Cinco años después de que se estrenase 'Prometheus' (2012), la pieza que continuó dando forma al universo 'Alien' llegó a nuestras vidas bajo el título de 'Alien: Covenant' (2017); una cinta que me generó una inmensa desazón, decepcionándome por varios motivos como un abuso exasperante del CGI, un guión a medio camino entre el uso y abuso del fan service y el disparate inconexo, y una dirección que transmitió una desgana impropia de alguien como Ridley Scott.
No obstante, y como no podría ser de otro modo viniendo de alguien como Scott, 'Covenant' atesoró varias secuencias, salpicadas a lo largo de su metraje, que pasan a formar parte de la iconografía de la saga de forma inmediata, uniéndose a los momentos clave de sus cinco filmes predecesores, que repasaremos en este viaje a través de la influyente franquicia nacida en 1978.
'Alien: El octavo pasajero' ('Alien', 1979)
Seleccionar una única escena dentro de de un clásico imperecedero como 'El octavo pasajero' resulta una tarea tan ardua como dolorosa. Duele especialmente excluir momentos eternos dentro ya no sólo de la cinta, sino también de entre sus muchos congéneres a lo largo de la historia que aún no han sido capaces de replicar la garra e intensidad de estos pasajes.
Desde su inquietante secuencia de apertura, en la que la cámara pulula como una entidad fantasmagórica a través de las instalaciones de la Nostromo, marcando el tono del largometraje nada más arrancar, hasta el aterrador giro en el que Ripley descubre que su compañero Ash es un sintético, son muchos los destellos de grandeza que esconde la primera ‘Alien’. Pese a todo, ninguno igualará al mítico chestburster abriéndose paso a través del pecho de John Hurt.
Esta imagen, que ha pasado a los anales del séptimo arte, destaca por ser, probablemente, la instantánea que más a fuego se ha grabado en la memoria de todo espectador de la película. Su violencia descarnada y sin concesiones, sus maravillosos efectos prácticos, las inspiradas reacciones del reparto —los gritos de Veronica Cartwright son auténticos— y el modo en que cambia radicalmente el statu-quo del filme justifican, con creces, su trascendencia del celuloide al imaginario colectivo.
'Aliens: El regreso' ('Aliens', 1986)
Cuenta la leyenda que el pitch con el que un jovencísimo James Cameron vendió su idea para realizar una secuela de ‘Alien’, fue una auténtica jugada maestra. El director, que acababa de estrenar ‘Terminator’, entró con las manos vacías en una sala llena de peces gordos de la industria, avanzó hasta la pizarra y escribió la palabra “ALIEN”. A continuación, añadió una “S” al vocablo a la que, acto seguido, adornó con dos líneas verticales conformando el símbolo del dólar.
‘Aliens: El regreso’, con ese inteligente uso del plural, llevó a la franquicia un paso más allá, subiendo las apuestas con sus hordas de xenomorfos, y cambiando radicalmente el predominio del suspense de la original para entrar de lleno en el terreno de la acción más pura. Gracias al dominio indiscutible de Cameron en el género, ‘Aliens’ nos regala momentos memorables como el primer encuentro de los marines con las criaturas, o la batalla que se inicia cuando Hicks abre una placa en el techo para descubrir un grupo de enemigos agazapados a punto de atacar.
Resulta curioso pensar que, en una película que apuesta por el “cuanto más grande, mejor”, la secuencia a destacar sea de cariz más íntimo, por así decirlo, ya que no es otra que el duelo uno contra uno entre Ripley y la Reina Alien. Desde que la teniente encuentra —y fríe— el nido de huevos, la cinta nos deja el corazón en un puño durante un clímax espectacular que ha dejado para la posteridad la imagen de la protagonista pilotando el power loader y entonando el antológico “get away from her, you bitch!”. Pura gloria del cine de los ochenta.
'Alien 3' (1992)
Con la tercera parte de la saga, llegó un David Fincher que aterrizaba en el mundo del cine tras una longeva carrera en el negocio de los efectos especiales y el videoclip. Y lo hizo con un debut tan difícil de llevar a buen puerto, como complejo de ejecutar desde las primeras fases de la producción: cinco semanas de preparación, 50 millones de dólares, un guión sin terminar y un director novel de 28 años. La cosa no podía salir bien.
A pesar de ser una película duramente criticada por muchos, empezando por el propio Fincher, quien ha llegado a decir que la odia, ‘Alien3’ rompe de tal modo con lo visto anteriormente en la franquicia que se hace complicado no apreciarla. Lamentablemente, el retorno de Ripley por tercera vez anda algo escaso en momentos para el recuerdo, destacando el nacimiento de una nueva especie de xenomorfo híbrida con un animal —un perro o una res, dependiendo del montaje— y, por supuesto, su controvertido tercer acto.
El sacrificio mesiánico de la teniente, brazos en cruz inclusive, no sólo se alza como lo mejor de ‘Alien3’. Además de esto, y de terminar de dar sentido al marcado subtexto religioso de la cinta, conforma un final redondo y especialmente climático para la hasta entonces trilogía. Este cierre no estuvo exento de polémica, ya que el estreno de ‘Terminator 2’ obligó a Fincher y su equipo a rodar de nuevo la escena para diferir lo máximo posible del clímax del filme de James Cameron, que también contenía una muerte solemne y toneladas de metal fundido.
