneados por Kathleen, un personaje inédito hasta la fecha.
Allí, la mujer y sus hombres tratan de dar caza a un tal Henry, a quien asocian la llegada de nuestros protagonistas al área y que les está dando más de un quebradero de cabeza. Eso sí, estos no serán sus únicos problemas, ya que en una breve escena se nos permite intuir cómo una amenaza subterránea —probablemente un bloater— está a punto de poner patas arriba la antigua QZ.
Con el equipo de Kathleen en misión de busca y captura, Joel y Ellie se refugian en un bar en ruinas donde pueden tomarse un descanso y continuar estrechando lazos. Joel continúa arrepentido de que Ellie tuviese que disparar a una persona, dejando entrever que aún tiene su corazoncito debajo del muro que le rodea, y la cría, emocionada, le confiesa que no es la primera vez que lo hace —lo de Bella Ramsey es realmente espectacular—.
Esta revelación hace que Joel se decida a entregar finalmente —y de forma oficial— la pistola a Ellie, enseñándole a empuñarla en otro breve momento capaz de traer algo de calor a un mundo hostil y horrible. Los compañeros de viaje y fatigas se ponen en marcha hacia el edificio en el que harán noche antes de decidir su próxima ruta.
La subida de las escaleras y la conversación previa a la hora de dormir entre ambos sirven nuevamente para redondear sus personalidades y su relación. Joel demuestra que aún tiene muchos fantasmas del pasado que combatir y que prefiere guardar para sí mismo, pero termina abriéndose en una última escena en la que, al fin, ríe junto a Ellie recordándonos que, como comprobaron Bill y Frank, aún hay esperanza para ser feliz.
Por otro lado, que dos desconocidos les hayan dado los buenos días a punta de pistola no parece ser el mejor desenlace posible...
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