El modelo de impacto inmediato de Netflix, con sus temporadas o series enteras estrenadas de golpe y comentadas los primeros tres días de lanzamiento sin oportunidad a la digestión reposada, hace muy flaco favor a varias de sus mejores series. Precisamente esas que se salen de su norma algorítmica y tienen un cuidado en la mayor parte de sus aspectos que son mucho más apreciados degustándola a su debido tiempo.
En el caso de 'Sandman' puede ser incluso más radical. Los cómics originales de Neil Gaiman son una de las fuentes literarias más trascendentales de nuestro tiempo, precisamente por cualidades que la hacían prácticamente inadaptable, y entrar de manera acelerada a ella puede llevar a la incomprensión. ¿Qué son todos estos personajes? ¿A qué mitología estamos anclados? ¿Cuál va a ser el gran conflicto? Lo mejor del cómic era no tener una respuesta simple a todas estas cuestiones y, por suerte, la serie de Netflix mantiene esa esencia mientras consigue ser entretenida por sus propios méritos.
Sueña conmigo
Por sus propios méritos viene a ser no limitarse a las convenciones de la fantasía convencional. El 'Sandman' original podía llegar a desperdigarse por diferentes tramas, dejando que las ideas metafísicas sobre la humanidad, los sueños y la creatividad sean los que ejerzan de tejido conectivo para el lector. Gaiman, al estar involucrado como creador, trata de mantener ese pilar, aunque sus asociados David S. Goyer y Allan Heinberg ayudan a que ese conjunto de tramas puedan estar más cohesionadas.
No sólo hay una cohesión más clara en la serie, sino que sirve para hacer una televisión efectiva que logra evitar las tendencias del cómic que quedarían algo anticlimáticas en pantalla, así como una rápida resolución de conflictos. El trío catacrocker mencionado lo emplea para hacer capítulos de serie que funcionen por sí mismos y, al mismo tiempo, vayan marcando una evolución narrativa.
Aspectos como el manejo de la aventura del Sueño (Tom Sturridge) por recuperar sus objetos robados o la evolución del personaje del Corintio (Boyd Holbrook) como antagonista persistente a lo largo de la temporada muestran el cuidado realizado para que su ambición no sea abrumadora para el espectador nuevo. Porque hay muchas cosas que podrían espantarlo, como el carácter casi inescrutable del protagonista, que tiene una evolución muy gradual que la serie no busca hacer demasiado obvia.
'Sandman': una adaptación a la altura del reto
Para el espectador que ya era fan de 'Sandman' hay mucho con lo que estar contento. Las tramas maestras se mantienen con bastante fidelidad, no se han comprometido demasiado las extravagancias o aspectos turbios que caracterizaban las viñetas y Sturridge consigue acercarse a la personificación de un disco de Sisters of Mercy que era el Sueño del cómic.
Más allá de los guiños, resulta una delicia por su manera de hacer funcionar los momentos más memorables de los primeros tomos, como el duelo en el infierno, el episodio de la cafetería, el encuentro con la Muerte o un bello relato de amistad a lo largo de los siglos. Ah, y el sentido del humor macabro, ligado bastante al Corintio.
Pero lo mejor de la serie es cómo no trata de descuidar tampoco al espectador que va a venir virgen al mundo de 'Sandman'. Hay un importante torbellino de personajes, de referencias que se te pueden pasar por encima, pero hay también un detenimiento especial para que todo sea procesable. Hay un trabajo visual que destaca sobre el genérico trabajo que suelen marcar las producciones medias de la plataforma. Y hay también un mundo rico en el que resulta intrigante meterse, y la serie te lleva de la mano por ellos con su impagable sentido de la fantasía (oscura).
Para aquellos que también piden rascarle algo a la fantasía que consumen, 'Sandman' ofrece horas de interesante indagación alrededor de la condición humana, de cómo necesita aspectos que no comprende como los sueños o la muerte para poder ser humano, del poder de elementos como la esperanza o la pasión por vivir para derrotar periodos de oscuridad. Vamos descubriendo estos aspectos junto al propio Sueño, y queda una sensación de que la serie no va soltando detalles al azar, que todo forma parte de un todo muy rico y que vale la pena digerir poco a poco.
También sabe cumplir su trabajo a la hora de dejar claro que hay un potencial para seguir evolucionando, de seguir desarrollando estos personajes, estos mundos imaginativos, al igual que también lo llegaba a hacer los cómics. Gaiman y su equipo no han querido descuidar ningún aspecto, y se nota, porque su elegante y sombría reflexión en forma de fantasía desatada ha conseguido sobrevivir en su difícil paso a la pantalla. No sólo eso, es casi la adaptación soñada que ansiaban los fans y también una oportunidad perfecta para Netflix para establecer una serie que marque época. Por eso es la mejor serie que han estrenado este año, y una que no te deberías perder.
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