'El acorazado Potemkin' y Pet Shop Boys

'El acorazado Potemkin' y Pet Shop Boys
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A Sergei Eisenstein, como buen artista de vanguardia, no le apetecía que su ‘Acorazado Potemkin’ terminase oliendo a naftalina en los vetustos archivos de la historia del cine. Esa película vibrante, combativa y modernísima tenía que tener una música a la altura de las circunstancias. Por ese motivo, Eisenstein expresó el deseo de que, cada diez años, los compositores más vanguardistas del momento le pusiesen música a su película más celebrada.

Bien, contra todo pronóstico, en el 2005 los mismísimos Pet Shop Boys publicaron su particular banda sonora para ‘El Acorazado Potemkin’ ('Bronenosets Potiomkin', 1925) , incluyendo el apreciable single ‘No Time For Tears’. Acto seguido, dieron a conocer su obra al mundo de la manera más lógica posible: una gira donde, acompañados por la orquesta sinfónica de Dresde, acompañaban musicalmente una proyección del film de Eisenstein.

Hace un par de días, en España, en La Granja de San Ildefonso, pudimos vivir la experiencia de ver cómo Neil Tennant y Chris Lowe le insuflaban nueva vida a una de las películas más importantes de todos los tiempos. Y, en líneas generales, podemos calificar su intento como un rotundo éxito.

Los momentos musicales más “clásicos” – esto es, aquellos donde dominaba el sonido orquestal – resultaban menos novedosos, aunque la resonancia de una orquesta sinfónica en directo es algo con lo que los mejores sistemas de sonido home cinema o incluso salas de cine no pueden competir. Por el contrario, cuando los Pet Shop Boys optaban por la opción más decididamente electrónica, la novedad aportaba un valor sólo superado por la magnífica adecuación de la música a las imágenes. Y es que el vanguardismo de Eisenstein acepta mejor este tipo de apuestas sonoras que, por ejemplo, un ‘Minority Report’ de Spielberg (futurista, pero de narración clásica).

Sobre todo, los Pet Shop Boys se consagraron con el acompañamiento de la quinta y última parte de la película. En ella, el acorazado se lanza a toda máquina contra el escuadrón que, presuntamente, va a acabar con ellos por haber apoyado la insurgencia ciudadana en Odessa. La oda al maquinismo y la velocidad rodada por Eisestein, con profusión de planos de pistones y maquinaria naval encuentra su complemento perfecto en una partitura techno que logra un crescendo nunca antes visto en esa parte de la película, algo desdibujada tras la apoteosis de la escalera de Odessa.

No puedo resistirme a comentar algo acerca del propio concierto en sí. Su ubicación en San Ildefonso hizo que tuviese ese carácter de “espectáculo del año” al que “hasta los más viejos del lugar” tuviesen que acudir. A su vez, el ser un “concierto de Pet Shop Boys” arrastró a sus leales fans además de algunos con ganas de prolongar su marcheta a la Benicássim. La mezcla era explosiva. Para terminar de liarla, la copia de película era subtitulada en inglés, lo cual aumentó la confusión entre muchos asistentes. Pero nada comparado a la de los que pensaban que iba a ser un concierto “normal”: a la media hora de película preguntaban “¿Cuándo van a salir los famosos?”.

En suma, en San Ildefonso se vivió la misma contradicción que padeció Eisenstein en la Unión Soviética. La película, considerada como un espectáculo “para el pueblo” y para enardecer a las masas, logró ser lo primero: la entrada gratuita logró abarrotar el recinto. Pero, inevitablemente, la propuesta tenía un vuelo cultural demasiado elitista como para conseguir que los viejucos, que aguantaron estoicamente los 78 minutos de película y tecno, lograsen levantar el puño y alzarse contra la opresión. Cosas como ésta fueron las que hicieron que Stalin despreciase el cine de Eisestein. Sin embargo, como prueba fehaciente de la fuerza de las imágenes en la famosa escena de la escalera de Odessa está el hecho de que incluso los que no sabían lo que estaban viendo ni se habían enterado (debido a la falta de subtítulos en español) de lo que ocurría, quedaban impactados por los momentos en los que niños y adultos eran heridos por los soldados.

Estaría bien que, de aquí a otros diez años, podamos ver cómo otros artistas logran que tengamos una emoción nueva cuando veamos cómo un pueblo se reúne ante el cadáver de un marinero que porta el letrero “Asesinado por un plato de sopa”. Por lo pronto, no existe copia en cine o DVD en el mundo con la intensidad de lo visto en San Ildefonso. Pet Shop Boys, enhorabuena.

El CD puede adquirirse aquí.

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