'Las aventuras del Capitán Alatriste' redefine la palabra bodrio

'Las aventuras del Capitán Alatriste' redefine la palabra bodrio

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'Las aventuras del Capitán Alatriste' redefine la palabra bodrio

Hace ya prácticamente un año que se lanzó el primer tráiler de 'Las aventuras del Capitán Alatriste' y entonces llegué a decir que había hecho que mi interés hacia la serie aumentara y que incluso había llegado a sopesar que podría merecer la pena. Era difícil hacerlo peor que la adaptación cinematográfica protagonizada por Viggo Mortensen y lo mucho que disfruté con las novelas de Arturo Pérez-Reverte me hicieron ser optimista y tener confianza en el proyecto. No podía haber estado más equivocado.

Vendida como una ambiciosa superproducción en la que no se ha reparado en gastos para que todo fuera lo más verídico posible, la realidad es que el primer episodio de 'Las aventuras del Capitán Alatriste' ha sido tal catástrofe que me es absolutamente imposible decir nada bueno de ella. Partiendo de esa base, los niveles de infamia alcanzados por la serie son diferentes en función de en qué aspecto nos fijemos, pero lo único que podéis asumir es que lo mejor de la misma fue que hubo pausas a publicidad y que el capítulo se acabó. Entremos ahora a hablar de lo malo.

'Las aventuras del Capitán Alatriste', un completo desastre

Escena de

Lo primero que uno percibe en 'Las aventuras del Capitán Alatriste' es que todo el dinero que se hayan gastado para lucir como una gran superproducción ha sido malgastado, ya que los escenarios no podían gritar más que son de cartón-piedra, el trabajo de vestuario es tan lamentable que parece que todos los personajes llevan ropa que acaba de comprarse -y ojo, que la suciedad está prohibida, comprensible si eres de la corte, pero no tanto si eres del pueblo llano o incluso tienes que malvivir en la calle- y la iluminación da hasta vergüenza ajena por lo excesivo que resulta queriendo iluminar absolutamente todo, aniquilando así cualquier sensación de naturalidad o realismo que estuviese buscando, algo especialmente molesto en las escenas que se supone que transcurren de noche.

Creo, aunque no puedo asegurarlo, que todo ello es una mera consecuencia del hecho por querer ser tan correcto en todas las facetas técnicas, pero el problema es que el resultado de ello es que todo parece ridículo, forzado y vulgar. En este apartado también conviene destacar el desastroso redoblaje para intentar igualar todos los diálogos, pero es que ahí no solamente hace acto de presencia esa falta de naturalidad a la que aludía con la iluminación, pues hay acentos que parecen hechos de una forma paródica y eso te saca aún más de lo que sucede en pantalla.

En condiciones normales también me quejaría con ahínco sobre el lamentable trabajo de montaje -¿acaso es posible ser más inútiles en su intento de utilización del montaje paralelo?-, algo que sospecho que ha sido fruto de que se han hecho infinidad de cambios con la intención de salvar el resultado final de una forma u otra -¿esos intentos por evitar mostrar desnudos en el esperpéntico prostíbulo son para intentar ser más familiar? Porque el fracaso es monumental también en ese punto-, pero es que alcanzó tal punto de patetismo en lo técnico que simplemente me dejé llevar pensando que sí, que era horrible, pero que lo era un poco menos que todo lo demás. Triste consuelo, lo sé.

Los actores también dan vergüenza ajena

Aitor Luna es Diego Alatriste

Confieso que sobre el papel me gustaba la elección de Aitor Luna para dar vida a Alatriste, pero su interpretación está a la altura de la serie por la nula confianza que transmite, su total ausencia de carisma y la rigidez con la que enfoca a un persona que debería caracterizar por precisamente todo lo contrario. Hay que tener en cuenta que el pésimo trabajo de dirección de actores -Enrique Urbizu podrá usar todas las excusas que quiera, pero algo de toda esta calamidad ha tenido que rodarlo él- y los tan exasperantes como absurdos diálogos tampoco ayudan demasiado, pero su actuación sigue estando marcada por la ausencia de calidad por mucho que queramos matizarlo con factores ajenos a su control.

Con todo, el mal hacer de Luna es hasta secundario si lo valoramos junto al resto del reparto, donde la tónica dominante es que los actores parecen estar leyendo sus diálogos en lugar de interpretando -¿cómo es posible que el hideputa utilizado en cierto momento tenga tan poca intensidad? Todo es igual de monocorde-, y tampoco me quiero olvidar el hecho de que en muchas ocasiones parecen meras estatuas decorativas que sólo demuestran estar vivas cuando tienen que meter baza en la charla que haya en la escena.

Veredicto: El bodrio definitivo

Los protagonistas de

Hay muchos más aspectos -¿va en serio esa música hortera que parece hecha a mala leche para que todas las escenas resulten aún más ridículas?- por los que todas las copias que haya de 'Las aventuras del Capitán Alatriste' deberían ser quemadas en una hoguera pública y que el día que se haga pase a ser festivo nacional, pero llega un punto en el que uno acaba tan agotado hacia lo que está presenciando que simplemente quiere que todo acabe lo antes posible.

Duele decir que incluso ese horror llamado 'Gym Tony' acaba siendo mejor al hacer la comparación y que la única conclusión posible es que es tan horrible que ha conseguido perfeccionar hasta tal punto el concepto de bodrio que me cuesta creer que alguien vaya a conseguir hacer algo peor. Es que ni haciéndolo aposta podría ser más lamentable -¡y encima lo hace siendo, por lo que recuerdo, bastante fiel al original literario!-, por lo que a partir de ahora será mi ficción audiovisual de referencia a la hora de valorar cualquier truño que vea. Ese es la liga en la que juega 'Las aventuras del Capitán Alatriste'.

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