Lo lógico en un día como este, inventado para aprovecharse de aquellos que creen que el amor merece un día de celebración, habría sido hacer una de esas listas sobre historias de amor en el cine. Pero como ya tenemos un especial dedicado a eso, me he centrado únicamente en historias imposibles, y dicha imposibilidad viene dada por los más diversos factores, ya sean sociales, personales o de otra índole.
Para ilustrar el post no he podido resistirme a emplear una imagen de una película de Nagisa Ôshima, 'Max, mi amor' ('Max mon amour', 1986), que si bien no está en la lista refleja a la perfección la intención de este post, en el que por cierto me he quedado simplemente en seis títulos, así vuestro margen de maniobra es mayor.
Sin más dilación, enamorados y enamoradas, cinco historias de amor imposible.
'King Kong' (id, Merian C. Cooper & Ernest B. Schoedsack, 1933)
Una de las obras maestras por excelencia del séptimo arte desde cualquier perspectiva, imitada mil veces —hasta en un chiste que filmó Peter Jackson de tres insufribles horas—, posee tal vez la historia de amor imposible m,ás significativa de todas, aunque por supuesto hablamos de un amor no correspondido. En cualquier caso el gorila lo iba a tener bastante difícl para reproducirse, pero ya sabemos que el amor verdadero no necesita de ese tipo de manifestaciones para ser demostrado.
'Duelo al sol' ('Duel in the Sun', King Vidor, 1946)
Producción a lo grande por parte de David O. Selznik, quien se dejó la piel en el film. Hasta ocho directores llegaron a tener las riendas de la dirección, siendo King Vidor el que se llevaría los honores. Jennifer Jones —querida esposa del productor— y Gregory Peck en la típica situación te quiero/te odio, con dicho sentimiento acabando con ambos en uno de los duelos finales más recordados del séptimo arte. Hipnotica como pocas, hasta Jennifer Jones no sólo no molesta, sino que está fascinante.
'Siempre hay un mañana' ('There´s Always Tomorrow', Douglas Sirk, 1956)
De uno de los maestros del melodrama una de sus últimas películas y de las menos conocidas. Fred MacMurray es un hombre casado con Joan Bennet nada menos, y el amor de su juventud reaparece en la persona de Barbara Stanwyck, que no hay química entre esos dos ni nada. Amarga y terriblemente realista, supone todo un puñetazo para aquellos que no consiguieron al amor de su vida. Una joya del Hollywood clásico que requiere de un rescate.
'Vértigo' ('Vertigo', Alfred Hitchcock, 1958)
Probablemente la película más difícil de su director, Alfred Hitchcock —un año de estos le dedico un especial a la mayor parte de su obra—, por cuanto abre en cada visionado nuevos caminos a explorar. Totalmente adelantada a su tiempo —yo creo que hoy incluso lo sigue estando— el detective, que sufre de vértigo y es objeto de un engaño, nos ofrece una de las obsesiones amorosas más hipnóticas que ha dado el cine. Maravillosos diseños de Saul Bass, maravillosas composiciones de James Stewart y Kim Novak —en el papel de su vida— y final glorioso. Obra maestra es decir poco.
'La pequeña' ('Pretty Baby', Louis Malle, 1978)
Una de mis películas preferidas del realizador francés Louis Malle. Uno de sus trasbajos realizados en suelo americano, con un terceto protagonista de lo más acertado, Susan Sarandon, Keith Carradine —en su mejor época— y Brooke Shields que, lejos de ser siquiera una buena actriz, aquí cumple con su cometido gracias a su aspecto de niña —bueno, niña al fin y al cabo, pues tenía 12 años en el momento del rodaje—, dando vida a la hija de una prostituta en el Nuevo Orleans de 1917. Un fotógrafo de burdeles llega para fotografiar a la prostituta interpratada por Sarandon quedando fascinado con su hija. No necesito decir más.
'Brokeback Mountain' (id, Ang Lee, 2005)
Espero no ser malinterpretado por la inclusión de esta gran película en la lista. Sólo los ciegos y estrechos de mente pensarán que es porque el amor no puede darse entre dos personas del mismo sexo, pero no es así, sino porque en la película personajes que precisamente hacen gala de esas dos cualidades —de hecho, hay ciegos que ven más que ellos y muertos que practican un mejor sexo que ellos— que forman lo mal llamado sociedad, imposiblitan una historia de amor llena de sensibilidad —Lee se acerca a Eastwood en su forma de dirigir—, masacrada en el doblaje español hasta límites insospechados. Que la Academia no le diese el Oscar a la mejor película aquel año les puso en evidencia. Heath Ledger y Jake Gyllenhaal están sensacionales.
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