La música siempre ha sido mi gran pasión. Cuando era pequeño le robaba a mi padre los cassettes que se compraba, y los escuchaba absolutamente todos. Me daba igual que fuera Sade, U2 o el nuevo Máquina Total. Siempre he tenido curiosidad por todo lo que tenga que ver con el mundo de la música, pero jamás he conectado con Operación Triunfo.
El marketing es un elemento muy importante detrás de un producto musical. Los videoclips de Michael Jackson, las "peleas" entre Blur y Oasis o las películas de The Beatles son un buen ejemplo de ello. De todos modos, existe una gran diferencia cuando el marketing está muy por encima de un proyecto, sobre todo si ese proyecto no es "original".
Operación Triunfo forma parte del eterno debate entre intérpretes y artistas. Tener una buena voz, una gran presencia en el escenario, ser guapo, tener carisma, etc. son elementos dignos de admirar. Al mismo tiempo, son cualidades que podemos encontrar en muchas personas.
La música es un vehículo impresionante para expresar emociones, demostrando que los humanos son seres con una creatividad alucinante. Del mismo modo, funcionamos por imitación, y llevamos siglos influenciándonos unos a otros.
Cuando uno empieza en el mundo de la música, es bastante habitual que comience haciendo versiones de otras bandas / artistas, en una búsqueda por la identidad y encontrar la manera de expresarse.
Operación Triunfo explota este modelo al máximo, pero no queda claro que los participantes busquen realmente su identidad. Son utilizados para crear la máxima audiencia posible y generar un producto musical de éxito.
Puede ser un buen reality, pero no aporta mucho culturalmente
Muchas veces, olvidamos que OT es un reality, un programa en el que encierran a una serie de personas desconocidas (tanto entre ellos como para nosotros) y nos retransmiten su progresión a lo largo de varias semanas. Es un formato de éxito, seguido por millones de personas.
Al añadir perfiles diferentes, hay más oportunidades de que el público se encariñe con ellos. Me recuerda al panel de selección de Street Fighter, en el que puedes escoger entre personajes con diferentes atributos, habilidades, etc.
Que sea un buen reality no significa que aporte algo al mundo de la cultura. Al ser un programa musical, podríamos pensar que es algo beneficioso para la industria, pero lo cierto es que está más cerca de 'Mujeres y Hombres y Viceversa' o 'Supervivientes' que de un concierto.
De hecho, me atrevería a decir que programas como OT ayudan a que se destruya cada vez más la cultura de este país. Eso lo podemos comprobar fácilmente analizando cuántos programas de televisión emiten música en directo, y de artistas con proyecto propio. ¿Ninguno?
Quizás el único sea 'Late Motiv', y es un programa que se emite en #0 de Movistar+. La abundancia de "túsiquevales", "tienestalentos", etc. reitera en la mísma fórmula una y otra vez. Ya no se emiten 'Los conciertos de Radio 3' en TVE2, ni existen espacios en los que artistas emergentes (nacionales e internacionales) puedan mostrar una propuesta original.
Lo grave de esta situación no es que existan este tipo de programas, lo grave es que son la única propuesta musical existente.
Mundo pachanga
Mientras cientos de bandas y artistas ven como siguen cerrándose salas de conciertos, con cada vez menos público, al mismo tiempo parece haber un BOOM de bandas tributo llenando grandes espacios. Queen, U2, Pink Floyd, Nirvana…la lista es gigantesca.
Son bandas que yo también aprecio, pero parecería que nos gusta escuchar lo mismo una y otra vez. Esto contrasta con la era digital, en la que podemos acceder a un catálogo casi ilimitado por menos de 10€ al mes. Con un par de clicks puedes escuchar música de cualquier punto del planeta, sean famosos o no.
Uno de los aspectos que más me choca de Operación Triunfo es cuando tienen "bolos", firmas de discos, etc. y cientos de jóvenes van a verlos. Además de gritar sus nombres, vemos que cantan canciones de otros artistas, eso me produce una sensación muy rara.
Si yo estuviera trabajando por labrar mi carrera musical, se me haría un tanto extraño que cientos de personas gritaran mi nombre y después se pusieran a cantar una canción de Pablo Alborán. Eso me daría una sensación de impostor, en cierto modo.
No me opongo a las orquestas, a las versiones, pero sí a que sean el epicentro musical de la televisión en nuestro país. Mientras Operacion Triunfo se emite en prime time, TVE decidía emitir de madrugada y en trozos, un importante homenaje a Cecilia en el que participaron más de 30 músicos.
Mucho hablar de Eurovisión, pero no aprendemos
Desde hace años, OT y Eurovisión son dos elementos que van unidos de la mano. Desde Rosa y su 'Europe's living a celebration' hasta esta edición, los triunfitos siempre han aspirado a poder representar a España en este certamen.
El año pasado se demostró que las coreografías imposibles, fuegos artificiales, e indumentarias provocativas no tienen nada que hacer ante la emoción. Nuestro país y nuestra televisión pública deberían estar dando voz a todos los 'Salvadores Sobrales' que no tienen un lugar donde poder mostrar su trabajo.
Operación Triunfo no sería un problema si existieran programas que apostaran por otro tipo de contenido musical. Poco a poco, hemos visto como el "fast music" ha ido ganando terreno, y parece complicado revertir esta situación. Coincide con la era que estamos viviendo, en la que se quiere todo rápido, fácil y muy digerible.
No se trata de que "los programas musicales que me gustan" son mejores que Operación Triunfo, no es una batalla de gustos. Lo que ocurre es que ya no existen alternativas. Así de preocupante es la situación.
Redes sociales como Instagram nos han convertido a todos en productos, en marcas que deben mostrar una visión sesgada de la realidad. Los participantes de OT reciben a cambio un gran puñado de fama, ¿es esa la meta a la que deben aspirar los artistas musicales?
Si es así, uno podría pensar que si no firma discos en el Corte Inglés en pocas semanas, tiene miles de seguidores en redes sociales, etc. es un completo fracaso. Desde hace meses, no deja de aparecer en mi timeline de Twitter que "Amaia es ganadora", pero yo no dejo de pensar que realmente todos estamos perdiendo.
En Espinof | Soy millenial y me flipa OT
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