'Sky Rojo' al fin ha llegado a Netflix. Con el hecho de ser la nueva serie de los creadores de 'La casa de papel' ya tenía mucho ganado para despertar la curiosidad del público, pero es que además, como ya os comenté hace unos días, arranca de maravilla, sabiendo cómo enganchar al espectador con la vibrante huida de tres prostitutas que han atacado y dado por muerto a su proxeneta. Cuatro episodios había podido ver hasta hoy, pero me faltaban otros tantos de su primera temporada con los que confiaba disfrutar tanto o más. Por desgracia, no ha sido así.
La serie arrancó como un puro chute de adrenalina, una decisión clave para convertirse en algo adictivo a poco que uno se deje llevar y no intente racionalizar lo que sucede, porque es cierto que se le pueden poner pegas a poco que uno se pare a reflexionar, pero eso no es a lo que jugaba la serie en su inicio, ni siquiera en esos flashbacks para dar algo más de fondo a sus protagonistas. Todo tendía más a un caos bien medido para no salirse simplemente de madre, pero la cosa se complica más en la segunda mitad de su primera temporada, donde lo dramático gana importancia y el cóctel se desequilibra.
Un gran arranque
Tenía claro que 'Sky Rojo' ha caminado por el alambre en todo momento, porque sus responsables dejan claro en todo momento que lo que buscaban aquí era mucho más que ser un pasatiempo de lujo pero desfasado, queriendo romper constantemente los esquemas del espectador sobre lo que está viendo. A fin de cuentas, Coral, Wendy y Gina son tres mujeres sobrepasadas por las circunstancias que les ha tocado vivir y poco a poco van despertando para volver a mostrarnos quienes son realmente.
Es curioso es que ese bajón de interés que sufre la serie le haga pensar a uno más en 'White Lines' que en 'La casa de papel', donde Álex Pina acababa apostando más por una visión amarga de lo que nos estaba contando sin llegar nunca a dar en la diana sobre cómo hacerlo sin perder la atención del espectador por el camino. Aquí es algo que no sucede de forma tan acusada, en gran medida porque los episodios de 'Sky Rojo' son mucho más cortos y hay que comprimir todos los ingredientes más, pero esos golpes morales de la serie siguen sin estar reflejados de una forma satisfactoria.
Y es que en 'Sky Rojo' cohabitan el lado más lúdico-festivo de este tipo de relatos criminales con un enfoque más dramático, algo llamado quizá no tanto a incomodar conciencias como a evitar que pueda verse como un pasatiempo de usar y tirar. Personalmente, creo que cuando potencia esto último, estamos ante una serie que engancha incluso más que 'La casa de papel', ya que sabe cómo darnos emociones similares en píldoras más pequeñas y contundentes.
Desde el uso de los colores hasta las escenas de acción, pasando por las aparentes contradicciones de los personajes o el componente azaroso que guiaba la huida de los personajes interpretados por Verónica Sánchez, Lali Espósito y Yany Prado. En todo momento hay una dosis bastante pronunciada de miseria en el universo que plantea 'Sky Rojo', algo que sirve para enriquecerla hasta que pasan a darle una importancia capital.
El punto de desequilibrio
Estaba claro que tanto Coral como Wendy y Gina son animales heridos, ya que por mucho que haya varios momentos en los que Romeo intente vender la prostitución como poco menos que un derecho divino, todos tenemos bien claro que no es así. Sin embargo, sirve para potenciar la idea de ver en 'Sky Rojo' un placer culpable, una aventura frenética en la que importa mucho más lo que sucede que los personajes que están pasando por esa odisea vital.
La cuestión es que 'Sky Rojo' quiere ser al mismo tiempo eso pero también otra cosa. Sin duda sería excesivo hablar de una denuncia, pero la serie entra de lleno en los traumas de las protagonistas con la misma contundencia y falta de sutileza que había estado haciendo gala hasta entonces. Simplemente no hay tiempo que perder, una decisión formal que se había sabido aprovechar de lo lindo hasta entonces para, como mínimo, tener entretenido al espectador, pero que falla al potenciar esa vertiente.
Como idea es muy buena, ya que podría ayudar a elevar a 'Sky Rojo' a otro nivel, situándola como algo más que una mezcla más o menos conseguida entre 'Kill Bill', 'Thelma & Louise', 'Airbag' y la propia 'La casa de papel'. Cada vez me gusta menos resumir una obra como una mezcla de otras -tanto por lo perezoso que puede ser como porque a veces da demasiadas pistas a quien haya visto el título en cuestión-, pero en este caso sí hay motivos para tener en mente esos títulos en un momento u otro y no pasa nada. La mezcla funcionaba, en parte por ese frenesí que proponía, pero también por el trabajo de su reparto.
¿Qué necesidad había entonces de querer forzar la profundidad? Tanto por tener tiempo real para abordarla, quedándose así en una molesta tierra de nadie, como por dejar claro que los diálogos que usa la serie no sirven para tanto. Ese toque reflexivo se vuelve en su contra porque en lugar de incomodar al espectador, lo que hace es romper el hechizo que había creado antes, pudiendo hacer que uno simplemente desconecte. Es una decisión valiente sobre el papel, pero errónea en su ejecución, porque no se pierde ese cruce entre lo chabacano y lo ingenioso que había exhibido la serie, pero es que hasta entonces sí funcionaba.
Ir por ese camino requería una profundidad real más allá de diálogos más o menos impostados, de frases que buscan ser contundentes por las ideas que quieren trasladar al espectador pero que carecen de esa dosis de naturalidad necesaria para que sean algo más que un claro intento de manipular la conciencia del público. Además, tampoco ayuda entonces el hecho de que haya tres narradoras, algo que hasta esa parte se sabía llevar con mucha soltura, para en el fondo reincidir en las mismas ideas, lo único que con traumas diferentes. Se siente un tanto impostado dentro de esa hiperbolización que comentaba Pina. Antes hasta era una virtud, aquí ya no.
Puede parecer un disparate estar alabando una serie cuando se centra en lo más superficial y poner tantas pegas cuando quiere ser más que eso, pero es que no es lo mismo querer ser algo que conseguirlo. Ahí es donde se desequilibra 'Sky Rojo', una especie de coitus interruptus totalmente buscado en el que la serie sigue manteniendo sus otras virtudes, pero uno ya sí que se ha parado a pensar por mucho que se haya dejado llevar hasta entonces, y eso es algo que no ayuda a la serie.
En resumidas cuentas
'Sky Rojo' empieza por todo lo alto para luego sufrir un claro bajón cuando decide que quiere jugar a ser también otra cosa. No es que faltan ciertos detalles en su arranque que hasta cierto punto acaban siendo una preparación para lo que viene después, pero la transición de una cosa a otra no termina de funcionar. Pese a todo, el bagaje es positivo, pero en condiciones normales ese cliffhanger debería haberme dejado con ansias de ver esa ya confirmada segunda tanda de episodios en lugar de pensar que no pasa nada por esperar lo que haga falta.
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