Ay, la Navidad. Para muchas personas, es la temporada perfecta para reunirse con la familia y poder disfrutar de varias actividades juntos, y en mi caso, frente al televisor, año con año nos reuníamos para ver una película tradicional que, desde 1959, ha sido parte de las producciones navideñas mexicanas obligadas para ver en estas fechas (junto a las de 'Solo en casa', claro está). Se trata de una producción por demás bizarra que da miedo y risa a partes iguales.
La película mexicana 'Santa Claus' dirigida por René Cardona es una producción que en su momento fue una extravagancia de fantasía y surrealismo y que ha trascendido el tiempo gracias a sus elementos absurdos, su estilo kitsch, y su desmesurada imaginación. Aunque inicialmente fue concebida como una película infantil, su impacto cultural la ha transformado en un fenómeno de culto y una curiosidad cinematográfica que sigue fascinando al público mexicano hoy en día.
En esta versión única del mito navideño, Santa Claus (interpretado por José Elías Moreno) no vive en el Polo Norte, sino en un castillo en el espacio, acompañado por niños de todas partes del mundo (en lugar de duendes o elfos) que lo ayudan a preparar la Navidad. Aquí, la magia navideña se mezcla con una estética que recuerda más a la ciencia ficción barata de los años sesenta que a la tradicional imaginería invernal de la nieve y los iglúes en medio del hielo.
Por si fuera ya muy loca la idea de que el castillo de Santa Claus esté en mitad del espacio, también está lleno de artilugios bizarros, como un telescopio mágico que le permite espiar a los niños y una máquina con la que se puede meter a sus sueños, ideas que parecen sacadas de un cruce entre un cuento infantil y una obra de teatro experimental, resultando tan extrañas como fascinantes.
La historia enfrenta a Santa Claus contra un villano inesperado: el mismísimo Diablo, que, a diferencia de otros malvados como 'El Ginch' no quiere sabotear la Navidad, sino hacer que los niños se porten mal para que Santa Claus no les traiga juguetes.
Este antagonista, con su personalidad caricaturesca y movimientos exagerados, se convierte en una de las figuras más memorables de la película, añadiendo un nivel de absurdidad que la distingue del resto de las películas navideñas, tanto de la época, como de producciones posteriores, y es que su estética kitsch, caracterizada por decorados extravagantes, efectos especiales primitivos y una narrativa completamente desinhibida, la vuelven una cinta que nuestros padres nos ponían en la sala de la casa esperando darnos una lección sobre qué pasaría si nos portábamos mal, pero que, con el paso del tiempo, se convirtió en todo una trama absurda que no podemos dejar de ver.
Una producción entre lo infantil y lo tétrico
Si hay que destacar algo de la película es que, de acuerdo a la época, los números musicales no pueden faltar, y es específicamente uno en donde nos adentramos al sueño de la pequeña protagonista en donde vemos una coreografía de tétricas muñecas que, hasta la fecha, sigue causando una sensación de escalofríos, ya que ver la escena en donde la niña está rodeada de bailarinas, más que una representación del anhelo que la niña (nacida en una familia pobre) tiene sobre tener una muñeca, se vuelve en una secuencia algo tétrica gracias a la música y los rostros de las muñecas.
Hoy, 'Santa Claus' es más que una película navideña: es un testimonio del cine mexicano de mediados del siglo XX, de su capacidad para experimentar y de cómo, sin proponérselo, cruzó los límites de lo convencional quedando como un clásico kitsch y una pieza de culto que demuestra que, a veces, lo absurdo y lo extravagante pueden resonar más profundamente que lo perfecto o lo tradicional.
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