Partiendo de la base de que el ser humano es por naturaleza —repito, por naturaleza, no se tienen en cuenta la educación ni los contextos sociales— bisexual, mi lado gay se despierta para realizar una de esas listas que tanto odio. También para contentar a aquell@s que se han escandalizado con el anterior post fácil, chistoso, ligero que he realizado al respecto. Tranquilos, mis crueles críticos, hoy me redimo. O no. Sin más dilación aquellos actores que me ponen. Pasen y disfruten. Salvajemente, si no, no pasen.
Paul Newman
No sólo me parece uno de los mejores actores que ha dado el séptimo arte en su existencia —yo le pondría entre los diez mejores de todos los tiempos—, es que además estaba para mojar pan durante días y días. En ‘La gata sobre el tejado de Zinc’ (‘Cat on a Hot Tin Roof’, Richard Brooks, 1958) hizo de gay reprimido y casi nadie se dio cuenta, despertando así los sueños húmedos de muchos hombres. Fue guapo hasta su muerte, que a ver de cuántos se puede decir eso. Probablemente el actor más deseado de todos a la largo y ancho de las décadas. La foto es para mirarla durante horas mientras la imaginación vuela hacia lugares prohibidos pero muy placenteros.
Alexander Skarsgård
Una de las principales bazas de la, por otro lado, excelente serie de televisión ‘True Blood’ —aunque como alguien dijo una vez, en esa serie están tod@s muy cachondos—, donde a uno le entran ganas de creer en los vampiros y desear que los colmillos de Eric se paseen por algo más que tu cuello. En cine aún no se ha hecho un nombre, pero todo se andará. Por cierto, parece mentira que de Stellan Skarsgård haya salido este bombonazo. Me estoy humedeciendo, no sé si acabaré el post.
Hugh Jackman
Arreglado, lo acabaré. ¿Dónde iba? Ah sí… Hugh Jackman sorprendió a propios y extraños con su interpretación de Lobezno, uno de los personajes de cómic con más carisma que existan sobre el papel. Carisma arrollador es lo que nos ofrece Jackman en muchas de las películas que ha protagonizado, amén de una sonrisa espectacular, y demás virtudes que a la vista están. Como maestro de ceremonias en una entrega de Oscars demostró también un gran sentido del humor, algo muy bueno para el sexo.
Idris Elba
Vamos a darle un toque de color a esta lista. Stringer Bell es de lo más fascinante de esa obra maestra que es ‘The Wire’ y Luther es un policía como pocos hay. Dos series de televisión para este brutote que de tenerlo cerca despertaría sin control mi lado más sumiso y pervertido. En cine se ha metido en cada berenjenal que tendría que considerar seriamente el cambiar de representante. Menos mal que pronto nos llega ‘Prometheus’ (id, Ridley Scott, 2011).
Michael Fassbender
Hablando de ‘Prometheus’ —en la que por cierto hay dos actrices que me ponen muy, pero que muy burro—, Fassbender se ha convertido por derecho propio en uno de los actores del momento. En ‘Shame’ hace gala de algo más que sus excelentes dotes interpretativas, y también ha logrado algo que parecía imposible, que olvidemos a Ian McKellen como Magneto. Esa mezcla de chico malo, elegante y también algo desaliñado despierta mis más bajos instintos. Por él no me importaría ir a una clínica para adictos al sexo. Por cierto, ¿quién no es adicto al sexo? A ver si en este planeta hay 6.000 millones de personas porque aparecieron de repente.
Ryan Gosling
Y seguimos con actores del momento. Cuando Emma Stone —otra que formaría parte de mi lista sobre actrices que me ponen— descubre los pectorales de Gosling en la simpática ‘Crazy Stupid Love’ (id, Glenn Ficarra, John Requa, 2011) suelta un chiste sobre el Photoshop. Lo cierto es que dicha escena deja con la boca abierta, tal vez con alguna babilla cayendo, y no precisamente por el chiste. Su personaje en la magistral ‘Drive’ (id, Nicolas Widing Refn, 2011) añade mucho más morbo a un actor que hace unos años no me decía nada, físicamente hablando.
Ewan McGregor
En la floja ‘Ángeles y demonios’ (‘Angels & Demons’, Ron Howard, 2009) dan ganas de entrar en el film, pillar a McGregor por banda, sacarle la sotana violentamente y perderse con él en otros temas con el Ave María de fondo. Su cara de niño travieso despierta mucho más que simpatías, algo de lo que el actor parece andar sobrado. En la muy olvidada e injustamente infravalorada ‘Philip Morris, ¡te quiero!’ (‘I Love You, Philip Morris’, Glenn Ficarra, John Requa, 2009) interpreta con extrema sensibilidad y encanto a un gay. Para perderse con él en una isla.
Robby Benson
Un actor muy prometedor en los 70 y que luego se perdió irremediablemente. Empezó a hacerme tilín cuando le vi en la extraña, muy extraña ‘Los aventureros de Lucky Lady’ (‘Lucky Lady’, Stanley Donen, 1975). Compartió ojazos con Paul Newman en ‘Harry e hijo’ (‘Harry & Son’, 1984) dirigida por el mítico actor y sin duda permanece como uno de mis ídolos sexuales primerizos. Sigue conservando cierto atractivo pero nada como el Benson setentero, cuyo recuerdo aún moja mis noches más íntimas.
Jake Gyllenhaal
Aquí tengo un pequeño problema, me pone tanto Jake Gyllenhaal como su hermana, y lo que estoy pensando en este momento no estaría permitido ni entre los más viciosos. Su atractivo crece con los años y da igual el contexto en el que lo encontremos —investigador de un asesinato, vaquero gay, viajero del tiempo en busca del amor perfecto, etc—, su aire casi rebelde le vuelve irresistible y con ganas de perder el norte. ¿Es cosa mía o tiene un punto a lo Ryan Gosling?
Johnny Depp
Tenía que dejar para el final a uno de los piratas más famosos del celuloide, aunque con tanta secuela se ha convertido ya en una parodia de sí mismo. Se ha ganado a pulso la imagen de raro, ya que sus personajes suelen ir por esa senda, pero tal vez sea eso mismo, además de lo que salta a la vista, lo que le hace jodidamente irresistible. Y es que esa actitud, pasota, con una gran seguridad en uno mismo, suelen ser elementos suficientes para atraer al personal sexualmente hablando. Como se suele decir vulgarmente, “yo le daba”.
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