'Alien: Resurrección' ('Alien Resurrection', 1997)
Hablando con sinceridad y sin ningún tipo de eufemismos, podría afirmarse que ‘Alien: Resurrección’ es el punto más bajo de las carreras del director Jean Pierre Jeunet y el guionista Joss Whedon, sus dos responsables directos. No obstante, debo romper una lanza a favor de la grotesca cuarta entrega de ‘Alien’, de su terrible y, a su vez, divertidísimo guión, y de un tono que coge lo mejor de dos artistas especialmente peculiares para mezclarlo en un maravilloso desastre sin pies ni cabeza que disfrutar con el piloto automático encendido.
Al contrario que ‘Alien3’, ‘Resurrección’ salpimenta las dos horas que dura su montaje del director con un buen número de secuencias que brillan con luz propia y consiguen salvar al conjunto de la quema. La aberrante —y algo cómica— presentación del xenomorfo humanoide, o el potente momento en que Ripley encuentra el laboratorio de clones, son firmes candidatas a hacerse con el título a mejor tramo del largometraje; honor que he decidido otorgar a una set piece vibrante entregada a la acción.
La travesía del disfuncional grupo protagonista por los tanques tanques de refrigeración inundados de la Auriga desemboca en una persecución subacuática trepidante, desbordante de tensión y con unos efectos digitales de una calidad sorprendente para la épica. La huida de los xenomorfos nadadores culmina en el momento más macarra de la película, con Johner atravesando un cráneo alienígena con una bala mientras se descuelga boca abajo en una escalera de mano. Oro puro.
'Prometheus' (2012)
El surtido de escenas cercanas al ridículo de la espectacular y soporífera a partes iguales ‘Prometheus’, hace complicado evitar la tentación de caer en el chiste fácil a la hora de seleccionar el mejor pasaje del filme. La huida del personaje de Charlize Theron corriendo en línea recta, el equipo de geólogos perdiéndose en una cueva, el ataque del ingeniero por haberle despertado de la siesta… La lista es interminable.
Bromas aparte, ‘Prometheus’ merece que seamos justos y remarquemos que, dentro del despropósito repleto de ínfulas y traidor a la saga que terminó siendo, atesora secuencias con una fuerza innegable y una factura impecable, como no podría ser de otro modo en una obra firmada por Ridley Scott.
Así pues, mi elección dentro del innecesariamente extenso metraje de esta precuela, contra toda expectativa, huye radicalmente de cualquier referencia al material original —desvirtuado por completo en esta ‘Prometheus’—, y se condensa en la claustrofóbica cámara médica en la que la doctora Shaw se practica una cesárea nada ortodoxa.
El aborto alienígena supone la explosión de una tensión perfectamente construida, iniciada en el momento en que Shaw descubre estar embarazada por una criatura extraterrestre. Tanto la preparación del procedimiento como la intervención en sí, están filmadas con un pulso envidiable y una crudeza estremecedora, alcanzando su punto álgido al revelar el hijo indeseado de la doctora, cuyos viscosos tentáculos se agitan vehementemente revolviendo las tripas del espectador más aguerrido.
'Alien: Covenant' (2017)
Queda claro que 'Alien: Covenant' es, probablemente, la versión más pobre del universo que iniciaron Scott y Bannon hace 45 años. Sus personajes parece que no estén en sus cabales, su trama es una sucesión de disparates sin pies ni cabeza y sus ínfulas de trascender terminan eclipsando su buen hacer —a medias— en lo que respecta al terror y la acción.
Si algo es rescatable en 'Covenant', es esto último y, particularmente, cómo su director continúa comprendiendo a la perfección el tremendo efectismo —y la tremenda efectividad— del body horror en pantalla, así que, de quedarme con un momento del largometraje, debo elegir este en el que el neomorfo hace acto de presencia por la vía inversa.
Si en 'El octavo pasajero' vimos al chestburster salir por el pecho de Kane, en esta ocasión es la espalda de Ledward la perjudicada en un momento realmente espeluznante que termina cayendo casi en la comedia involuntaria tras el resbalón de Faris. Un pasaje que ejemplifica a la perfección lo que terminó siendo la última película de la saga hasta la fecha.
Una selección de secuencias a gusto del consumidor
Cada persona —y, por ende, cada espectador— es un mundo, y la selección de las secuencias tratadas en este artículo ha estado condicionada única y exclusivamente por las fobias, las filias, y la experiencia con los filmes mencionados del que suscribe.
Probablemente, a lo largo de la, hasta el momento, hexalogía 'Alien', haya muchos pasajes con mayor peso argumental, mejor ejecución y mayor interés que los cinco anteriores; pero lo que es innegable es que la franquicia ha regalado al respetable un imaginario, y un repertorio de recuerdos para la posteridad más grande de lo que, probablemente, ni los propios Ridley Scott y Dan O’Bannon soñasen en el ya lejano 1978.
¿Veremos en los próximos proyectos de la franquicia, que incluyen un nuevo largometraje dirigido por Fede Álvarez y una serie capitaneada por Noah Hawley, fragmentos que logren eclipsar los mencionados anteriormente? Sólo el tiempo lo dirá.
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